Capítulo 11. Lo que Nami (no) permitió.

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No había hablado con Luffy dos días, ni siquiera se miraban

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No había hablado con Luffy dos días, ni siquiera se miraban. Chopper se mantenía distanciado de ella, el pequeño reno pensaba que la discusión entre el capitán y la navegante era su culpa, si no hubiera interrumpido el momento en que la navegante se encontraba conversando con Daisuke, el moreno no habría tenido esa reacción; gritarle a la pelinaranja el día siguiente.

Se colocó sus lentes y recogió su cabello en una cola, mechones rebeldes se esparcían por su rostro de manera molestosa, haciendo que Nami gruñera en todo momento. En estos últimos días, Daisuke le había dado una Vivre Card de Nana, así que esta era la nueva dirección donde los mugiwaras tenían que ir a pedido de la navegante, como el capitán ya había mostrado su decisión, Usopp no tuvo tiempo de reclamar por si era una trampa, aunque de igual manera nadie le hubiera hecho caso.

La navegante agarró su lápiz para después comenzar hacer su mapa, pero su concentración no era tan precisa como siempre ya que su mente le recordaba en todo momento la pelea que tuvo con el capitán, suspiró. De verdad es que en estos dos últimos días no había podido hacer un gran avance con su mapa, a cada momento se desconcentraba.

— Nami — la arqueóloga miró como la pelinaranja soltaba su lápiz por su inesperada visita, alzó su mirada y vio como esta todavía tenía su hoja de papel en blanco. — A veces es mejor dar el primer paso.

La navegante arqueó las cejas confundida —¿Qué significan exactamente esas palabras? A veces no te comprendo — reclamó.

— Sigues molesta. — dijo Robin tomando asiento a un costado de Nami. —Me pregunto porqué, o por quién...

La pelinaranja lo miró molesta, en cambio, la arqueóloga rió. Desde que esta tuvo la discusión con Luffy, su humor había empeorado, se molestaba de todo y, aunque la navegante no lo quiera admitir, era por el sombrero de paja. Claro que Robin estaba enterada de todo esto.

— Navegante-san — llamó con seriedad la arqueóloga. Nami volteó a mirarla y comprendió al instante que algo le incomodaba a Robin. —Tú y capitán-san verdaderamente no pensaron en las consecuencias. —dijo en forma de regaño. La navegante no entendió por completo sus palabras. Sí, entendía muchas veces a su amiga, pero esta, en varias ocasiones, decía cosas que no comprendía a propósito. Chasqueó la lengua.

— ¿Consecuencias...?

Robin se levantó de su asiento para después dirigirse a la puerta, la abrió y, antes de salir, miró a Nami fijamente. — Hablo de Chopper. Él lloró cuando tú y Luffy pelearon. Él vio todo. — al finalizar, cerró la puerta dejando a la pelinaranja asombrada.

Sus manos se encontraban encima de su boca, cerró los ojos y reprimió cualquier grito que quería salir de sus labios. Diablos, se sentía tan mal. Por eso era que el reno no se acercaba a ella. No sabía que Chopper los estaba mirando, no estaba consciente de que el doctor observaba como el moreno le gritaba o como ella le dio una cachetada a este. En estos momentos, lo mejor no era dibujar su mapa, sino, darles unas verdaderas disculpas a su pequeño nakama.

Los celos de Monkey D. Luffy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora