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28| ¿Luna de miel parte 2? No realmente

—Bebé, ¿ya estás lista? —escuché gritar a Justin desde afuera.

—¡Sólo un segundo, Jay! —grité y me puse una última capa de lápiz labial.

Chequé mi atuendo una vez más. Un vestido negro largo con mangas. Mi cabello estaba peinado lacio y acomodado a un lado de mi cuello y mis labios estaban acentuados con un lápiz labial rojo sangre.

Salí de la recámara de la suite y vi a Justin sentado en el sofá.

—Estoy lista —dije, alzó la vista y sonrió.

—Te ves tan bien como siempre —dijo y caminó hacia mí antes de besarme en la frente.

—Gracias —sonreí y entonces salimos de la suite rumbo al comedor.

¿Dónde estamos? Estamos en las Maldivas porque desde que Justin y yo decidimos comenzar desde el inicio, mi señor esposo quiso tener una segunda luna de miel también así como así, aquí en las Maldivas, en un yate privado.

—¿Está todo listo, González? —le preguntó al administrador del barco cuando llegamos al comedor y él asintió.

—¿Qué está listo? —pregunté yo.

Ha estado haciendo algo secretamente desde esta mañana con personal del yate y no me dice nada.

—Sabrás pronto, bebé —dijo y besó la palma de mi mano.

Entramos al comedor y estaba iluminado muy tenuemente y un aroma placentero invadió mi nariz.

—Me voy a tropezar —murmuré y me aferré a su bíceps.

—Aquí, siéntate —dijo cuando sacó una silla de su lugar y me senté en ella.

Después de eso sacó un encendedor y encendió las tres velas que estaban sobre la mesa y pude ver lo que había a mi alrededor.

Sonrió y subió y bajó sus cejas haciendo que soltara una risita.

Entonces abrió una botella de vino blanco y lo sirvió en mi copa y luego en la suya antes de sentarse enfrente de mí.

—Brindo por ti y por mí... por siempre —dijo y yo sonreí mientras chocamos nuestras copas antes de beber el vino.

—¿Entonces decidiste ser cursi hoy? —dije.

—Oh, sólo hemos empezado, Scar, seré muy cursi esta noche —dijo y me giño el ojo haciendo que yo rodara mis ojos juguetonamente.

—Por favor traigan la comida —dijo y el personal salió de algún lugar y nos sirvieron la comida.

—¿Ha tratado de contactarte Brandon de nuevo, después de eso? —preguntó.

—No, fue sólo mamá la que llamó para preguntar si estaba bien, ella no dijo nada sobre él —dije y él asintió.

Después de eso comimos la cena mientras hablábamos de cualquier cosa, como los cachorros y música. Entonces nos paramos a la orilla del yate, con él detrás de mí, con sus brazos a mi alrededor mientras contemplábamos el océano.

—¿Piensas que deberíamos comprar una nueva casa? —el preguntó y yo fruncí el ceño.

—¿Por qué? No... —dije

—Sólo me lo preguntaba... —dijo él.

—Me gusta nuestra casa, me he conectado con ella, ¿sabes? —dije y el sonrió.

—Sí... —dijo él.

Nos quedamos en silencio cómodamente hasta que sentí que me dio un beso húmedo detrás de la oreja y me dio besos bajando por el cuello.