Capítulo 3

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David

Present Time

Laura me movió suavemente apoyando su mentón en mi hombro, y posando sus manos bajo mis brazos abrazada a mi abdomen, para que me despertase.

-David, despierta tienes que tomarte la medicina- La miré con los ojos adormilados y ella me miraba con una sonrisa en todo el rostro. Que Guapa! me dije a mi mismo, sin poder dejar de mirarla y también sonriendo para ella.

Mi padre traía en una bandeja el medicamento para dármelo y Laura le preguntó si podía hacerlo ella a lo que mi padre le contestó que si, que no había ningún problema.

-Vamos a ver el niño- dijo aun con su sonrisa, -Despierta dormilón-

me acarició los rizos y me levantó con cuidado hasta dejarme sentado en el sofá.

-Me tienes que ayudar ¿vale?- me dijo y yo esbocé otra sonrisa, ella molió la pastilla con una cuchara dentro de un recipiente y luego la llenó con la misma para dármela. Si bien sabía horrible, era lo único que me calmaba los dolores del cuerpo y el hecho de que Laura me lo diera me hacía sentir aun mejor.

Volvió a poner la cuchara en mi mano, como antes con la comida, y levantó mi mano con la suya para llevar el contenido a mi boca, luego me acercó a los labios un vaso con agua y puso su mano libre debajo de mi mentón para que no goteara.

-Que buen chico- dijo una vez que había tomado toda el agua y besó mi mejilla. Mi corazón se aceleró al sentir sus labios en mi piel nuevamente y boté un suspiro que no tenia planeado.

Ella se sonrojó, pude notarlo, entonces comprendí que no sólo era yo el nervioso con la situación.

Cada vez se hacía mas tarde y no quería por ningún motivo que se fuera de casa, Laura miró su reloj y abrió los ojos sorprendida por la hora que era ya y yo sentía que se acercaba lo inevitable.

-¿Hija mía pasa algo?- le preguntó mi madre.

-Bueno tenía un compromiso, mas o menos una hora atrás, pero lo he olvidao por completo- Laura me miró y me sonrió, no supe descifrar si lo hacía lamentándose por haberlo olvidado o porque de verdad quería quedarse conmigo.

-Paro vamos que no importa, ya explicaré yo por que no he ido, tranquila no te preocupes- Le devolvió la vista a mi madre, mientras tomaba mis manos rígidas en sus manos y las abría para entrelazar nuestros dedos y levantarlas para dejar un beso en el dorso de mi mano izquierda.

Mi madre asintió sonriéndole desde la ventanilla de la cocina.

Al fin me sentía tranquilo.

Yo tenia todas mis emociones revueltas y a lo mas minimo comenzaba a llorar o de no ser ese el caso, me frustraba o me encerraba en mi cuarto o lo que era aun peor, los nervios me comían el estomago y mi madre tenia que pasarse la noche en vela conmigo entre la habitación y el baño.

Había bajado varios kilos desde el accidente, todo me afectaba de manera impresionante y esos síntomas parecían no disiparse con el paso de los días, ni con los avances de las terapias que recibía en casa. Había preferido que un profesional viniera acá a que tuvieran que llevarme de un lado a otro exponiéndome de esta manera.

En algo mas de sesenta días mi vida había cambiado rotundamente, había pasado de ser un hombre independiente que hacía lo que mas amaba para ganarse la vida, que era cantar y a no poder ni hablar ni valerme por mi mismo. De tener una novia a la que veía todos los y que decía que me amaba a no tenerla porque en estas condiciones no le servía, de tener una vida sexual activa a no poder ni mear por mis propios medios y lo que era mas terrible aun, de ser un padre participativo con mi hija que la llevaba a todos lados a sólo verla una vez al mes y no poderle decir nada.

Hoy sale el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora