Camino lentamente por las calles donde antes paseábamos, dónde antes reíamos de tonterías que llegaban a hartar a los demás y dónde también el suelo y los árboles fueron testigos de cuanto te amé en silencio y seguramente se percataron de que tú ocultabas lo mismo. Se dieron cuenta de tu confusión y de la ira de lo contrario o de la realidad.
Me obligo a sonreír, tratando de recordar los viejos tiempos en los que la inocencia e ignorancia del otro nos llenaba el ojo. La amistad se quedaba muy corta a lo que florecía poco a poco con el paso el tiempo y desde luego al miedo del olvido que terminó siendo totalmente imperceptible en los últimos momentos.
No puedo dejar de caminar en círculos sobre la arena, siento que el mar es una de las pocas cosas que siempre nos conectan por más alejados que estemos el uno con el otro y al igual las estrellas son las únicas que me consuelan al saber que compartimos aun el mismo cielo y la misma memoria ¿O será que dejaste de evocarme en ella?
Le temo aún a la oscuridad pero he tenido que enfrentarlo solo, pues rompiste una de las tantas promesas que nos hacíamos mientras estábamos acostados en el viejo sillón de aquella deshilachada sala cuando veíamos la más inepta de las películas de fantasía. Solo elegíamos la primera que salía en el menú y mientras nos dedicábamos tan solo a conversar hasta que el aire nos faltara, tú ocupabas tus ágiles dedos en mi cabello apenas creciente. Lo juraste con voz firme, juraste protegerme dentro de la sombra que evocaba la oscuridad, juraste cuidarme y susurrarme por las noches que estaríamos bien, juntos, hasta que te marchaste. Te fuiste tan dudoso del futuro que los tropezones que diste por la habitación me demostraron que tenías miedo y el tener miedo era lo último que necesitábamos para vencer un futuro lleno de sombras.
Muchos pensarán que tan solo se trataba de dos viejos amigos que pasaban buen tiempo juntos, que necesitaban contarse las viejas penas pasajeras y que compartían las sudaderas por el viento que evocaba el invierno. Pero no. Otros cercanos pensarán que se trataba de un viejo amor veraniego que debía acabar por el bien común, porque por muy cercanos que fuéramos éramos tanto como el frío y el calor. Todos estaban convencidos de que acabaríamos desechos, llorando en el brazo de uno de ellos y después de los meses difíciles estaríamos en busca de otro amor pasajero. Pero se equivocaron.
Ambos pensábamos igual pero bien sabes que fingíamos ser diferentes y lo demostraste ante los celos, ante la rabia que te provocaba verme en brazos de otros, lo demostraste ante las dudas que te formulabas día con día y lo demostraste al darte la vuelta y desaparecer para siempre de mi vida sin dejar de vigilarme.
Siento aún una que otra mirada, que me observa, averigua y te reporta cuando tomas la mano de ella. Escucho los cuchicheos de la gente cuando me ven tomado de la mano de otro chico que jamás ocupará el lugar que te sigo guardando en lo más profundo de mi esperanza y de mi fe. He oído que has encontrado tu media naranja, lejos de este desdichado pueblo ¿Pero porque huiste cuando te diste cuenta que en realidad estaba aquí, a tu lado?
El alcohol me recuerda los momentos agridulces cuando me demostrabas un poco de tu verdad. De nuestra verdad que adopté erróneamente. Cuando estábamos en el éxtasis del tequila hablabas, me hablabas de cosas bellas y de un futuro maravilloso. Juntos. Cuando estábamos dentro del éxtasis del whiskey me besabas lentamente tras la oreja y dormías poco a poco en mi regazo. Cuando estábamos en el éxtasis del vodka llorabas y me decías que estabas aterrado de mí, de cuanto me querías pero a la mañana tomabas tus cosas y me dejabas una nota de disculpa.
Dormí bajo la niebla de tu aroma, que dejaste bien adherido a las almohadas y el sofá. Dormí pensándote feliz en los brazos de una chica y no del chico que terminará amándote como nadie lo ha hecho y que se refugia en las manos ajenas para tratar de borrar un poquito de tu sensación. Seré aquel chico que buscó en el whiskey los besos detrás de la oreja y seré aquel que verá aun las mismas estúpidas películas al principio del menú. Seré aquel que le susurre lentamente al mar cuanto te extraño y a las estrellas cuanto te amo aún. Seré aquel que se recuerde tu ausencia cuando le diga a otro chico que lo ama cuando sea mentira, seré aquel que llorará cuando la oscuridad espese más. Seré aquel que vea todas las mañanas la puerta del departamento, pensando en que hubiese pasado si nunca te hubiera dicho cuanto te amaba en secreto y seré aquel que odiará usar aquellas viejas vans porque sé que usarás las tuyas cuando salgas a una cita con ella para tratar de recodarme un poco. Seré aquel que seguirá enamorado del mismo chico, de aquel al que le juró amistad y terminó dándole el corazón y las lágrimas.
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Memorias de la noche
RastgeleGuardemos silencio durante algunos instantes, observa tu alrededor, siente tu pulso y tu respiración y presta atención a lo que viene porque seguramente pensarás que las coincidencias existen, que lo que pensaste una y otra vez está escrito en estos...