XIII

66 5 0
                                    

Han pasado dos días desde el accidente.

Pensé seriamente en no asistir al entierro, pero Harry me convenció al prometerme que él iría conmigo.

Logan se había enterado de la noticia por medio de Julie, quien lo escuchó de Harry; ambos me repetían cuan apenados estaban por la situación y también esperaban hacerme sentir mejor. Pero, ciertamente, no me sentía mal, tampoco alegre. Simplemente no sentía nada.

El día que visite a mi papá pude notar su sufrimiento. Probablemente el esté en una depresión post-muerte, yo que sé. Por un momento, pensé en cómo debe sentirse él. Jamás en la forma que yo me siento, y tal vez nunca podría entenderlo, pero mi corazón punzaba cada vez que él sollozaba. Era horrible.

Después del debate en mi mente, decidí ponerme un bonito vestido negro. Éste caía por debajo de mis muslos y se movía al ritmo de mis pasos. También recogí mi largo cabello en una trenza francesa y maquille ligeramente mi rostro.

Harry llamó avisandome que pasaría por mi, y en quince minutos lo cumplió.

-¿Cómo estás, Pooh? -preguntó vacilando.

-Bien, gracias -mi respuesta lo desconcertó, pero solo asintió. Esta vez, la voz de Presley fue ausente, y me pareció extrañarlo. Durante el camino, Harry intentaba hacerme sonreír y realmente lo hacía. Lo quiero tanto.

-Oh, Sadie, querida -Julie dijo en un suspiro mientras me sostenía en sus brazos. Podía reconocer los rostros de las personas que se encontraban al lado del ataúd; sin embargo, no quise ir a saludar.

Todo este asunto me parecía tan familiar, y aún así, desconocía el sentimiento.

Cuando reaccioné, correspondí el abrazo de Julie.

-Te he extrañado, Julie -ella sonrió sobre mi hombro.

-También yo, pequeña Sadie -rompí el abrazo con una alegre sonrisa. Me di cuenta de la presencia de Logan detrás de ella, y después sentí sus brazos sosteniéndome entre ellos.

Su cabello ahora estaba más corto, y su rostro estaba saludable.

-¿Cómo has estado, Logan? -él me sonrió y asintió en respuesta.

-¿Qué hay de ti?

-Todo bien -le sonreí.

Harry se colocó a mi lado cuando observé a mi papá caminando hacia mí. La sonrisa que se extendió en sus labios se veía rota e irreal, pero ambos respondimos con una más honesta. Lo abracé fuertemente y de nuevo se puso a llorar. Era algo difícil de ver y aun mas de soportar. Tan solo callé, y espere a que él lo hiciera, también.

La ceremonia inició. El sacerdote frente al ataúd hacía unas cuantas oraciones y arrojaba bendiciones hacia el cuerpo sin vida de mi mamá. Trataba de concentrar mi mente en sus palabras, pero ésta se distraía inconscientemente.
De pronto pude recordar y se me dificultó respirar. Yo había estado aquí anteriormente, por supuesto. Mi mente se cerró y mis ojos parecieron proyectar aquel pequeño recuerdo:

-Buenas tardes a todos-era la voz del sacerdote-. Nos reunimos el día de hoy, para despedir estos cuerpos y que sus almas puedan liberarse hacia el cielo.

Mi largo cabello volaba cubriendo mi rostro. Las nubes grises cubrían los rayos del sol y pequeñas gotas heladas comenzaban a caer de ellas.

Varios pares de ojos estaban puestos sobre mí, algunos susurrando, otros lloraban y los demás tan solo me observaban.

Entonces presté atención al pozo de tierra frente a mí. En él se hundían dos ataúdes, ambos con una cruz dorada en la parte de arriba.
Una joven mujer se arrodilló al lado del pozo, soltando fuertes sollozos. Repetía la misma frase para ella misma mientras dejaba caer un par de flores blancas hacia los ataúdes. Mi corazón se aceleró cuando clavó sus ojos en mí, y entonces saltó corriendo hacia mi, para abrazarme fuertemente.

Sadie |h.s.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora