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Logan no parecía estar de humor esta mañana. Lo escuché hablar por teléfono con su madre, quejándose del mal servicio del camión de mudanzas. Preferí solo escucharlo por unos momentos, antes de que comenzara a gritar y probablemente ocasionara un accidente. El volumen del estéreo estaba por debajo del número diez, teniendo que agudizar mi oído al máximo para descifrar el significado de la canción que sonaba. No tomó mucho tiempo para que Logan se tranquilizara y por fin decidiera subir la intensidad de la música. Claramente quería prestar atención para comenzar a criticarla. Un suspiro se disparó fuera de los labios de mi amigo. Giré mis ojos hacia él y pude notar las oscuras bolsas que ensombrecían bajo sus ojos.

-¿Pasaste una mala moche? -por fin me atreví a hablar.

-No tienes ni idea. -Me sentí mal por él, necesitaba descansar. -Ve a casa y duerme, Logan, no es bueno que trabajes luciendo como zombie.

-Creí que las ojeras se me veían de lujo con estos zapatos -amo el rápido cambio de humor de Logan. Su sonrisa me contagió alegría y una risa salida desde mi garganta.

-Trataba de hablar seriamente -me miró por segundos y de nuevo sonrió.

-Diviértete en el trabajo, Sadie -retiró el seguro de las puertas y detuvo el auto. Me acerqué a su mejilla y deposité un beso en ella escuchando como reía despreocupado.

-No te preocupes en venir por mí, mándame un texto y trata de descansar -y cerré la puerta del auto. No quise escuchar sus conclusiones, aunque yo misma me estaba haciendo las mías.

Harry estaría esperándome sentado en la cafetería y yo no quería hacerlo esperar, así que me dirigí hacia aquel lugar. Su suéter lo llevaba doblado en mi mochila de trabajo. Tenía la intención de devolvérselo y agradecerle nuevamente por haberme llevado a casa sana y salva, según había leído en mi diario. No estaba segura de pedirle que me llevara de nuevo, pero si Logan no podría pasar por mí, no tenía otra opción. Y una parte muy oscura y siniestra de mí, esperaba que mi amigo se tomara en serio lo de descansar.

-Buenos días, Sadie -de nuevo sus ojos me atravesaron. Se encontraba sentado repasando con su mirada las páginas de un libro irreconocible para mí. Se levantó de su asiento y me saludó con un beso en mi mejilla, después movió la silla frente a la suya ofreciéndome tomar asiento. Pero mis piernas no pudieron reaccionar tan rápido, aun temblorosas por su cariñoso saludo.

-Buenos días -levemente sonreí. Después de sentarme, él copió mi acción en la silla frente a mí. En su mano levantó una taza humeante que desprendía el olor del café caliente, y me sorprendió cuando la extendió hacia mí.

-Escuché por ahí que te encanta el café.

-Gracias -no sabía que decirle. Mi mente se ponía en blanco cuando estaba en compañía de alguien que no conocía lo suficiente. Sus ojos parecían cansados, justo como los de Logan, a diferencia del color de sus pupilas. Tuve la curiosidad de preguntarle, pero me parecía algo demasiado personal. No era de mi incumbencia.

-Espero que hayas dormido bien con todos esos truenos -sonrió de lado.

-Al parecer tu no -mi boca se abrió sin mi consentimiento. Tragué saliva y observé a Harry reír-. Lo siento, no era mi intención...

-No tienes porqué disculparte -se encogió de hombros-, creo que mi aspecto habla por sí solo -tomé un sorbo de café. Estaba caliente y lo suficientemente cargado de cafeína. Harry seguía mirándome- ¿Crees que es tiempo de que me digas tu nombre? -bajé la taza y lo miré.

-¿Mi nombre completo? -el asintió- Sadie Chbosky.

-¿Nada de apodos o algo así?

-¿Apodos? -mi pregunta pareció divertirle.

Sadie |h.s.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora