27. Reckless

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Canciones para este capítulo:

All That Matters – Justin Bieber.

A thing About You – Hunter Hayes.

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— ¿En qué resort estamos? —le pregunté a Leo cuando lleguemos

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— ¿En qué resort estamos? —le pregunté a Leo cuando lleguemos.

Boardwalk Villas. Escuché que estaban bien —respondió él. Asentí con la cabeza, hojeando el folleto de guía de viajes de Disney World que había comprado en el aeropuerto.

Leonardo, es el más caro —dejé ir un grito ahogado. Él se encogió de hombros, reclinándose en su asiento. Apreté los labios formando una fina línea, conteniendo una sonrisa. Era increíblemente dulce de su parte hacer todo esto.

Gracias —susurré. Él sonrió, y sus hermosos dientes blancos se dejaron ver. Sus húmedos labios se posaron por un segundo sobre los míos, mientras su frente descansaba sobre la mía.

Te quiero —murmuró. Me mordí el labio, antes de plantar mis labios suavemente en su mejilla.

Se echó hacia atrás, con sorpresa en sus ojos.

— ¿Qué ha sido eso? —preguntó con picardía.

Sólo otro gracias —me sonrojé. Cubrí mi cara con las manos, lamentando parcialmente mis acciones.

Leo me apartó las manos de la cara y me sentó en su regazo. Abrazó mi cuerpo contra el suyo y acarició con su nariz mi cuello.

No eres más que... perfecta —respiró—. No sé cómo he sido tan afortunado. Podría haber acabado con cualquier perdedora, pero mírate, eres todo lo que siempre quise.

Me reí en voz baja, apoyando mi cabeza en su pecho. Fue extremadamente irónico, considerando que yo era "todo lo que siempre quiso" y por él ser todo lo que yo quería...

Tuvo que cambiar mucho.

El taxi paró en una parada, frente a tres hermosos edificios. Leo le entregó el dinero y le dio las gracias al conductor, agarró con firmeza mi mano y me arrastró al vestíbulo.

— Una habitación para McCann —pidió al muchacho que estaba de pie detrás del mostrador. Él asintió con la cabeza, haciendo clic en el ratón un par de veces en algún sitio de su ordeador.

Ah, planta alta, habitación 256 —sonrió.

Leo apretó los labios formando una línea firme y le envió una rápida inclinación de cabeza. Yo, por lo contrario, le envié una cálida sonrisa, dándole las gracias en voz baja.

Dios, ¿por qué tienes que ser tan amable? —gimió. Me reí un poco, poniendo los ojos en blanco.

¿Por qué tienes que ser tan grosero? —repliqué. Él me sonrió, presionando sus labios con los míos, fundiéndolos en un dulce beso. Sus labios comenzaron a moverse contra los míos, empujándome hacia el ascensor.

Reclamada [EN EDICIÓN/TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora