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And I don't feel nothing at all

30 de Julio, 2017.
20:20 hrs.
Ophelia.

Llegué a la casa a la que venía todas las semanas. Me sentía triste, esta iba a ser la última vez que viniera a ver a Dustin, al menos hasta que pudiera regresar a Dortmund.

Subí los escalones de dos en dos hasta llegar a la habitación del chico. Toqué la puerta, y cuando dijo «pase» me adentré.

–¡Ophelia!

–Hola Dustin, ¿cómo va todo?

–Bien, ¿y tú?

–Bien– mentí. Estaba a punto de tener un ataque todos los días.

–¿Las trajiste?– asentí y dejé la cajita sobre su buró.

Sé que no debía doparlo, pero él me lo había rogado y no supe decirle que no. No comprendía su dolor, nunca lo haría, así que lo menos que podía hacer era ayudarle a remediarlo, literalmente.

–Gracias, Ophelia– le sonreí triste.

03 de Agosto, 2017.
16:22 hrs.
Marco.

Esta vez le había pasado el manubrio a Alex. No me sentía del todo cómodo con dejarla conducir mi vehículo, pero, ya que no estaba dispuesta a decirme a quién demonios Ophelia le dio las drogas, no hubo otra manera de llegar a donde susodicha persona si es que no conducía ella. 

–¿Me puedes decir a dónde mierda vamos? Estás muy callada– tragó saliva–. ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Vas a hablarme o no?

–¡Cállate!– gruñó. Me encogí en mi asiento de copiloto.

Me incliné por no hablar más durante el trayecto. Provocar a Alex era una bomba de tiempo, no era nada como Ophelia, ella no se sentaría a aceptar que la tratara como solía tratar a mi mejor amiga. Si quería llegar a donde sea que estuviésemos yendo ileso, sería mejor que cerrara la boca... era difícil.

Estacionó fuera de una casa que no conocía. Fruncí el ceño y la miré extrañado, pero ella estaba muy ocupada tratando de respirar adecuadamente.

–¿Estás bien?– asintió, pero no fue para nada convincente–. ¿Quién vive aquí?

–Mis padres– murmuró.

Había oído vagamente del historial familiar de Alex. Por lo que sabía, sus padres y ellas no se llevaban para nada bien, pero no tenía ni idea del por qué. Preferí no preguntarle, se veía muy afectada.

–¿Ophelia le estaba dando drogas a tus padres?

–No a mis padres– abrió la puerta del coche–; a mi hermano.

Se bajó, dejándome completamente desconcertado. Después de unos segundos me bajé yo también y la seguí hasta la puerta.

–¿De verdad quieres que lo interroguemos? Te veo insegura.

–No hay otra forma, Marco. Puede que él haya sido la última persona con la que habló, no lo sabemos– suspiró y tocó el timbre.

Esperamos en un silencio incómodo alrededor de un minuto hasta que un señor de aproximadamente cincuenta años nos abrió la puerta. Era innegablemente parecido a Alex, así que de inmediato supe que era su padre.

Ophelia // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora