Capítulo 10. Los celos de Monkey D. Luffy

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Daisuke se encontraba afuera de la cocina, donde ahora mismo los sombrero de paja cenaban euforicamente

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Daisuke se encontraba afuera de la cocina, donde ahora mismo los sombrero de paja cenaban euforicamente. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro frustrado. Se dirigió cerca a la cabeza de león, recostando sus dos brazos y apoyando su cabeza. Necesitaba pensar las cosas bien antes de hacer lo que llevaba planeando hace dos días. Sabía que las probabilidades de que tuviera éxito eran nulas, pero, al menos, quería intentarlo. Ahora solo esperaba que no saliera con un golpe en la cabeza por parte de la pelinaranja. Cerró los ojos y sintió como el aire acariciaba sus mejillas, de forma suave y refrescante.

— Así que aquí estabas — dijo Nami tomando por sorpresa al pelinegro, que, como siempre, se mostraba nervioso por cualquier cosa, esta vez por oír la  repentina voz de la navegante. Ella se acercó lentamente a Daisuke, se colocó a un costado y vio primero el mar para después observar de reojo al muchacho. — ¿Te molesta si te acompaño?

Las mejillas del pelinegro se sonrojaron.— N-No, por supuesto que no. Nada de ti es molesto, todo lo contrario... — sacudió su cabeza y trató de corregirse. La pelinaranja rió un poco. — no quise...

— Ya entendí. No te preocupes. — interrumpió la navegante con una sonrisa y, así, tranquilizando a Daisuke. — ¿Pasó algo? — cuestionó. No había visto salir al muchacho de la cocina, y no se había dado cuenta de la ausencia de este de no ser por la arqueóloga.

Evitó la mirada de Nami. La verdad era que no quería hablar nuevamente de Nana, solo quería estar tranquilo y no mostrarse preocupado por la anciana. Últimamente así pensaba Daisuke. Quizás era por el miedo, la opresión en su pecho al darse cuenta que Nana se encontraba sola en esa isla, sin nadie, y con el peor clima. No lo quería admitir, pero sentía pena.

Observó de reojo a la pelinaranja, esta todavía se encontraba mirándolo esperando una respuesta, arrugó su nariz.

— No es nada.

— ¿Estás seguro? — volvió a preguntar Nami para poder sentirse conforme con la respuesta del pelinegro. Sentía que mentía.

— Es la verdad. — dijo este afirmando su respuesta. La navegante dejó escapar un suspiro, resignada. Le mentía. Daisuke miró todo los movimientos de la pelinaranja, como su cabello se movía al compás del viento y esa sonrisa reflejada en su rostro que transmitía calidez. Suspiró. — En realidad, no es la verdad. — Nami lo miró, escuchando atentamente las palabras de este— Nana me preocupa. Siento que algo anda mal.

— Daisuke...

— ¡Nami!

El grito sorpresivo del sombrero de paja hizo que el pelinegro tomara distancia con la pelinaranja, esta hizo una mueca ya que no estaban haciendo nada malo. Sin embargo, Daisuke no pensaba así.

— ¿Sucede algo, Luffy? — cuestionó Nami a la vez que se acercaba al moreno. Se dio cuenta que este tenía las mejillas sonrojadas.

— ¡Franky y Usopp construyeron una máquina para hacer helados! — exclamó eufórico el capitán. La navegante sonrió de lado. — ¡Ven a ver!

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