''Me tendrás a tu lado para cruzar el campo de batalla''

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Había una vez dos amigas que se querían mucho. Se conocían desde muy pequeñas, hace unos catorce años. Eran inseparables, pues cada día se contaban miles de cosas que nadie sabía sacado de ellas. Y, aunque a veces el orgullo se las comía, se pedían perdón e intentaban hacer lo posible para estar juntas y olvidar todos sus problemas. Se parecían en todos los aspectos, pero lo único que les fallaba era que una siempre pensaba en positivo y estaba contenta y sonriente, pero se comía la cabeza por cualquier tontería, y la otra que siempre pensaba en negativo, pero era sabia y tranquila.

Un día, las dos se pelearon. Pero no era por sus tonterias de siempre, sino por algo más fuerte. Un secreto que hacía tiempo que tenían guardado fue expulsado por la boca de la amiga positiva.

-¿Cómo has tenido santísimo valor de decirle mi secreto? ¿No se te cae la cara de vergüenza?-dijo la negativa. 

-Lo sé, ¡Perdóname! Se me escapó, esque estaba muy confusa y... 

-Creo que ya eres lo suficientemente mayorcita como para saber que vivimos en un mundo donde las excusas no existen, donde todo lo que empieza, termina, y que nada es para siempre. 

-¿Me estás diciendo que nuestra amistad se ha terminado? -preguntó la positiva- .Va, perdóname por favor, no lo quería decir, ¿De acuerdo? Se me escapó, lo siento... 

-Sabes que no soy rencorosa, pero... ¿Tú? ¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Sabes? Pensaba que eras diferente a las demás, nunca te vería capaz... Ya no sé ni que pensar, pero en estos momentos sólo quiero estar sola, lo siento.

Y se fue lejos de aquella casa. Nunca volvieron a saber nada de ella, no sabían dónde se había ido y su amiga pensaba cada día en ella. Todo el tiempo lloraba y la añoraba y se sentía muy culpable por lo que había hecho. Sus amigas la miraban con mala cara. Ya no era la típica chica alegre que saludaba a todo el mundo y se reía por cualquier cosa, ahora era la expresiva, la que se quejaba por todo, la insoportable. Pero una cálida tarde de verano, una mujer vieja tocó su puerta. ¡No lo podía creer! ¡Era ella! ¡Después de tanto tiempo esperándola, la vio! En ese instante se sintió la persona más feliz del mundo...

De repente, una luz muy fuerte la atacó a los ojos y, poco a poco, los fue abriendo...Sentía voces susurrando... 

¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? ¿Por qué me mira con esos ojos? -pensaba- ¿Que hago en esta cama? ¡Respondedme por favor!

Cuando pensó esas palabras y miraba a los médicos con los ojos abiertos, su amiga se acercó a ella y la abrazó bien fuerte. 

-¡Oh! ¡Te he echado tanto de menos! No sabes todo lo que he pasado -dijo mientras lloraba-. ¿Recuerdas cuando nos peleamos y te fuiste de mi casa? Pues después de esto te atropelló un coche y has estado en coma durante dos meses. Me siento tan culpable...

La amiga que estaba en la cama no se acordaba de nada. No sabía por qué motivo era su pelea, no recordaba a nadie, tan sólo su amiga. Y, claro, ella no había dejado de ser como era, seguía siendo la negativa, pero no podía ver cómo una gran amiga lloraba tanto por ella. Así que intentó levantar un poco la voz y le dijo:

-¿Sabes? No vale la pena estar mal. Tu siempre me has enseñado a ver las cosas de una manera positiva, me has enseñado a valorar las cosas como realmente son de verdad. Me has enseñado a respetar, a sonreír, a vivir. La verdad es que me he cansado de ser como soy, de quejarme por todo. Así que te propongo esto: ¿Que tal si tú me sigues enseñando estas cosas a lo largo de mi vida, y yo secaré tus lágrimas cuando estés mal? Al fin y al cabo, eres como una hermana para mi.

Su amiga, después de oír sus palabras, lloró aún más. Pero esta vez no eran lágrimas de tristeza, sino de felicidad. Felicidad al saber que tenía a una amiga a su lado y que pasara lo que pasara, no se volverían a enfadar nunca más por una tontería como esa. Porque las amigas, por mucho que se dejen de hablar y por mucho que no se vean, siempre perdurarán en el corazón.

El que no vaig tenir ocasió de dir-teWhere stories live. Discover now