Capítulo 4. Cómo descansan los Mugiwaras.

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Lo que ansiaba Daisuke era que Nami le enseñara todo lo que sabía, pero eso tenía que esperar, pues seguía en recuperación, además de que el doctor le gritaba siempre por un movimiento innecesario que hacía

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Lo que ansiaba Daisuke era que Nami le enseñara todo lo que sabía, pero eso tenía que esperar, pues seguía en recuperación, además de que el doctor le gritaba siempre por un movimiento innecesario que hacía. Se sentía muy bien con el apoyo que le estaban dando los mugiwaras, fue algo rápido, pero no se quejaba. Su pierna ya le dolía menos, hasta podía caminar (aunque solo diez pasos), quería salir de ese cuarto tan cerrado que lo frustraba; sin embargo, no lo haría. Nami, un poco cansada, le había dicho que obedeciara a Chopper, aceptó sin más. Después de todo, debería estar bien dentro de cinco días. No era mucho. Cerró los ojos y trató dormir.

Todos, sin excepción, morían de calor. Nami lo había predicho desde que amaneció, pero por la interrupción de Luffy de querer comer, nadie la escuchó, aunque no era problema, de igual manera todos lucían con ropa de baño. Sí, aproximadamente hace unos treinta minutos los sombrero de paja decidieron hacer un picnic en el Sunny.

— ¡Sanji más comida! — gritó Luffy mientras corría con una pistola de agua molestando a Usopp y, a la vez, comiendo su carne con la mano derecha.

Robin y Nami ayudaban al cocinero en traer todas las meriendas, muchos podrían decir de que no lo terminarían de comer, pero eso solamente lo sabía las personas que lo conocían.

— ¡Luffy! — se quejó el tirador, minutos más tarde, se unió al juego, al igual que Chopper y Franky.

— Mocosos inútiles, solo juegan. — murmuró Sanji mientras cerraba la puerta de la cocina por precaución. En sus manos llevaba un gigantesto plato que llevaba encima un tiburón. Al principio, la arqueóloga quiso llevarlo utilizando sus habilidades, pero este se negó, según él, era mucho trabajo para sus queridas.

— Robin, no coman sin mí, voy a traer a Daisuke. — susurró — ¡Chopper!, ¿e-está bien si lo traigo? Se encuentra solo y... — dijo Nami al ver que el reno la había pillado. Sonó nerviosa.

— Supongo que no, pero de igual manera ten cuidado. — tras decir esas palabras, volvió a jugar, esta vez colocándose encima de Franky para poder vencer a Luffy y Usopp que habían hecho equipo.

La navegante fue hasta el cuarto del reno, encontró a un pelinegro con los ojos cerrados y pensando en voz alta, claramente no dormía. Murmuraba cosas que Nami no comprendía, pero al parecer, para él sí eran importantes ya que en su voz se notaba la preocupación. La curiosidad le quiso jugar una mala pasada, pero entonces recordó no hacer preguntas que pudieran afectarle, así que guardó silencio. Caminó con sigilo hasta el individuo.

— Eh, Daisuke. — murmuró cerca de su oído. Se separó rápido de él cuando este se había sonrojado muy fuerte, le causó gracia, aunque no se rió.

— N-Nami. — tartamudeó el muchacho; lo que fuera que estuviera pasando por su cabeza, definitivamente era sobre la navegante ante la cercanía, quizás malinterpretándolo. Daisuke se movía mucho, eso lo percató Nami, tanto así que casi cae de la cama. — M-Muchas g-gracias. — dijo cuando la pelinaranja lo tomó del hombro, logrando tranquilizarlo.

Los celos de Monkey D. Luffy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora