2.El primer día (Editado)

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Hace diez años

Estoy de camino al parque, no está muy lejos de casa, tan solo a una calle de distancia, por lo que mi mamá me dejó ir sola. Me falta poco para cumplir ocho años así que me dijo mi mami que si llevaba cuidado podía ir sola al parque y que luego me recogería. Estoy tan metida en mis propios pensamientos que me asusto cuando escucho a alguien llorar y quejarse. Me asusto y miro a mi alrededor alarmada en busca de lo que genera ese horrible sonido de alguien sufriendo.

No encuentro nada cerca de mí, así que me muevo unos cuantos pasos en busca de lo que haga esa especie de alarido, que comienza a ponerme un poco nerviosa, y al final lo veo.

Veo a un corrillo de niñas que gritan y se ríen, y me aterra pensar que ese sonido de llanto salga de algún pequeño animalito y que esas niñas sean tan malas que, en lugar de ayudarlo, estén haciendo más grave la situación. Me acerco corriendo y cuando llego hago que las chicas se aparten y me dejen paso. Una vez que logro atravesar el grupo de chicas la veo, allí, sentada en el suelo cabizbaja, con la cabeza entre sus piernas y abrazada a ellas, una pequeña y delgada niña pelirroja. La niña no deja de llorar y balbucear que la dejen en paz, una y otra vez.

— Dejadme tranquila, ¡iros ya!

— ¡Qué niña más tonta! se ríe una niña rubia de cabeza rizada. Comentándolo con un par de niñas más, a las que miro con horror.

— Sí, se cree mejor que nosotras —. Comenta la otra.

— ¡Ese pelo rojo seguro es falso! — se burlan las tres niñas más grandes y sin dudarlo, me acerco a ellas. Alguien debe decirles que no está para nada bien lo que están haciendo.

— ¡Oye! — déjala en paz, es una niña — le digo a la que parece la líder y la única que conozco de mi colegio.

— Rebeka, ¿pero qué dices? ¿¡No ves que esa niña tiene la misma edad que nosotras!? La muy tonta no ha querido ni hablarnos, nos acercamos solo a saludar pero ni nos miró —. Exclama molesta Paula, la niña rubia de pelo rizado.

— ¿Y eso os da derecho a meteros con ella? — Le pregunto con hastío. No me gustan las injusticias y esa pobre niña, da igual la edad que tenga, está sola y desprotegida.

Paula y las otras dos niñas que solo conozco de vista, bajan la cabeza un poco arrepentidas y aunque recibo, alguna que otra mirada molesta, la mayoría del grupo que estaba rodeando a la pequeña pelirroja, cuando llegué, no dice nada más y todas se van tranquilamente.

— Ah — cabeceo mientras las veo alejarse de nosotras.

En cuanto las veo lo suficientemente lejos de la chica pelirroja y de mí, me acerco a ella. Me arrodillo a su lado y me doy cuenta que no deja de temblar. Me da pena y no sé qué puedo hacer, así que la abrazo. En cuanto mis brazos rodean su delgado y tembloroso cuerpo, ésta reacciona como si mi tacto le quemara y de manera rápida, casi haciendo que ambas caigamos al suelo, levanta su cabeza y me mira fijamente.

En cuanto mi mirada cae en sus tímidos ojos verdes, mi corazón hace una cosa extraña y de pronto me siento ansiosa. Su mirada atrapa la mía de una manera asombrosa, sus ojos verdes observan mi cara con atención, mientras que una lágrima extraviada cae por su blanquecina mejilla. Tiene la piel más blanca que jamás he visto antes, en la que resaltan aún más sus grandes ojos verdes y su pelo rojo casi naranja, como si de fuego se tratase. Sus labios, de un tono rojo imposible, a no ser que estuvieran pintados, que no es el caso, tan gruesos y llenos, se entreabren cada vez que lanza un suspiro triste, atrapando toda mi atención.

— Muchas gracias —. Dice haciéndome volver a la tierra.

— ¿Qué? —. Le digo totalmente perdida, perdida en ella. En la forma que sus ojos se ponen sobre mí, y la manera en la que sus brazos, me devuelven el abrazo.

Mi amor, mi vida #AwardSpring #wattysawards2019 #CarrotAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora