Epílogo.

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-¡Cariño, estoy en casa!

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-¡Cariño, estoy en casa!

Gritó burlonamente en el vestíbulo resonante. Los sonidos de los talones golpeando contra el suelo de mármol me hacen sonreír, abriendo mis brazos para mi niña.

-¿Dónde has estado?

Preguntó una vez que aparecio en mi línea de visión, se cruza brazos sobre su pecho, sus senos se juntan, provocando que mi sonrisa creciera más.

Doy grandes zancadas hacia ella.

-Solo estaba haciendo flores para mi hermosa chica

Sacó el ramo de detrás de mi espalda. Todos los indicios de ira y sospecha desaparecían de su rostro mientras sus ojos viajan a lo largo de los pétalos de las rosas. 

Ella toma con gracia las flores en sus manos, cavando su nariz para permitirse aspirar aquel aroma.

-Sabes que odio estar sola en está casa.

Ella murmura.  

Suspiro.

-Lo sé bebé, podemos ir a casa pronto, lo prometo.

Le digo, presionando un suave beso en su frente. 

Hemos estado viviendo en Canadá durante aproximadamente dos meses desde que salimos de Nueva York.

Es agradable, no me malinterpreten, pero echo de menos mi vieja casa, y también lo hace Abby. Ella estaba un poco molesta porque tuvo que abandonar la escuela, por razones obvias, pero sabía que no sería una molestia en el futuro, considerando que le permite pasar aún más tiempo conmigo.

Abby dice que quiere esperar hasta que regresemos a Nueva York para casarnos, lo cual lamentablemente estuve de acuerdo.

Quería casarme con ella en el momento en que pusimos un pie en Canadá, pero ella dijo que sería más significativo unirnos en la ciudad donde nos conocimos.

Independientemente de la falta de matrimonio, ella todavía me ama, más que nunca. Se aferra a mí cada segundo del día, y debo en ella atención ,como una gacela sedienta en un abrevadero.

Abby desprecia estar sola en el país desconocido, lo que es completamente comprensible. Intento mantenerla envuelta alrededor de mi cintura todo el tiempo, pero hoy, tuve que salir corriendo a comprar flores para comenzar la tarde libre.

-Mi madre llamó, ella no está muy feliz contigo, ¿Sabes?

Escuchó decir a Abby.

Pongo los ojos en blanco.

-¿Cuándo estuvo feliz conmigo? 

-Comenzó a aceptarte y lo jodiste.

Ella me señala con el dedo, evidentemente aun resentida por lo sucedido.

Reclamada [EN EDICIÓN/TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora