•Mío•

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↪Spoilers del manga. Ubicado cronológicamente en el capítulo 59, después del entrenamiento de Yuu y poco antes del enfrentamiento contra Ky Luc.↩

↪Créditos de la imagen de multimedia a la traducción del manga de Mikasa la de la bufanda roja.↩

↪Gracias por seguir mi último fic. Amé escribir de GureShin/ShinGure. Los adoro.↩





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Osaka. Mansión de Ferid Bathory.

La noche le parece más helada y oscura de lo que debería. En la oscuridad y soledad opresiva de cuatro paredes es capaz de rememorar otras noches como esa, teñidas de recuerdos que preferiría no tener.

En las noches malas, las cosas que más intentaba olvidar regresaban con fuerza. Las pesadillas le causaban una sensación similar a la asfixia. Prueba la amargura en su boca, el desasosiego en su corazón y el miedo que convierte sus venas en filamentos de hielo. El abuso de sus padres. El día que fue vendido y despojado de su apellido. Las pruebas de los Hiiragi y la sangre en sus manos. El trato poco ortodoxo de su familia adoptiva. Las constantes muertes a su alrededor. El no pertenecer en ningún lugar, en ninguna parte...

Claro, al menos encontró su lugar cuando se unió a Guren y su escuadrón. Había encontrado una familia y al amor de su vida. Podía avanzar. Al final, podría ser feliz.

Naturalmente, se equivocó.

Nada lo preparó  para que el hombre que ama asesine frente a sus ojos a muchos de los suyos, se pusiera de parte de Kureto e hiciera que lo encierren en una celda. Las semanas tras los barrotes fueron dolorosas, pero no era por el hecho de estar ahí: fueron los recuerdos y emociones que quisieron terminar con él. El dolor, la confusión, incredulidad, rabia, decepción, traición... Guren lo traicionó con la misma brutalidad que el choque de un camión de cargas.

Sólo su demonio Byakkomaru fue espectador de sus arrebatos de ira los primeros días, los cuales lo llevarían a destrozar varias cosas y a hacerse daño en el proceso. Luego de eso vino la negación. Guren, su Guren, no podía estar haciendo eso por voluntad propia. Estaba fingiendo. Vendría por él, las chicas y Goshi, y les daría una explicación plausible de lo que está pasando.

Después vinieron las lágrimas. Su temperamento fue forjado a base de tortura física y psicológica para abandonar la moralidad humana y adaptarse al horrible mundo en que vivía. No le importaba nada ni nadie, pero Ichinose robó su corazón y su traición lo hizo llorar a lágrima viva como el día en que sus padres se deshicieron de él.

Se convenció de que Guren estaba poseído. Mahiru se adueñó progresivamente de su humanidad. Era eso, tenía que serlo. El mundo se destrozó a sus pies cuando éste por fin dio la cara y lo negó rotundamente. Escucharlo decir con indiferencia que no estaba poseído fue como ser rociado con ácido.

No lo podía perdonar. No podía. Y dolía demasiado. Su relación y confianza se quebraron como el hielo en la llegada de la primavera.

Byakkomaru le dijo que Guren no era bueno. Siempre se lo repitió, incluso antes de que su amistad evolucionara al romance. Desde su juventud, el demonio fue consciente de sus sentimientos y le espetó que el hombre de ojos amatistas le haría daño. Tenía razón, pero nunca quiso verlo.

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