16 de julio. 2:40 a.m.

21 3 0
                                    


16 de Julio. 2:40 a.m. Después de varias horas devanándome los sesos he conseguido poner en claro parte del texto. Lo que he leído hasta ahora no me gusta nada. Según el ritual, si escribes ciertos símbolos en el orden correcto y con las oraciones necesarias acompañándolos, comienzas una especie de juego horrible y descabellado. Esto es lo único que consigo descifrar, el resto son palabras sueltas sin sentido.

Temo que al intentar aplicar cierto realismo a mi historia haya despertado algo que no consigo entender. Estoy demasiado cansado como para pensar en ello... se me cierran los ojos.

Más tarde. Acabo de escuchar ruidos en el salón y esta vez no son simples golpes... Me han espabilado al momento. Se parecen demasiado a los de la otra noche. Escribo esto mientras miro intermitentemente a la puerta de mi estudio. He vuelto a poner el sofá para bloquearla. Tengo mucho miedo, por primera vez, desde aquella noche, temo por mi vida. ¡Oh Dios! ¡Acabo de escuchar ese tintineo metálico! ¡Está en el pasillo! Ya no son golpes, son pisadas. El ruido cada vez es más claro, pese a que la puerta está bien cerrada, percibo el sonido de unos pies descalzos dando pasos cortos y pesados. ¡Se está acercando a la puerta! Ha parado... creo que está justo al otro lad... ¡Oh! ¡Está arañando la puerta! No puedo... escribir más... me tiemblan... las manos...

7:20 a.m. Hace unas horas que no oigo nada y está empezando a amanecer. Voy a abrir la puerta.

Tras esta no había nada. Con ayuda de la claridad he reunido el suficiente valor como para cruzar el pasillo y al llegar he comprobado las ventanas y los postigos, estaban cerradas por dentro y los pestillos intactos. Por otra parte, el pasillo estaba seco. la primera noche, cuando esa cosa entró en mi casa, el pasillo y parte del salón estaban húmedos por culpa de la lluvia, y esta última noche también llovía; por tanto, si las ventanas se hubieran abierto, el suelo estaría mojado.

¿Qué ha pasado en realidad? ¿Lo he imaginado todo? Es imposible que algo haya entrado, estaba todo sellado a cal y canto para que nada pudiera entrar. He escuchado ruidos semejantes en noches anteriores, pero nunca había pasado nada igual.

¡Dios mío! ¿Estaré volviéndome loco? ¡No, no, no! Tengo que pensar.

La primera noche, cuando pasó todo, yo me desperté tirado en el suelo, me dolía muchísimo la cabeza y estaba realmente mareado. Después de espabilar cerré la ventana y volví al estudio, entonces vi la maldita frase que había escrita en mi relato "GRACIAS POR DEJARME ENTRAR". Esa noche sí dejé una ventana abierta y, de algún modo, esa fue una invitación para dejar entrar a esa cosa. Pero desde entonces me he asegurado todos los días de bloquear toda entrada posible. Esto no tiene ningún sentido, si puede entrar cuando quiera no creo que la puerta de mi estudio sea un gran impedimento para... ella - ¿Por qué he dudado al escribir la última palabra? – No encuentro ningún razonamiento lógico... debo de haber alucinado.

3:45 p.m. Me acabo de despertar en el sofá totalmente desubicado, nunca me había dormido aquí y me he asustado al verme en un lugar distinto a mi habitación. La desorientación me ha durado poco, después de ver que estaba en mi estudio y que aún era las 3 me tranquilicé.

Recuerdo que después de poner el último punto en el diario lo dejé sobre la mesa y al estirarme en el sofá comencé a amodorrarme hasta que el cansancio me venció. No puedo decir que no haya soñado, pero estos fueron tan tranquilos que me desconcierta sobremanera. Intentaré hacer un breve resumen: Recuerdo estar aquí, en mi estudio, escribiendo una larga novela – algo imposible, ya que aborrezco el relato largo –, llevaba cientos de páginas escritas y de pronto, al entintar de nuevo la pluma, no había nada en el botecito – acostumbro a escribir los borradores con pluma, ya que me gusta hacer honor a ese clásico – entonces buscaba un lápiz, pero no había ninguno. Mi reacción ante esa situación era sentarme en la silla y dejar pasar las horas, sin escribir nada.

Es una tontería de sueño, pero es curioso que después de tantos días sufriendo inefables pesadillas ahora se transformen en esta visión tan desconcertante.

De todas formas, he vuelto a la realidad, y después de dormirme de esa manera a la mañana, sin poder siquiera controlar la soñolencia, me doy cuenta de que empiezo a estar verdaderamente mal. Estoy nervioso por todo, no tengo apetito, en cuanto cierro los ojos los abro de nuevo sobresaltado por haber bajado la guardia. Cuando duermo tengo pesadillas espantosas que perturban y torturan mi mente y al despertar, lo hago entre sudores y con el corazón a mil pensando que ha pasado algo horrible durante mi descanso. Y no sé si llamarlo descanso, porque no duermo bien desde hace una semana, Por muchas horas que me acueste, siempre me levanto fatigado y con dolor de cabeza. Tengo paranoias extrañas y he adoptado ciertas manías propias de un demente; sin ir más lejos, ayer, no sé por qué, antes de acostarme, me santigüé – no soy creyente –.

Desde que empecé aquel relato siento como mi vida se apaga día a día y apenas puedo controlarla. Y hablando del relato... ¡Oh! ¡Maldito relato! Maldigo la hora en la que decidí enfocarlo a esa brujería y ese ritual. Y el ritual... todavía, a día de hoy, no encontrado la página de donde lo saqué. Tengo la certeza de que cuando decidí apuntar lo que leí en ella creo que sentencié mi vida. Ahora estoy siendo acosado por algo maligno, desconozco su naturaleza, ni de dónde viene. Lo que sí que sé es que yo soy el culpable de que haya venido. ¡Todo por culpa de ese condenado ritual!

¡Yo solo quería escribir un relato de terror con un toque de realidad, y ahora la realidad me ha dado el toque en toda la cara!

Más tarde. Me he dormido otra vez en mi estudio. Es de noche y cuando desperté la puerta ya estaba cerrada y trabada con el sofá... debí de haberlo hecho antes de quedarme transpuesto. He tardado un rato en ponerme a escribir, pero no pude hacerlo antes. Al levantarme del sofá, me he dirigido a mi mesa para redactar estas líneas y mi pluma no estaba donde la había dejado – en un agujero del flexo que sirve precisamente para eso – busqué por la habitación y la encontré sobre la estantería donde tengo mis libros. No recuerdo haberla dejado ahí, pero da igual.


Diario hallado en un estudioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora