AndreaOtro día sin haber hablado con Jed.
Dolía, realmente lo hacía.
Había hablado con mi madre de ello en uno de sus tiempos libres y me dijo exactamente lo que mi orgullo no quería afrontar: Yo tenía parte de la culpa.
Sabía que era cierto y estaba comenzando a aceptarlo.
Jed es dueño de su propia vida y ya es bastante grande como para decidir con quién salir o con quién no y eso ya no era mi asunto.
Si le destrozaban el corazón, iban a ser consecuencias de sus propias decisiones y no tuve que haberme enojado de esa manera, aunque fuera la persona que más quiero.
Tenía en mente hablar con él, pero no sabía en qué momento
Parte de las consecuencias de haber actuado así con él, era que debía pasar otro almuerzo comiendo sola en la universidad.
Todos los que tenían hora libre estaban en su propio mundo mientras yo me sentaba en una mesa desocupada con mi charola en manos, ésta solo contenía una manzana y una hamburguesa con papas a la francesa junto con un jugo de mango que había elegido sin pensarlo.
Las cosas no iban a ser diferentes si no cambiaba mi actitud con Jed, así que antes de prepararme para realizar mi gran discurso de disculpa, me concentré en la jugosa hamburguesa que tenía en mis manos para darle una mordida placentera, y tenía razón: Estaba deliciosa.
-Disculpa, ¿Dónde encontraste esa hamburguesa?-preguntó un chico pelirrojo con lentes que expresaba un gran deseo en mi comida al pasar por mi lado.
-En el restaurante principal.- me encogí de hombros y sin decir nada más, el chico se fue como fiera al puesto que había mencionado.
Tenía ganas de hablarle para decirle que comiera su hamburguesa conmigo para no estar sola, pero no lo hice porque no estaba en el kinder para hacer esas cosas.
Quise centrar de nuevo mi atención en mi comida, pero el rubio que más detestaba apareció en mi campo visual al abrir la puerta de la cafetería seguido de tres chicas que reían fuertemente y después se acercó a una de ellas para darle un beso en los labios y se alejó de ellas siguiendo su camino.
Al verlo rodee los ojos, ya que era una escena que en realidad no me importaba ver y abrí la envoltura del popote que contenía mi jugo.
-¡Pero miren quién está aquí ¡Mi persona favorita!- habló una voz que ya conocía bien a mis espaldas y lo ignoré absorbiendo el jugo a través del popote al haberlo introducido en la pequeña cajita y deseando en silencio que se largara, pero en lugar de hacerlo, se sentó a mi lado con una gran alegría.
¡Maldición!
-¿Qué quieres?-pregunté esperando a que no siguiera con el tema de mi suicidio, pero él me miró confundido y divertido a la misma vez como siempre.
¿Soy un payaso de circo para que siempre me vea con diversión o qué?
-¿Tú nunca estás feliz? Desde que te conocí, siempre estás enojada.- dijo riendo y ganándose otra mirada fulminante de parte mía.
Todo iba tan bien hasta que llegó.
-Me conociste ayer y no, sólo me pongo en ese modo cuando estás cerca.- respondí encogiéndome de hombros.
Era verdad, no mentía.
El rubio me sonrió y tomó una de mis papas a la francesa sin permiso alguno y la colocó en la mancha de ketchup que había servido a un lado hasta quitarla por completo.

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Oh no, Alex.
Novela JuvenilAlex, André, Yoshua y Kyle han sido inseparables amigos desde pequeños al ser vecinos en la misma calle, uno al lado del otro. Cada uno tiene su propia esencia y son la clase de chicos por los que las mujeres matarían por tener a su lado. Lo que n...