•Papás•

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El Teniente Coronel Ichinose se había acostado a las cinco de la mañana aproximadamente por estar ocupado con su trabajo. Literalmente se sentía como la mierda cuando fue a dormir, deseaba que nadie lo despertara en los próximos diez años para recuperarse de ese agotamiento. Necesitaba dormir mucho tiempo, o al menos así lo quería hasta que lo despertó un estruendoso sonido en la cocina que guardaba una similitud increíble al que produciría las ollas al caer.

Miles de maldiciones escaparon de su boca mientras se sentaba y veía que sólo habían pasado diez minutos desde que había intentado dormir. Sus ojos ardían y pesaban de una forma desagradable. Se levantó y salió de su cuarto para estar dispuesto a enfrentarse a la persona que estaba haciendo un desastre en la cocina, aunque ya se hacía una idea de quién podía ser.

Para su desgracia, su cocina estaba llena de gente. Shinya y los otros miembros de su escuadrón estaban presentes. Shigure y Sayuri cocinaban, y cerca de ellas estaba el pequeño Yuu que había cumplido trece años recientemente, éste trataba de recoger unas ollas con la ayuda de Shinya y Mito.

—Mierda —gruñó Guren mientras se ganaba la mirada de los presentes—. ¿Por qué demonios están todos aquí?

—Buenos días, Guren~ —canturreaba Shinya alegremente mientras terminaba de guardar lo que se había caído.

—Buenos días, Guren-sama —Sayuri sonrió cálidamente—. Vinimos porque pensamos que sería agradable desayunar todos juntos.

—No hay nada como comer en familia —agregó Goshi para tratar de aligerar la tensión del pelinegro.

—¿Y tirar cosas y hacer ruido es parte de eso? —gruñó una vez más el de ojos violetas—. Ustedes son tan ruidosos que no pude dormir nada.

—Eres un malagradecido —objetó Mito frunciendo el ceño.

—Es mi culpa —murmuró Yuu en voz baja—. Se me resbalaron las ollas sin querer. Lamento hacer ruido.

El pelinegro mayor se quedó viendo al pequeño. No era normal que éste se disculpara y pusiera una expresión tan apenada al respecto. Todos los demás esperaron la respuesta del de tez bronceada, quien al final suspiró y revolvió el cabello del menor.

—No me esperaba menos de un mocoso tonto.

—¡No lo soy! —el pequeño hizo un puchero—. ¡Estúpido Guren!

—Estúpido Yuu —respondió el moreno haciendo un gesto de desdén—. Ve a arreglarte el cabello, estás hecho un desastre.

—Eso es culpa tuya —se quejó el niño mientras se marchaba y se quejaba por lo bajo.

Una sonrisa baja amenazó en formarse en la boca de Guren. Ése mocoso de verdad era muy tonto.

—Qué maravillosas son las relaciones padre-hijo —Shinya comentó, y el azabache hizo una mueca cuando vio que éste llevaba una cámara en sus manos—. Es una suerte que haya podido grabar todo.

—Lo apoyo, Shinya-sama —Goshi dijo con una sonrisa. Al de ojos violetas de verdad le irritaba la complicidad de esos dos, quienes solían ponerse de acuerdo en molestarle todo el tiempo—. Guren es un amargado, pero la expresión le cambia cuando está con Yuu-kun.

—Él es uno de esos padres que aparentan ser estrictos, pero tienen un gran corazón —el albino sonrió ampliamente—. Es tan lindo~

De verdad odiaba esa alianza, pero no podía hacer gran cosa al respecto. El punto en común de Shinya y Goshi era simple: les gustaba joderle la vida.

Después de comer, en el apartamento de Guren se formó un ambiente alegre y familiar. En ese espacio de tiempo, cierto albino tomó la oportunidad de estar un poco apartado con el Teniente Coronel. A cierta distancia de ellos estaba Yuu hablando con Goshi de videojuegos. Resultaba tierno que el rubio tenía que agacharse para estar a la altura del menor.

—Se va a cumplir pronto un año desde que adoptaste a Yuu-chan —le comentó Shinya tranquilamente.

—Simplemente me encontré a ése mocoso por ahí y decidí darle un hogar, porque vi potencial en él para matar vampiros y eso servía para mí —espetó Ichinose secamente—. No lo hagas sonar como si fuese mi hijo. Tengo veintiuno, soy sólo ocho años mayor que él.

—Pero le tienes cariño —la franqueza con la que el de ojos azules le hablaba resultaba irritante. Odiaba que ése tipo hablara como si supiera lo que sentía, y odiaba que siempre tenga razón—. No me digas que no lo consideras como tu hijo, Guren. Él te ve como un padre, te ve como su héroe.

—Ése mocoso grosero ni siquiera me respeta. No me ve como un héroe, ni siquiera lo soy.

—En realidad, sí que lo eres para él. Yuu-chan finge molestia contigo, pero te admira mucho. Le da vergüenza demostrar sus sentimientos, como cierta persona que conozco —la jocosa sonrisa del de cabello blanco no se hizo esperar—. De tal palo tal astilla, ¿eh?

—Cállate —Guren respondió con irritación mientras escuchaba la ligera risita del hombre a su lado—. Yuu también está pegado a ti la mayoría del tiempo y se lleva muy bien contigo. El que parece ser su papá eres tú.

—Ambos somos, en cierta forma, sus padres. Ese aspecto suele formar parte de la relaciones de pareja como la nuestra, ¿no? —Shinya dijo con facilidad mientras le guiñaba el ojo.

—¿Qué... mierda? —Ichinose se sonrojó ante la falta de vergüenza de su compañero. No pudo insultarlo directamente porque éste fue llamado por Yuu, razón por la cual albino se despidió con una sonrisa mientras se iba con el pequeño—. Estúpido... Shinya.


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N/A: Estimados Shinya y Guren, cásense y adopten muchos niños. Adóptenme a también, alv.

Una palabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora