Capítulo XVIII ~ Obsesión con las paredes

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Chica, sabes que quiero tu amor,
tu amor fue hecho a mano
para alguien como yo.
Vamos, ahora, haz lo que yo digo.
Puede que esté loco,
no me hagas caso.
Tú dices, chico,
no hablemos demasiado.
Agárrame de la cintura y
pon ese cuerpo sobre el mío.
Vamos, haz lo que yo digo,
vamos ahora, haz lo que yo digo.
~Shape of you, Ed Sheeran

El Baile de Halloween había sido un verdadero éxito, tanto los alumnos como los profesores pasaron una velada entretenida. El único que sufrió un poco de soledad y decepción fue un cuervo de ojos chocolate. Hermione se disculpó un millón de veces con su pareja, porque la había dejado plantada en el medio de la fiesta. Le vendió excusas tan evidentes (una increíble jaqueca que no le permitía quedarse de pie) que seguro que el chico no le creyó tampoco por un segundo, pero él la quería tanto que logró pasarle por alto al acontecimiento.

Las celebraciones se habían acabado y ya era hora que las clases reiniciaran.
Hermione Granger de perfecta prefecta y estudiante más brillante del colegio se dirigía al aula de pociones, hasta con media hora de anticipación. Lo que no se esperaba era que fuera secuestrada, encima con mucha facilidad, en el medio del pasillo, y fuera batida contra la pared.
«Buenos días, ratita» susurró insinuante un chico algo ocultado en las sombras.
La gryffindor estaba un poquito asustada al principio y sobre todo sorprendida, pero vislumbró un reflejo rubio platinado a la altura de la cabeza del secuestrador y lo reconoció. «¿Qué quieres, Malfoy, tan temprano en la mañana?» preguntó con su típica acidez hacia ese específico interlocutor.
El muchacho en contestación soltó una carcajada divertida «Siempre tan cortés, tragalibros»
«Mira quien habla, hurón. De hecho tú eres el emblema de chico educado por excelencia...» rebatió con sarcasmo y actitud desafiante la leona.
«No lo voy a negar, sé que soy todo un gentilhombre, pero no estoy aquí para hablar de mí» afirmó el slytherin pasando de un tono presumido a uno muy serio.
«¿Ah no? ¿Y de qué quieres hablar entonces?» lo miró con escepticismo y superioridad, pero desde abajo, porque él era claramente más alto que ella.
«De nosotros»
Hermione dio un gritito. Al final el constante pensamiento sobre lo sucedido en la noche del baile, que le había dado un instante de descanso durante hace unas horas, fue despertado en ese momento de cierto rubio. Ese maldito-bendito beso con Malfoy, o más bien “besos". Todos el esfuerzo realizado para sacarse esa escena de la cabeza había sido un total fracaso. De hecho con una simple sentencia la serpiente consiguió llevarlo a la luz de su mente otra vez. La castaña comenzó a sonrojarse sin control y a balbucear. «O- oye, Mal- Malfoy, sé que que fue un un err- error, no te te preocupes. Haré co- como no hubiera pasado nada»
«¡Pero sí que pasó algo! ¡No entiendo hacer como si no haya ocurrido nada entre nosotros! ¿Comprendes?» le gritó el ojos grises ardiendo de coraje por la respuesta de la compañera.
La bruja se encontraba completamente aplastada contra la dura pared y el pecho vigoroso del chico, incapaz de reaccionar como ella deseaba. Sus caras estaban sólo a unos centímetros de distancia, cualquier movimiento habría podido causar otra pasional colisión entre los estudiantes. Por eso ninguno de los dos se atrevió a desplazarse del lugar.
«No finjas que no te importe. Sé que sentiste algo» exclamó con confianza el joven.
«No digas estupideces, hurón. Como te dije esa noche, nosotros nos odiamos y la única relación que tenemos es de tolerancia y respeto hacia nuestros padres» rebatió ella mecánicamente.
Draco soltó una risa amarga y lució su usual guiño arrogante «No te lo crees tampoco tú, Granger. Deja de mentirte a ti misma. ¿La sinceridad no es acaso un valor de la noble Casa de Godric Gryffindor?»
«Yo soy sincera y ahora apártate que llego tarde a clase» terminó ella empujándolo para acudir a lección, o mejor para huir de la embarazosa situación.

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