18. Tregua.

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-Uhm ¿Leo? - Le llamé suavemente

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-Uhm ¿Leo? - Le llamé suavemente.

-¿Sí, gatita? - Se burló, y en ese momento supe que sabía que no tenía toalla.

-¿Podrías...

La mano de Leonardo apareció de repente dentro de la ducha, con una toalla morada entre sus largos dedos.

-Gracias. - Respiré, cogiéndola de su agarre. Eché toda el agua por el desagüe y me sequé antes de ponerme la ropa.

El sonrió cuando salí de la ducha y me cogió del brazo, llevándome escaleras abajo y al coche.

(***)

Tragué saliva difícilmente cuando miré el alto edificio. Una banda entera, llena de peligrosas personas esperando por Leo ... y ahora también por mi presencia.

Me cogió fuerte de la mano, llevándome hasta el edificio. Las paredes eran todas grises oscuro y los suelos eran de mármol negro. Una pija presumida de recepcionista se sentaba en la entrada, mirando a Leo sin vergüenza alguna.

-¡Oh, Leo! - Dijo en una irritante voz. Leonardo maldijo bajo su aliento antes de mirarme.

-Por favor, bésame. - Susurró, sus ojos me suplicaban. Fruncí mis cejas juntas pero sus ojos se posaron en la pelirroja y lo entendí.

Me incliné lentamente, presionando mis labios contra los de Leonardo. Él sonrió, sus manos me agarraban fuertemente de las caderas. Escuché a la chica jadear así que me separé, posando mi cabeza en su pecho para un efecto extra.

-¿Quién es esa? ¿Tu nuevo juguete para follar? - Siseo, mirándome.

-No. Déjanos en paz, Virginia. - Escupió

Anduvimos hasta el ascensor y me metió en el con él.

-¡Seguiré aquí cuando te canses de ella! - Dijo Virginia y la mandíbula de Leo se tensó antes de decirme que me quedase en el sitio y andar hacia la chica

-Yo nunca, nunca, me voy a cansar de ella, lo primero. Y segundo, si incluso algo trágico le pasa, nunca vendría a por una guarra como tu. - Gruñó, mirándole fijamente a la cara antes de darse la vuelta y volver conmigo.

Envolvió su brazo alrededor de mi cintura, entrando en el ascensor.

-Adiós, Virginia. - Le sonrió falsamente antes de que las puertas se cerrasen, su cara cubierta de maquillaje desapareció. Leo suspiró, girándose hacia mi.

-Siento que hayas tenido que ver eso, siempre me ha estado molestando y cuando te ha metido en esto, me he perdido. - Se rascó la parte trasera del cuello, mirándome profundamente a los ojos.

-Está bien.

El sonrió, andando hacia mi. Estaba situada en la esquina del ascensor así que su cuerpo nos cubría del mundo exterior.

Reclamada [EN EDICIÓN/TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora