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— No te estoy mintiendo—. Me contesto Jin mientras jugaba con la fruta picada en su plato—. Pero si quieres te puedo mentir, de todos modos no es como si no hubiera querido hacerlo.

Mis mejillas se encendieron, era por lo menos la décima vez que me sonrojaba visiblemente desde que había despertado, y ni siquiera había pasado más de una hora.

No era por completo mi culpa, pero toparte con un ardiente castaño medio desnudo apenas despertar, era suficiente para poner a mi mente a trabajar y recordar -o intentarlo- lo pasado la noche anterior.

— ¿Entonces realmente no hicimos nada?—. Él soltó un suspiro y se llevó finalmente el trozo de fresa picada a la boca. Observe como un poco del jugo de la fruta resbalaba por sus labios, esos pecaminosos labios que me había encantado poseer la mayor parte de la noche. Y por los que rogaba poder volver a besar.

Si, este hombre me ponía mal. Solo verlo me encendía. ¡Por el amor de Dios, SeokJin, date cuenta de cómo me provocas sin siquiera intentarlo!

— No—. Dijo luego de terminar con su bocado y limpiar su boca—. No me agrada la idea de hacerlo con alguien que esta inconsciente—. Bien, ahora me sentía un poquito enojado conmigo mismo, pero en mi defensa puedo decir que fue mayormente culpa del alcohol y de lo suave que era su cama—. No es divertido si no puedo oírte gemir.

¡Ya era la onceaba vez que mi cara podía hacerle competencia al mejor y más apetecible tomate que existiera en la tierra!

Y él se estaba riendo. En mi cara. De mí. Pero es que era tan hermoso. ¡Ya cálmate HoSeok!

— Eres tan adorable Hobi.

Como pude, aguante las ganas que tenia de echarme en sus brazos y rodearle la cintura con mis piernas para no rogarle que me llevara a su cama a terminar lo que mi ebrio cuerpo no pudo resistir la noche de ayer.

Y es que era tortuoso estar a su lado, desde que desperté en la misma cama que SeokJin no pude si no imaginármelo sobre mí. No solo era indudablemente guapo, y si bien su contextura física cabía en lo que yo consideraba no tanto pero nada decepcionante, en menos de una hora y con los vagos recuerdos de la noche anterior, me había encontrado con un hombre fascinante.

Había preparado una ducha para mí y me cocino el desayuno. Sus atentas y amables palabras cada vez que intercambiamos una ligera y superficial conversación me hacían reflexionar en mis actos y dudar en lo que me había podido meter.

No me convencía que un hombre como el fuera por la vida con las ganas de tirarse al primer chico que se le cruzara. Oportunidades no debían faltarle y mucho menos opciones.

No me atrevía a preguntarle nada al respecto. Y con dificultad había logrado que aquella pregunta que me cruzo por la mente al darme una ducha caliente y toparme con la sorpresa que mi cuerpo estaba en perfectas condiciones, sin ningún tipo de dolor o marca; esa pregunta que se escurrió de mis labios. ¿SeokJin y yo no nos habíamos acostado?

Fue algo que naturalmente pensé cuando me desperté a su lado, pero que al no encontrar evidencia física de ello, pregunte. SeokJin se había reído un poco, pero lo negó, pensé que me había estado mintiendo y que había sido muy suave conmigo, pero tal parecía ser que eso que anhelaba anoche no había sucedido realmente.

Ambos terminamos de desayunar, él se fue directo a lavar los trastes. Su casa era espaciosa, pero tenía un tamaño mucho menor que la excesiva casa de YoonGi. Yo me quede observando casi embobado aquella espalda, viendo esos músculos contraerse levemente por los movimientos de su propietario. Tuve la necesidad de aplastar mi cuerpo en él, y por primera vez en el día no me negué hacer algo tan osado.

Exclusivo  -  [2Seok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora