¡El estupido de Matt!

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Todos se quedaron miradome por algunos segundos. Yo estaba roja como un tomate y me agaché intentando esconderme de todos, y más del estúpido de Matt. Creí que ya todo había pasado, pero de pronto...

-Tranquila chica rara, no tuviste que gritarlo en frente de todo el mundo, yo se muy bien que no te gustó. -Dijo Matt.

Yo me quede helada, ni siquiera voltee a mirarlo. El estaba sobre la mesa del comedor mirándome fijamente, al igual que todos del estúpido colegio.

-¿Qué pasa aquí?.- pregunto el señor Richie.

Matt bajó del comedor rápidamente, se sentó y se quedo en silencio igual que todos los demás. El señor Richie no dijo nada más y se marchó. Al terminar el receso salí rápidamente para dirigirme a mi próxima clase -Demonios, mi siguiente clase es matemáticas- pensé.

Si antes odiaba a Matt, ahora quería asesinarlo, pero cuando entré, ahí estaba, tan lindo como siempre, con esa playera verde limón, sus pantalones ajustados color negro y su cabello amarañado como todos los días. Se veía perfecto el cabrón. Yo me siento de tras de el. Pase sin mirarlo a los ojos y me senté.

-¡Buenos días chicos!.- saludo la maestra.

-¡BUENOS DÍAS SEÑORITA MAGUIE! - respondió todo el grupo en coro.

-El día de hoy haremos...

La maestra empezó a explicar lo que haríamos en clase, pero mis pensamientos invadieron mi cerebro. Matt invadió mi cerebro, y mi corazón, carajo. Aveces me preguntaba ¿Realmente me gusta el estúpido de Matt?, me parecía imposible, me parecía perfecto si, pero también me parecía fastidioso, tonto, simplemente estúpido, pero lo quería tener cerca de mi siempre, si el hablaba con alguna otra chica me daban celos. Quería que me hablara con esa hermosa y estúpida voz, pero no quería que se me acercara, quería que me besara, pero si lo hiciera lo abofetearía. Lo amo, pero lo odio.

Término la clase y salimos, sentí que alguien tomó mi brazo con fuerza. Me gire y era el estúpido de Matt.

Mis ojos se abrieron por completo, se me bajo la sangre y comencé a temblar.

-Oye tu, tenemos que hablar.

-¿Hablar? Yo no tengo nada que hablar contigo. Sueltame.

-Si tenemos, sobre lo que paso en el comedor.-explico.

-Eso no fue nada. Que me sueltes dije.

-Si no aceptas hablar conmigo ahora tendrás que aceptar ir al cine conmigo mañana.

-No, claro que no, no me gustas, pensé que te había quedado claro.

-Tu a mi tampoco me gustas, eres testaruda y terca. Sólo quiero que hablemos boba.

-En el cine ni siquiera se puede hablar estúpido.-susurre.

-Hasta mañana entonces Coroline.-beso mi mano.

Me quede paralizada, el sabía mi nombre, y besó mi mano, ¡beso mi mano! Fue asombroso, simplemente perfecto. Tuve su imagen en mi mente todo el camino de vuelta a casa, no podía dejar de pensar en sus labios, sus labios besando mi mano, sus labios pronunciando mi nombre, sus labios, sus labios, sus labio...

-¡Coroline...!-grito la señora Betty.

-Ahora bajo señora Betty.

La señora Betty trabaja para mama desde que papa se fue de casa y jamás lo volvimos a ver. Había salido con mis hermanos al parque, todos traían helados escurriendo de sus manos. Corrieron hacia a mi para abrasarme.

-COROLINE-gritaron todos.

-Hola pequeñines.

-La señora Betty nos compro helados a todos-dijo Ben.

La historia de CorolineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora