Capítulo IX ~ La nueva profesora de DCAO

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“Cuando sientas mi calor,
mira dentro de mis ojos,
es donde se esconden mis demonios.
No te acerques tanto,
dentro está oscuro.
No quiero decepcionarte,
pero estoy atado al infierno, aunque creo que todo esto es por ti, no quiero esconder la verdad"
~ Demons, Imagine Dragons

Hermione entró en su habitación de prefecta dando un portazo. Ya se había secado las lágrimas, pero el enfado era aún bien visible en su rostro enrojecido.
«¿Pero quién se cree ese hurón oxigenado narcisista, egoísta y malcriado? ¡Serpiente molesta, grosera y encima pervertido!» gritó con furia la gryffindor. Hizo por tirarse encima de su cómoda cama, cuando soltó un grito: «¡Merlín!¡ Ginevra Molly Weasley me has dado un susto de muerte!». Se puso la mano derecha en el pecho para corroborar que el corazón no se le había escapado. Luego preguntó con una ceja levantada: «Por cierto… ¿Qué haces en mi cuarto? ¿Y cómo entraste?».
La pelirroja río y respondió encogiéndose de hombros : «Por la puerta claramente... Me aburría y decidí hacer una sorpresa a mi mejor amiga. ¿Es acaso un crimen? ¿Quieres que me vaya?».
«No y no. Pero la próxima vez que te apetecerá darme un infarto, avísame» replicó la castaña con una cálida sonrisa.
«De acuerdo, su Majestad, en futuro te enviaré una lechuza» se burló la más pequeña, para luego cuestionar: «De todos modos, ¿Qué estabas parloteando cuando entraste?».
«Olvídalo, Ginny, no merece la pena. ¿Quieres quedarte para la noche haciéndome compañía?».
«¿De verdad puedo? ¡Gracias, gracias, gracias Herm, eres la mejor!» exclamó la Weasley saltando por toda la habitación como una niña pequeña que acababa de recibir su caramelo diario «No te imaginas como son irritantes la estúpida de Brown y la cotilla de Patil...».
La castaña hizo una mueca: «Oh sí, lo sé muy bien… desafortunadamente fueron mis compañeras de cuarto hace algunos años. Nos peleábamos todo el tiempo. Ahora si me disculpas, me voy a acostar. Ha sido un día muy pesado...». Con un movimiento de varita agrandó la cama para hacer caber también su mejor amiga. Después de un rato ambas cayeron en los brazos de Morfeo.

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A la mañana siguiente las dos amigas se despertaron demasiado tarde y tuvieron que correr a clase saltando el desayuno.
«¡Perdone el retraso! Le juro que no volverá a pasar de nuevo...» exclamó Hermione precipitándose dentro del aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Todos los otros alumnos ya estaban en clase desde hace unos quince minutos, hasta las serpientes,así que la pobre gryffindor fue la única a llegar con retraso.
Aún tenía el aliento entrecortado, cuando una voz le contestó fríamente: «Qué sea la primera y última vez».
La nueva profesora de DCAO era una mujer bajita, de pelo corto color carbón, ojos color bronce muy atemorizantes detrás de unas serias gafas rectangulares. «Como he dicho antes, mi nombre es Claire Peckbones y soy la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras durante ese año escolar. Exijo el máximo empeño y respecto por vuestra parte. ¡Qué os quede bien claro: no soy Papá Noel! No le regalo notas a nadie, vuestra evaluación dependerá solamente de vosotros mismos». Se acercó un poco a los estudiantes y prosiguió su discurso: «Hoy empezamos con algo fácil. Quiero que os enfrentáis en pareja, un slytherin con un gryffindor, así que le pelea quizá sea más real y estimulante. La única regla -aparte de no matar a nadie- es que podéis utilizar únicamente dos hechizos: “stupefy” para atacar y “protego” para defenderos».
Hermione todavía no había recuperado completamente el aliento cuando se halló de repente enfrente del único chico que en ese momento no quería ver tampoco fotografiado. «Malfoy… ¿No había suficientes otros estudiantes con quienes hacer pareja?»
«Ya no había nadie válido disponible. ¿Acaso tienes miedo, Granger?»
«Yo no soy una cobarde, hurón» contestó segura la leona.
«Te aviso que quiero un duelo entretenido que merece la pena existir. ¡Prepárate, rata, no iré más despacio porque eres una especie de mujer, así que ten cuidado!»
«No esperaba nada diferente, oxigenado. Entonces… ¡Stupefy!» gritó la chica realizando el hechizo con una velocidad impresionante. Pero el rubio se protegió con la misma rapidez y habilidad, contraatacando enseguida sin perder tiempo valioso.
Todos los duelos terminaron en tiempo record: no más de cinco minutos. Todos a  excepción del entre el Príncipe de Slytherin y la Princesa de Gryffindor. Los encantamientos salían de las varitas de los talentosos chicos con mucha precisión, fuerza y frecuencia. Quien se encontraba en clase, podría pensar estar bajo el chorro de una ducha. Los dos no se concedían un instante de descanso, eran auténticos profesionales.
En cierto momento, quizás después de media hora, ambos duelistas lanzaron uno “stupefy" simultáneamente. Ese acto provocó algo muy raro: las varitas del slytherin y de la gryffindor se conectaron creando un único rayo color rosa. Este fenómeno pareció a todos los presentes similar a la extraña conexión que había entre Lord Voldemort y Harry Potter. Todo el mundo estaba bastante asustado, por esas razones la profesora Peckbones detuvo la pelea: «¡Parad! Ya he visto a suficiencia. Vosotros dos sois los únicos que saben por lo menos tener una varita en mano. Por lo que concierne a los demás, ejercitaos con hechizos aún más simples como “expelliarmus”. Tengo que ausentarme un momento para solucionar unos asuntos. Seguid con los encantamientos». La mujer se marchó del aula muy deprisa con cara preocupada.
Todos los alumnos pronto se olvidaron de lo que ocurrió durante el duelo entre los dos prefectos, porque estaban demasiado desmoralizados y frustrados, porque la nueva profesora les acababa de decir que no sabían llevar a cabo un duelo mágico y estaban cruzando el séptimo curso. Cuando ella aclaró que pretendía mucho, nadie se imaginó “cuanto" era el “mucho” del que hablaba.
Por el contrario, Draco Malfoy, a pesar de que no había propiamente ganado contra su oponente, estaba más que satisfecho de su performance y también asombrado por la táctica de la leona. Hermione, en cambio, parecía sorprendida como los demás por la actitud de la profesora, que la hizo preocuparse aún más por los exámenes finales.
Miró a su hermanastro para averiguar si él también tenía una expresión alucinada, sin embargo no encontró esos bonitos ojos plata que estaba buscando, porque el muchacho le dio la espalda y se sentó en su mesa revelando sólo indiferencia y aburrimiento.
El slytherin se dio bien cuenta de la mirada miel en su nuca, pero no se atrevió a darse media vuelta para encontrarse con esos ojos dorados que lo hacían sentir como el miserable que era. Seguía pensando en la manera ingrata con la que la había tratado el.día anterior, mientras ella sólo intentó ayudarle una y otra vez. Draco estaba consciente que aquellas lágrimas que le hizo derramar a la castaña nunca jamás abandonarían su cabeza platinada.



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