Del amor al odio

Capítulo 15

- ¡Hombre en el agua! - Gritó el vigía desde arriba en la cofa - ¡Un hombre en el agua, capitán! -

El viejo pirata levantó el catalejo y miró, ahí estaba un hombre aferrándose a un pedazo de madera que lo ayudaba a mantenerse a flote. El capitán se apresuró a ordenar que subieran a bordo al desdichado. Mayor fue su sorpresa al ver que era uno de su tripulación, el cual había partido la noche anterior junto con el Reina Isabel.

- ¡Sam! -

El capitán tomó al hombre en sus brazos como tratando de aliviar los últimos momentos de sufrimiento de su compañero, su cuerpo tenía tantas heridas de balas que era un milagro presenciarlo vivo aún.

-Capitán... la nave...- con sus últimas fuerzas tomó la mano de su capitán -El Sigilosa María y... Salazar... escaparon-

La tripulación guardaba silencio, era doloroso ver morir al compañero que alguna vez lucho hombro a hombro contigo.

-Se llevaron... ellos se llevaron a Jack...-

El hombre intentó seguir hablando, pero no hubo tiempo, su vida se había ido.

Dejando respetuosamente el cuerpo de su compañero, el capitán se levantó, se sacó el sombrero y colocó su mano en el pecho. Toda la tripulación hizo lo mismo en honor al viejo pirata.

El Reina Isabel se había hundido, su tripulación ahora se había reducido y el plan de Jack se había destruido. La balanza nuevamente se inclinaba hacia Salazar, morirían en la batalla de todas maneras sin que pudieran evitarlo.

-Sigan el curso, debemos reunirnos con los demás barcos-

El capitán volvió a su puesto mientras la tripulación se disponía a envolver el cuerpo de su compañero hasta llegar a su destino y ahí enterrarlo.

-Espero que estés bien, muchacho-

Susurró el capitán mientras dirigía la nave, lamentándose el verse imposibilitado de ir al rescate de Jack.

Empezando la tarde, a poco más de dos días de viaje, el Sigilosa María había tocado puerto. El clima frío había resultado beneficioso para el navío llegando antes de lo previsto. Salazar no perdió tiempo, solicitó que su barco empiece con la instalación de la docena de cañones que se había traído para su preparación. Planeaba llevar su nave al día siguiente, lo más temprano posible, hacia donde había escuchado que los barcos piratas estaban escondidos. Necesitaba sorprender a sus adversarios, ya que, con los cañones instalados, la navegación se haría más lenta. Un precio necesario si quería que el barco fuera imparable en batalla.

Jack había pasado todo el viaje en total abandono en la celda, la única visita que había tenido había sido la del teniente Lesaro. gritó e hizo ruidos lo más fuerte que pudo, pero nadie bajó. No había comido ni bebido, su piel estaba irritada por las sogas que habían sido eficazmente amarradas y sin contar con el olor que ahora se apoderaba de él, ya que, en una de las veces que había necesitado orinar, accidentalmente había mojado sus pantalones. Agradecía el hecho de que la última vez que había comido había sido en la tarde el mismo día en el que Reina Isabel se había hundido, sino el olor sería aún más insoportable.

Luego de unos minutos, después de tocar puerto, dos oficiales bajaron y sacaron a Jack de la celda arrastrándolo. Salazar lo recibió con toda la tripulación en cubierta, "-Bienvenido nuevamente, oficial- ", se burló el capitán. Para que luego lo lleven hasta el fuerte donde Salazar arregló su pena de muerte, la cual se cumpliría en la batalla, colgando del mástil del Sigilosa María. El capitán usaría el cuerpo de Jack de la misma manera que el pirata había planeado con él.