Capítulo 12. Las lágrimas de Daisuke.

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Nami fijó su vista en la Vivre Card de Nana nuevamente, verificando a la vez si seguían en la ruta correcta, y así lo era

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Nami fijó su vista en la Vivre Card de Nana nuevamente, verificando a la vez si seguían en la ruta correcta, y así lo era. Parecía que realmente se encontraban muy lejos de ella, Daisuke no había dicho con exactitud la ubicación de esta y parecía que el pelinegro tomaba distancia si estaba junto a la pelinaranja. Nami sabía que el chico se encontraba avergonzado, pues era algo humillante la forma en la que ella lo rechazó. Suspiró. Su intento de acercarse a Daisuke no tuvo ningún éxito, ahora solo tenía que esperar el momento apropiado.

Pasó la página siguiente del libro que estaba leyendo, ya había terminado de hacer su mapa y esperaba ser otro cuando llegue en la isla que habitaba Nana, se removió un poco y giró su cabeza en dirección a su capitán, este se encontraba durmiendo encima de ella. Luffy había tomado la decisión de dormir en ese lugar y, como a Nami no le importaba, los dos disfrutaban ese momento. Su cabeza se encontraba escondido por la larga melena naranja  de la navegante mientras que en su dedo enrollaba un mechón de cabello.

— Carne, carne, carne... — murmuraba el sombrero de paja. Una línea de saliva pasaba por sus labios.

— Eso es lo único que piensas — susurró esta con una expresión molesta. Minutos después, volvió a concentrarse en su lectura.

En estos últimos días, todos se habían dado cuenta sobre la cercanía entre Nami y Luffy, no sabían cómo, pero desde que la pelinaranja ingresó a cenar con las mejillas sonrojadas, las sospechas no tardaron en surgir, especialmente la arqueóloga no pasó desapercibida ese comportamiento de la navegante. Tenía muchas teorías. Sin embargo, esa no era la única sorpresa, pues Daisuke, que antes siempre estaba con Nami, ahora la evitaba. Muy raro para los ojos de Sanji. El único que no tenía sospechas era el reno, su alegría se hizo notar cuando se dio cuenta que ahora la pelinaranja y el moreno pasaban más tiempo juntos, como lo era antes.

Y por supuesto, nadie sospechaba sobre un posible beso.

Quizás Nami no se comportaba de una manera diferente hacia su capitán, pero el sombrero de paja sí tuvo un cambio,  y eso consistía en molestarla más de lo normal. Usopp era el detective que los espiaba, aunque nunca los atrapaba.

— ¡Sé que algo traman! — exclamó el tirador levantando su brazo hacia el cielo — ¡Yo lo voy a averiguar!

— tsk, deja de hacer ruido. — se quejó el espadachín a la vez que movía sus katanas a un lado de él.

Robin miró atentamente su libro — Eso no es algo que te incumba, Usopp.

— Sí, lo sé, pero...

— Cada uno tiene su espacio. Eso se debe respetar. — agachó su cabeza y colocó sus dos brazos a los costados, tomando una posición firme ya que Usopp consideró las palabras de Robin como un regaño.

— De acuerdo. No lo volveré hacer. Lo siento, Robin.

— Mira quién habla. — comentó Roronoa Zoro con los ojos cerrados, demostrando así que lo que menos hacía era dormir.

Los celos de Monkey D. Luffy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora