Capítulo 4

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Los días pasaban y lo máximo que había podido hacer Jack era detectar cuál de los tres grandes navíos era el más sencillo de hurtar (o comandar, como decía él). El Reina Isabel había tocado puerto hace dos días. Luego de un largo viaje desde mares extranjeros, necesitaba mantenimiento para su siguiente misión. Mantenimiento que cualquier pirata podría hacer, así que no habría problema llevarlo tal y como estaba. Eso, sumado a que su custodia era prácticamente nula debido a que la siguiente misión del capitán Salazar era la prioridad de casi todos dentro del fuerte, la hacía perfecta para sus planes. Tal vez debía agradecerle a Salazar por eso.

Jack había podido pasar un tiempo con el español y la relación que se había desarrollado entre ellos increíblemente le estaba dando mucha ventaja. Debía admitir que se sorprendía a él mismo encontrándose, en ocasiones, con pensamientos dedicados al capitán Salazar, lo atraía y tal parecía que era recíproco. La confianza que el español le estaba teniendo lo había ayudado a saber sobre los ataques que habían hecho en las últimas semanas, las estrategias que usaban y las ventajas y desventajas de cada barco. Todo excepto los futuros planes.

La semana se estaba yendo y él debía llevarse el Reina Isabel sí o sí, pero ¿cómo?, él solo no podría manejar la nave, necesitaba al menos una persona que lo ayudara y no había encontrado pirata que se uniera a él en ello, todos lo creían loco.

Una noche, él mismo se había ofrecido a custodiar un lado del fuerte, justo al frente del solitario Reina Isabel. No podía llevárselo esa noche, pero era muy tentador. Ciertamente, con la oscuridad de ese lado y la ausencia de oficiales, no se darían cuenta del robo hasta el amanecer. Observó el navío y pensó si era posible hacerlo solo. "¿Tendría que levantar el ancla, bajar las velas y dirigir el timón yo solo?", pensó desanimado. Solo tenía una oportunidad, no podía fallar. Y sí, por sí solo fallaría.

-Buenas noches, oficial-

La voz lejana del capitán Salazar llamó su atención, lo vio acompañado del más leal de su tripulación, el teniente Lesaro. Se despedían del oficial de turno que custodiaba la entrada del fuerte.

-Señor- saludó el oficial

-Ánimo, por ahora es aburrido, luego tendrás que comandar tu propia nave-

Las palabras del teniente provocaron una pequeña sonrisa en el oficial.

-Gracias, señor-

- ¿Aún recuerda cuando custodiaba el fuerte, teniente? - dijo Salazar con una sonrisa

Salazar volteó a ver la gran pared que los rodeaba, sus ojos encontraron a Jack a lo lejos, casi perdido entre la penumbra.

-Tiempos muy tranquilos, capitán ¿usted recuerda los suyos? -

Salazar miró al teniente y le sonrió nuevamente.

-Por supuesto que sí, Teniente. Si me disculpa, creo haber olvidado algo importante en la nave. Puede continuar sin mí-

- Sí, claro, capitán. Entonces lo espero en el... -

El teniente no pudo terminar de hablar, Salazar ya se alejaba. Había notado un extraño comportamiento en su capitán, era de difícil de explicar, pero estaba seguro que algo más que sus obligaciones mantenían ocupada su mente.

-Buenas noches, oficial- se despidió Lesaro

-Buenas noches, señor-

Salazar no se dirigía a su nave, su rumbo era, en realidad, hacia solitario oficial que custodiaba (innecesariamente) el lado "más olvidado" del fuerte.

-Buenas noches, oficial-

-Señor- saludó Jack -No esperaba su presencia-

-No creo importunar en sus labores, oficial. Conozco muy bien este lugar-

Del amor al odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora