~Hermanastros~

Capítulo III ~ Es difícil la aceptación

"Puedo fingir una sonrisa,
Puedo forzar una risa,
Puedo bailar y representar un papel si es lo que pides.
Tus palabras en mi cabeza,
Cuchillos en mi corazón"
~Human, Christina Perri

William terminó el cuento satisfecho, mientras Narcissa se secaba unas lágrimas con un pañuelo. Ella estaba conmovida, pero se esperaba que la historia fuera algo muy fuerte, hasta perturbador, para los chicos, así que agregó: « Hijos, nos disculpamos con vosotros por nuestro comportamiento algo infantil y deshonesto, pero os juramos que nos movieron sólo buenas intenciones, o sea protegeros y entender como confesaros nuestros sentimientos sin espantaros y evitando peleas inútiles. Sin embargo he visto que todavía seguís pasando el tiempo entre insultos y riñas. Espero que puedan comprendernos y perdonarnos».
Draco miró rabioso a su madre, dispuesto a irse enseguida de ese lugar, pero ella lo agarró por el brazo. Él la alejó de manera algo brusca y le exigió que lo dejara, porque necesitaba estar solo un rato. Se marchó sin esperar otra contestación.
En cambio Hermione lentamente respondió: « Me decepciona un poco tu falta de confianza en mí y las mentiras que inventaste tan finamente, papá. Sin embargo, entiendo vuestras argumentaciones y preocupaciones...» hizo una pausa «Con permiso, yo también necesito tomar un poco de aire. Buenas noches a los dos». Rápidamente salió del edifico con la intención de encontrar a cierto rubio y de hacerlo entrar en razón antes que hiciera alguna estupidez.

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El rubio estaba sentado en un banco bajo una farola, en un parque muy bonito cerca de casa Granger. Hermione se topó con el joven antes de lo previsto.
«Noticia chocante, ¿Verdad?» le susurró la chica llegando por detrás. Él no se esperaba que alguien lo fuera a buscar y se asustó un poco al oír la voz de una muchacha hablarle, pero disimuló muy bien su reacción, como lo slytherin que era, y preguntó con fingido desprecio y verdadera molestia: « ¿Qué quieres? Vete...».
«No voy a ningún lado sin ti» murmuró con determinación la bruja.
«¿Acaso vienes a rescatarme porque te preocupaste? No era suficiente tener padres flipados, ahora tu también te has vuelto loca, o mejor dicho más de lo que ya estabas... No necesito una niñera, sangre sucia».
«Muy, muy gracioso, hurón. Pero es cierto, tenemos que regresar a casa».
«Yo no voy a ningún sitio si no quiero, menos porque me lo ordenas tú. Porque si no te diste cuenta no soy un crío y ésa es tu casa».
«Quizás ahora la puedes considerar también tuya» bromeó la castaña sonriendo.
«¡Sí qué estás flipando! ¿Cuál parte de "quiero estar solo" no entendiste?
Además, ¿No estás enfadada con los que tendríamos que llamar "padres"?» gritó con resentimiento Draco.
«Sinceramente no. Creo que esa palabra no es la adecuada».
«¿Y qué palabra consideras que es la adecuada? ¿Furiosa? ¿Cabreada?».
«No, Malfoy, nada de todo esto. Yo me siento más decepcionada, porque mi padre, él que yo creía que era el mejor ejemplo de honestidad, traicionó mi confianza. Quizá sí, también estoy molesta, pero no lo estoy porque él encontró el amor otra vez, jamás podría estarlo. Si se ha enamorado de alguien que lo hace feliz y es buena persona...» «¿Cómo puedes saber si mi madre es buena persona?» interrumpió dudoso el ojos grises.
«Porque confío en la habilidad de mi padre en escoger personas justas. Y porque seguramente lo poco bueno que tienes no lo aprendiste de Lucius y tampoco de tía Bella ¿O acaso me equivoco?» Hermione soltó una carcajada, pero se volvió seria enseguida ante la cara que puso Draco al nombrar su padre.
«Te aseguro que yo no tengo nada bueno. Pero mi madre es como un caramelo. Sólo fue una víctima más, que tuvo que protegerme de su propio marido alejándose de nosostros.
Sin embargo, aún no logro entender como tú puedes estar tan tranquila pensando en nuestros padres juntos. No me capacito».
«Para mí es más simple, porque yo nunca he tenido algún tipo de prejuicio y no suelo despreciar a la gente por su estado social o de sangre, como en cambio otros hacen, ¿Verdad, Malfoy?» explicó la chica siempre con más seriedad y determinación.
«No es fácil como parece liberarse de opiniones que te clavaron en la cabeza desde que pronunciaste la primera palabra de tu vida».
«Lo sé, pero te aconsejo que hagas un intento si le quieres a tu madre. Habla con ella e intenta entender en serio sus sentimientos. Ahora si me disculpas quiero volver a casa. Esta noche hace bastante frío a pesar de que aún estamos en verano».
Esa afirmación hizo que Draco se fijara por primera vez en la apariencia de la chica. Estaba temblando visiblemente, porque soplaba un viento helado. Ella llavaba un vestido veraniego negro con flores coloreadas, constituido por unos shorts a sustitución de la falda, que dejaban al descubierto sus largas piernas torneadas y algo bronceadas. En la estrecha cintura tenía un cordón marrón que se movía siguiendo las caderas de su dueña. Ella le daba la espalda, porque ya había empezado a caminar hacia casa, y él tenía una espléndida visual de la parte trasera de su cuerpo. Se detuvo más tiempo de lo necesario en un punto que nunca imaginó mirar con lujuria perteneciendo a una sangre sucia. No quiso pensar en lo bien que estaba esa parte, por lo que apartó la mirada, admirando un rato su larga melena castaña con mechones dorados, que caía hasta la mitad de la espalda en olas suaves.  Cuando se dio cuenta que además de sus pensamientos, también la chica se había alejado demasiado, gritó para llamar su atención:« ¡Granger! Epera que no me acuerdo donde vives...».
Corrió unas decenas de metros para alcanzarla, mientras que ella se reía pacíficamente. Caminaron uno al lado del otro en silencio, por fin sin que volaran insultos.
Cuando llegaron a casa Granger, Draco paró la mano de Hermione, que estaba por girar la perilla de la puerta para entrar y le susurró en el oído: «Que te queden claras unas cositas: yo regresé porque yo quería y si nuestros padres son pareja no significa que tú y yo somos algo, menos hermanos».