Capítulo 11: Visitantes

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Capítulo 11

Visitantes

Abrió los ojos y ronroneo de puro gusto, se sentía aun algo cansado, pero estaba satisfecho y calientito, se acurruco más contra aquel fornido torso y froto su cabeza contra él, escucho la suave risa de su alfa al contacto.

─Amor, si no fuera porque sé que eres humano, si no afirmaría que eres un felino.

─Me gustan los gatos, siempre quise uno, pero Howard, nunca me lo permitió.

Respondió aun restregándose contra él.

─Bien, si quieres uno ahora puedes tenerlo.

El castaño le miro a los ojos, sonriente.

─ ¿Es en serio?

─Claro que sí amor, lo que sea por complacerte.

─Pero, ustedes son caninos, no sé, tener un gato, ¿no se lo comerán?

─Vale, ahora no sé si reírme o sentirme ofendido.

Le dijo Steve dándole un pellizco en una nalga.

─Perdón, no quise ofender y sí quiero un gato, siempre quise uno, son bonitos, también quería un perro, Arno tiene uno, pero es muy grande y me gruñía, me daba un poco de miedo, curioso que ustedes no me lo dieran, siendo que son lobos.

─Quizá por que estabas seguro que no te haríamos daño, aquí nadie te lo hará, te protegeré siempre.

─Lo sé, eres mi alfa.

Dijo el moreno con una sonrisa tierna y tocándose la marca en su cuello.

─Espero no te haya dolido mucho.

─Fue placentero, tanto como lo es tu mano en mi trasero justo ahora.

Dijo riendo, pues el rubio luego de pellizcarlo había dejado su mano sobre su redondez y aunque la mantuvo quieta al principio, llevaba rato deslizándola por esta y apretando un poco la suave carne.

─Lo siento, es que eres una delicia.

─Oh no lo sientas, continua, de hecho, quiero sentirte dentro de nuevo, ya sabes sigo en celo.

El rubio le dedico una seductora sonrisa antes de llevar la otra mano al trasero de su omega abarcando una nalga con cada una de ellas y frotándolas para luego separarlas y rozar su miembro con la entrada aun húmeda y flexible, fue muy fácil volver a entrar en él y se delito al oír el jadeo placentero que lanzo Tony durante la intromisión.

Pietro observo a Clint con atención desde que lo vio ir al salón de música, le siguió sigiloso y se escondió tras una columna, al llegar y notar que el rubio se sentaba en el piano y comenzaba a tocar y a cantar, sintió su corazón acelerarse con un ritmo alocado enamorado ante la voz de aquel beta que le robaba el aliento. Ojalá y él pensara en él, alguna vez. Amaba todo de aquel hombre y su talento musical era una de esas cosas que le encantaban.

─Pequeño acosador ¿qué te parece si sales de allí y mejor te sientas y te pones más cómodo?

Escucho que dijera el hombre y salió de detrás de su escondite con un gran sonrojo.

─Lo siento, es que me gusta oírte y...

─No hay problema, te gustaría alguna pieza en especial.

El corazón de Pietro hizo doki doki nuevamente y puso una sonrisa boba, asintió y se acercó al rubio, bajo la mirada al piso apenado y le dio su respuesta.

Obsequio para un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora