Capitulo 1: Despreciado

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Capítulo 1

Despreciado

—Tony ya te lo dije por enésima vez, ¡no es no! Entiende de una vez por todas, tu lugar.

Grito furioso el hombre, el cual estaba rojo por la cólera y tenía el ceño fruncido. Miraba a su hijo con una mezcla de frustración, enojo y desprecio.

—Mi lugar lo comprendo perfectamente, eres tú el que no lo hace. —Replico el muchacho con los brazos en jarras. —Mi lugar es en el taller de máquinas o en la empresa, como tú sucesor, mi lugar es como parte de las industrias Stark, porque soy un Stark y tu primogénito te recuerdo. Mi lugar está en una universidad, aprendiendo ingeniería.

— ¿Cómo te atreves?

Vocifero el hombre sintiendo que sus niveles de irritación habían alcanzado la cima. Un día ese mocoso le daría un infarto. Había días en los que realmente sentía que lo odiaba. No era suficiente malo haber tenido un hijo omega, no, además tenía que ser uno defectuoso y tan idiota, que ni siquiera era capaz de comprender su posición en la naturaleza y la sociedad. Uno tan engreído, narcisista y rebelde, que se atrevía a creerse tan bueno como un alfa o incluso mejor. Pero él lo reconocía, Tony omega o no, era un genio. Lo sabia como un conocimiento, como un dato, pero en su interior seguía pensando que era un ser inferior. Los omegas, todos ellos eran seres inferiores, listos, o no.

¡Qué petulante era ese estúpido muchacho! De no ser por su promesa a su difunta esposa, hace mucho que se habría desecho de ese problema, pero no, prometió que lo mantendría, cuidaría y que le encontraría un buen alfa a futuro y allí estaba con el miserable, ya convertido en adulto, sacándole canas multicolores.

Y además para acabarla de rematar, su otro hijo Arno, también defendía al malcriado ese. Un buen alfa, Ja, ninguno querría tomar a semejante omega, a no ser claro para lo único que servían, joderlos. Y Tony era su hijo, entendía que ese era el papel de un omega, aun así no quería verlo a si convertido solo en un...

Claro otros usaban también a los omegas como mano de obra barata o gratuita y como incubadoras o incluso sacos de boxeo, pero tenerlos a buen cuidado, eran pocos los alfas que se enlazaban a omegas con el deseo de cuidarlos, formar una familia con ellos y hacerlos sus esposos.

Pasaba sí, pero poco y esos alfas eran escasos, además de que obviamente tomaban omegas amables, educados y serviles, alguien como Tony, no servía de nada. ¡Maldición! tendría que tenerlo para siempre o romper la promesa y dejarlo a cualquier alfa que quisiera tenerlo, vamos si el chico no fuera tan latoso, hasta podría venderlo, porque si algún mérito tenia, es que era hermoso. No es que le faltara el dinero tampoco, de hecho, le sobraba, pero podría ganar más vendiendo a Tony, pero ¿quién querría un chico rebelde como ese? Él mismo había tenido que disciplinarlo duramente en ocasiones, pero nada más no aprendía. Suspiro frustrado, esa eran ideas tontas, en realidad nunca vendería al chico. Pero no era capaz de ver un buen futuro para él si su actitud continuaba así. Ningún alfa lo iba querer.

—Tu lugar Anthony, es al lado de un alfa que te controle, esto se acaba ya, voy a buscarte uno y entregarte, estoy harto de ti. —Dijo Howard enfadado, arrastrando del brazo al chico y empujándolo a una habitación. —No saldrás de aquí, sino hasta que estés con un alfa.

Seguidamente coloco el seguro a la puerta y se dirigió a paso lento a su despacho para realizar una llamada. Entro en la estancia y fue directo a su sillón de cuero favorito, marco el número y espero a que le respondieran.

—Rogers, te tengo un regalo.

Howard estaba consciente de sus palabras, sabía que en parte rompía la promesa, pero sólo en parte, porque prometió un buen alfa y el Capitán Rogers, lo era, no esperaba ni remotamente que él tratara a Tony como su pareja, ni que se enlazara con él, pero sabía que tampoco le usaría de forma cruel, ni le haría daño o no mucho. Steve Rogers, era el hombre más honorable que conocía. Era bueno para confiarle a su pequeño rebelde.

El joven desesperado golpeo la puerta una y otra vez, movió la manija con violencia y grito por su libertad hasta quedarse ronco. Solía hacer enfadar a su padre a menudo, pero esta era la primera vez que lo amenazaba con tanta seriedad, sobre entregarlo a un alfa.

Se debatió en el punto a seguir, obviamente no iba a quedarse quieto a esperar al dichoso alfa en cuestión, así que o inventaba algo para romper esa maldita puerta y huir o buscaba la forma de comunicarse con Arno y que lo rescatara. Observo todo a su alrededor en busca de algo que pudiese servirle para sus planes, pero no. Howard no lo confino en su cuarto, si no en uno de invitados, sin nada que le ayudase a salir del embrollo. Observo todo a su alrededor en busca de herramientas, pero nada. Termino haciendo berrinche, al observar las características de la habitación, la cual era mucho mejor que la suya en todo sentido. Por lo visto ser un omega, sólo le valía un pequeño cuarto parecido a los de la servidumbre, aun siendo un Stark, no era suficiente para tener una habitación como la de los invitados.

—Vaya, gracias padre.

Se preguntó cómo sería el cuarto de Arno, él jamás le dejo entrar, bajo pretexto de que, aunque fueran hermanos, un omega no debía entrar solo al cuarto de un alfa sin vínculo, porque los accidentes podían ocurrir. Ja, la razón era sin duda que no quería que viera el lujo y opulencia con que vivía, a diferencia suya. Bueno al menos tenía su taller secreto gracias a su hermano o debería decir hermanito. Eran sólo dos años, pero él era el mayor.

Refunfuño y comenzó su búsqueda de nuevo. Horas más tarde al fin había conseguido violar el cerrojo y salir de su prisión, pero su euforia no duro mucho al encontrarse en el pasillo a su padre junto a un alto e imponente hombre rubio.

Un alfa sin duda, tembló de pies a cabeza al comprender quien se suponía que era.

—Anthony, no estas donde te deje.

Dijo Howard, el chico pensó que eso era más que evidente, aun así, le respondió.

—No iba a quedarme para ser vendido como un cerdo.

Su padre hizo una mueca y luego se dirigió al otro alfa.

—Lo siento Steve, te dije que era algo rebelde. Anthony, espero que te comportes como es debido con tu nuevo alfa, él es tu dueño ahora, por cierto, has sido un obsequio.

El joven sintió un terrible golpe al oír eso, una mezcla de furia y dolor. Lo habían regalado, ni siquiera pagaron por él. Eso le hizo sentirse menos.

—No soy una pinche cosa que puedas regalar.

—Eres un omega.

Dijo el hombre con tono despectivo cómo si eso lo explicara todo.

Obsequio para un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora