14.

270 37 15
                                    

Oh, Ophelia, heaven help a fool who falls in love

01 de Agosto, 2017.
04:30 hrs.
Ophelia.

–De acuerdo, acá está el pasaje, tu pasaporte y tu credencial falsa. Recuerda que no puedes presentarte a nadie como Ophelia– asentí ante lo que decía Jud–. Buen viaje, hermana.

–Por favor, ten cuidado– mordí mi labio, reprimiendo el llanto.

Mi vuelo salía en media hora, con destino a Copenhague, Dinamarca. Si todo salía bien, Mario nunca llegaría a mí.

–Jud, recuerda el plan– asintió con decisión y se acercó para susurrarme algo en el oído.

–El bus sale una hora después de que aterrices– asentí.

Mario creía que me tenía en la palma de su mano, pero eso estaba muy lejos de la verdad. Mario no se esperaba lo que teníamos planeado.

04 de Agosto, 2017.
14:12 hrs.
Marco.

Apenas cerró la puerta, corrí a esta y la golpeé repetidas veces, gritándole a Mario que nos dejara salir, pero fue en vano. Después de eso, busqué otras puertas, ventanas, lo que sea para salir, pero nuevamente no sirvió de nada. Como última instancia, saqué mi teléfono móvil, pero no tenía ni una barra de señal.

Nos iba a dejar en su maldito sótano hasta Dios sabe cuándo.

Me dejé caer pesadamente sobre el sofá, dando un gran y largo suspiro.

–Estamos jodidos– murmuré.

–Ese maldito bastardo hijo de puta.

Comprendía el enojo de Alex, y vaya que lo compartía. No podía creer que pudieran existir personas como Mario, camuflándose como tu mejor amigo cuando en realidad su plan siempre fue dejarte en un sótano para que te mueras de hambre o algo peor. Lo odiaba a él tanto como me odiaba a mí por nunca verlo, y además, por no haber sido capaz de rescatar a Ophelia.

Todos estos días habían sido en vano. Ophelia caería en las fauces del lobo tarde o temprano; Mario sabía dónde estaba, y no tenía a nadie que lo detuviese. Nuestro esfuerzo y trabajo, nuestros descubrimientos, todo había sido en vano. Mario había escrito el final de la historia antes del principio, y siempre supo que terminaría mal para nosotros.

–Tan solo quería hallar a Ophelia, no quería traerla de vuelta en contra de su voluntad ni mucho menos reprocharle algo, solo... encontrarla, y decirle que la valoro mucho más de lo que piensa– sentía la mandíbula tensa, ya que las lágrimas batallaban por salir.

–Tus intenciones fueron egoístas en un principio, pero sé que ya no es así– Alex suspiró y se sentó a mi lado–. Estoy tan furiosa, pero a la vez tan triste. ¿Por qué no confió en mí? Nada de esto estaría pasando, probablemente ya estaría en Dinamarca por ella.

–Ya no sirve de nada lamentarnos– me levanté de mi asiento.

Recordaba claramente que Mario guardaba el alcohol en su sótano. Apenas encontré una botella de Jack Daniels, la abrí y bebí un largo trago.

–¿Qué haces?

–Emborracharme, claramente. No pienso quedarme aquí lamentándome, y como no vamos a salir de este lugar hasta que Mario lo considere correcto... voy a quedarme aquí bebiendo– caminé hasta Alex y le extendí la botella–. ¿Tú que dices?

Ophelia // Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora