Prólogo

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Me desperté con Draco al lado y por un momento me sentí viva y feliz, sin dudas y sin miedos. Me levanté y me fui a trabajar en el ministerio donde me esperaba una montaña de trabajo atrasado cuando vi un archivo que me llamó la atención, pues era rojo con letras negras en el: GIRATIEMPO TRUCADO REQUISADO, no se porqué dejé a un lado el archivo de a muggle y abrí el otro.
El 23 de enero de 2017 se requisa en casa de Connor Wells, doctor de San Mungo, un giratiempo trucado que en lugar de rebobinar el tiempo lo avanza. Pendiente de ser destruido por la ministra de Magia Hermione Malfoy.
Al instante me dirijo al lugar donde se encuentra ese giratiempo y a saber porque, avanzo la rueda exactamente 11 años. Aparezco en el mismo ministerio de magia, una mujer...¡Soy yo esa mujer! Tengo algunas canas y estoy revisando unos informes, me pongo detrás mío y veo una foto de Scorpius con 9 años, sé que es él porque sería impensable equivocarme, tiene la misma sonrisa, él mismo pelo y los mismos ojos llenos de picardía. Pero no está solo, al lado de él hay otro niño moreno de pelo liso mirando a la nada con una mirada excesivamente pensativa, aunque una pequeña sonrisa se escapa de sus labios. En ese momento el Scorpius de 11 años entra corriendo en la habitación y se sienta con demasiada elegancia en una silla.
–Señorita Granger–dice luchando porque no se le escape la risa–en su agenda de hoy se encuentra acompañar al adorable Scorpius a Honeyducks y a Sortilegios Weasley.
–Hmm–digo yo siguiéndole el juego–No, creo que hoy le tocaba dentista muggle ¿No?
Ambos ríen y Draco entra en la habitación exhausto, el tiempo no pasa por el.
–Perdona amor, Lynx debía de ir a la biblioteca–a eso el niño de pelo marrón entra muy concentrado en algo detrás de mi.
–Deja de ser raro–le grita Scorpius empujándolo.
–No soy raro–dice el muy calmado–solo...pienso.
–¿En que piensas Lynx?–le preguntó yo sonriendo.
–¿Ahora mismo? En la paradoja de todo, es decir, en cómo puede que esto no sea real y sea sólo una paradoja.
–Raro–le pincha su hermano, pero el, sonríe levemente.
–Normal–le contesta–Si yo soy raro, tu eres normal y prefiero ser raro a normal.
–Tiene siete años–suspira Draco–¿Cuando tenga 11 nos hablará de las paradojas existenciales? ¿Como va la peque?
No comprendo lo que dice hasta que yo me levanto y veo la enorme panza que tengo, sin pensarlo retrocedo otra vez para acabar en el ministerio de nuevo. Al instante salí de allí corriendo para mi casa donde abracé a Draco y lo besé.
–Te amo–le susurré.
–Lo se–dijo y le pegué en broma–Te amo.

Pásense por mi historia

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La ley de matrimonio (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora