Capítulo 8

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Laura

Flash Back (2011) Parte I

Recostada en el sofá, le estaba dando vueltas a si llamar a David o no, habían pasado en la mañana por TVE lo de su separación con Elena y lo afectadísimo que estaba por alejarse de su niña. En las imágenes se le veía devastado, ojeroso y hasta mas delgado.

Tenía claro que de hacerlo, estaba cometiendo un error pero de los gruesos, de esos que seguramente me llevarían a dar bruces contra el suelo sin nadie que pudiera evitarlo. Pero como le explicaba a mi instinto protector que lo que tenía en mente era casi como atentar contra mi misma, contra todas esas noches en las que le había llorado sin parar, contra la mar de veces que dije que no le hablaría nunca mas en la vida y contra todo el dolor que él me había causado.

Bueno y aquí estaba yo, queriendo de la manera en que me fuese posible acercarme a él.

Rebuscando entre mis pensamientos que excusa poner para llamarle, para escuchar de su propia boca, que no estaba tan terrible como todos lo pintaban.

Necesitaba claramente una mano para poder llevar a cabo todo esto, pero a quien, a quien le podía decir que me ayudase, si al minimo intento de nombrar a David, me tacharían de loca, de masoquista o poco menos que ya estaba lista pal psiquiátrico.

Hablar de el con mi entorno era un tema sensible, y les entendía con justa razón, pero ¿Quién me entendía a mi?

Quién se ponía en mi lugar y experimentaba estas ganas descontroladas de llamarle y de decirle que, para lo que necesitase, pues estaba.

Que si quería tomarse un café, no se, desconectar un poco o lo que fuera que quisiese hacer.

Verle de esa manera había podido conmigo y tenía demasiadas ganas de llorar.

Iban a ser las dos menos cuarto cuando, me levanté del sofá en dirección a mi habitación, me tumbé en la cama con la única intención de dormir un poco y de pasar el sabor amargo que me había dejado ver a David tan mal.

Pasadas las cinco de la tarde me desperté sobresaltada por unos puños golpeando mi puerta, me preguntaba quien sería a estas horas, cuando la mayor parte de mi amigos tenía claro que yo me encerraba en el estudio por las tardes y que por lo general no atendía ni el móvil ni mensajes y menos un llamado a la puerta.

En un día normal a esas horas no me encontraba por casa, pero la noticia de David me había dejado tan a mal traer que había preferido suspender mi agenda y quedarme a descansar.

Había dicho a la banda que hoy no ensayaríamos para la presentación del fin de semana, que me sentía mal, un poco agotada y necesitaba espacio para liberarme del estrés, en el fondo tenía claro que no me lo habían creído del todo, por que a mi eso de mentir se me daba fatal pero también estaba segura que ninguno de ellos se atrevería a interrumpir mi día de descanso, por que me iban a poner de una mala leche que ni quien me aguantara después.

Me cubrí con una bata de levantar y me encaminé hasta la puerta, puse mi ojo en la mirilla y no me podía creer lo que mis ojos estaban viendo.

Me restregué los ojos a ver si mi modo somnolienta me estaba jugando una mala pasada y estaba viendo visiones, nuevamente volvieron a golpear la puerta y sin duda no había visto mal, era él.

David venía con una sudadera negra con capucha negra, su cabeza estaba cubierta, como si no quisiese que nadie mas le viera.

Le abrí la puerta con un gesto de sorpresa, él se quedó de pie mirándome con una cara de no saber que estaba haciendo allí, que me enterneció, aun así puse un tono de voz un poco duro para preguntarle que a que debía el honor de su visita.

Hoy sale el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora