Rebeka
Siento que debo ir tras mi pelirroja pero algo dentro de mi pecho me impide hacerlo. Y más cuando eso significaría dejar atrás a Susan.
De modo que me siento en mi silla nuevamente, soltando un suspiro mientras veo como Susan me mira de arriba a abajo de manera suspicaz.
Viene tras de mí, deja su bandeja de comida frente a nosotras, al lado de la mía, y se sienta en la otra silla, todo sin dejar de mirarme, como si estuviese pensando bien y con calma, lo que me va a decir.
La escucho exhalar lentamente, antes de girarse completamente hacia mí, para hablar ignorando tanto a Patricia como a Adriana.
— Puedes ir detrás de ella si eso es lo que sientes... Yo jamás te lo echaría en cara — dice en un tono de voz suave, mientras que las chicas retoman sus asientos otra vez un tanto sorprendidas. Lo que me indica que no puede ser más honesta. Y yo le debo la misma sinceridad.
— No iré tras ella — le digo con calma acercándome a ella y cogiendo su mano para entrelazarla con la mía. Algo que gracias a Dios, Susan entiende y no discute el tema más.
Lo cierto es que una parte de mí está realmente cansada de ir siempre corriendo detrás de Dani. Cansada de sentir que soy la mala por querer saber, qué lugar tienen mis sentimientos y si algún día van a llegar a ser correspondidos.
— Uff — suspiro de nuevo, atrayendo esta vez, la mirada de las chicas que tan solo regresan a sus asientos y retoman su anterior conversación, como si no hubiera pasado nada, cosa que agradezco internamente.
La cafetería sigue siendo un completo alboroto cuando el timbre finalmente suena y nos ordena volver a clase.
— He pensado que hoy después de clase podemos hacer algo, no sé... Tal vez, ¿ver una película y tomar pizza? — Propone Susan pensativa.
— ¡Por su puesto! ¿En tu casa o en la mía?
— ¡Vaya! — dice la morena con una de sus manos sobre su pecho y la otra cubriendo su boca como si se hubiese escandalizado de algo, haciendo que ambas nos detengamos en seco—. Jamás pensé que me fuera a hacer una pregunta como esa, señorita Clark...
La Sonora carcajada que se me escapa, no tarda en llegar, haciendo a su vez, que Susan también ría.
— Eres una tonta, ja ja ja — en cuanto me logro recomponer un poco, me acerco a ella y acaricio su rostro con una de mis manos, ya que en la otra aún llevo mi bandeja casi sin tocar, para llevarla a su lugar —. Gracias. De verdad necesitaba eso.
— No quiero que estés triste, siento mucho ser así de honesta, pero antes que novia fui tu amiga, y como amiga te digo, que alguien que realmente te ame, lucharía por ti.
Suelto un aire que no si quiera sabía que estaba conteniendo. La verdad.
— Lo sé Susan. Por desgracia, lo sé demasiado bien —. Llego al lugar donde se dejan las bandejas del almuerzo y suena la segunda campana, la que nos apremia para entrar a la siguiente clase, pero ambas la ignoramos totalmente en cuanto tenemos las dos manos libres — ¿Qué hacemos luego? — le pregunto colocando ambas manos al rededor de su cintura y pegando su cuerpo bastante musculado por el ejercicio, al mío.
— Podemos ir a mi casa, y ver qué nos apetece hacer. Esta tarde estaré sola, mis padres tardarán en volver.
Sin decir nada más sellamos nuestros planes con un beso que sabe a poco y promete demasiado, antes de volver rápidamente a la clase del señor Miller.
Cuando toca la última campaña del día, ya he avisado a mis padres de que esta tarde he quedado con Susan, por si me llamaban desde su viaje y se preocupaban al no coger su llamada.
Me monto en la camioneta del padre de Susan, con ella al volante, a pesar de que tan solo tiene el carnet de moto, el sheriff Dalton, no pone ningún problema con que de vez en cuando los padres dejen sus vehículos a sus respectivos hijos e hijas, ya que, según sus palabras...
Aquí nunca pasa nada, es el pueblo más seguro del condado de Huton.
— ¿Y bien? ¿Cómo te fueron las últimas horas? — saca un poco de conversación Susan y yo la miro con obviedad, antes de responder a su pregunta.
— Un infierno de aburrimiento y locura... ¿Y el tuyo? — le pregunto con más ánimo del que le he dado al contestar.
— Echándote de menos, amor.
— Aw — le miro con una sonrisa completa — has estado preparando esa respuesta todo el día, ¿A que sí? ¡Si! Eres toda una cosita bonita y romántica ¿A que sí? — le pregunto picando un poco su costado con mi dedo, en son de broma y Susan, la hermosa chica a la que el resto tilda de princesa del hielo, se sonroja por toda la cara y se ríe a carcajadas.
— Déjame tranquila, estoy conduciendo... — pide muerta de la risa y dejo un beso en su mejilla, antes de separarme de ella.
— Eres un verdadero encanto...
Adoro, redescubrir esta faceta que Susan se tiene tan guardada para sí misma, aunque con nosotras no es ni por asomo como el resto del instituto la tilda, sigue guardándose para ella muchas facetas de su personalidad. Y aunque resulta encantador conocer poco a poco, cada una de sus facetas ocultas, me da pena que le oculte tanto a los demás. Susan es alguien que, sin lugar a dudas, todo el mundo amaría si se dejase conocer con mayor profundidad.
— ¡Bien! Hemos llegado — anuncia con voz cantarina, cuando detiene la camioneta de su padre, frente a su enorme casa.
La familia de Susan, tiene una de las casas más grandes y lujosas del pueblo, ya que cuando llegaron, habían comprado gran parte de la deuda de los pequeños negocios de Orange Ville, convirtiéndose en socio mayoritario de la mitad de los negocios del pueblo y salvador del mismo. A pesar de que todos en el lugar, vean a Susan como una persona inaccesible, todos en su familia son estupendos.
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Mi amor, mi vida #AwardSpring #wattysawards2019 #CarrotAwards2019
RomantizmNadie elige a quién ama, han estado juntas desde pequeñas y desde siempre Rebeka ha sabido de quién es su corazón. ¿Qué haces cuando encuentras al amor de tu vida?. Luchas por tu amor, pero, si ese amor es tu mejor amiga... ¿Qué harías entonces?. El...