Capítulo 8: Quien soy yo (Who I am)

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Quien soy yo (Who I am)

-¡Eso, eso – repitió Florencia – que estoy enamorada de una mujer ¡HM! ¡TORTA!

-¿Así? ¿Sin más? – cuestionó Lucía - ¿te despertaste un día y chau, te empezaron a gustar los pechos?

-¡Ay Lucía! – se quejó Carla - ¿podes no decir pechos?

-¿Qué queres que diga? – replicó Lucía – ¿las lolas?

-¡Tetitas! – soltó Florencia.

-Basta – se enfadó Virginia - ¿no ves que la están poniendo nerviosa? – se puso de pie y abrazó a su hermana conteniéndola – ¿cómo no me dijiste antes, boluda? Me lo imaginaba, pero estaba esperando a que me dijeras algo.

-¿Cómo que te lo imaginaste? – Flor chasqueó los dedos - ¡TORTASH! ¿Estoy más machona, no?

-No, Flor... soy tu hermana... me di cuenta – le aseguró Virginia.

Miranda decidió intervenir al ver que los espasmos de Flor se repetían más y comenzaba a darse golpecitos suaves en el pecho – Flor, tranquila, no pasa nada.

-¿Cómo estás tan tranquila vos? – preguntó Lucía a su hermana menor.

-Porque ya lo sabía.

-¿Vos lo sabías? – preguntó Carla y luego giró su mirada a Flor - ¿se lo dijiste a Miranda y no mí...? –Lucía le dio un codazo - ¿a nosotras? – corrigió.

-Miranda me preguntó y no pude mentirle ¡NYA! – hizo un ruido ronco con la garganta - ¡Gato intuitivo! ¡HM!

-O sea, que Miranda es más importante que nosotras tres para vos – apreció Lucía con un tono crítico –mira vos que interesante.

-Yo, por lo menos, me preocupó por ella – replicó Miranda – si le prestarán un poco más de atención se habrían dado cuenta como Vir o como yo, al menos que algo le pasaba...

-Che, che, che que yo me dejo la piel en el hotel...

-¿Se quieren callar de una vez? ¡RABAS NARCISISTAS DEL ORTO! – exclamó Florencia - ¿no sé dan cuenta que esto no va de ustedes? - Vir retrocedió y se sentó con sus hermanas que, con gestos y algunos murmullos, se disculparon con Flor. Ella respiró profundo – necesito hacer esto, necesito dar este paso, pero no puedo si ustedes no me ayudan.

-Habla Flor – dijo Virginia.

-Sí, saca lo que sea que tengas adentro – añadió Carla.

-Yo sé que Lucía me va a tildar de cursi y pesada, pero ustedes cuatro son lo único que yo alguna vez he considerado como familia – Flor soltó aire – y no veo a nadie mejor para abrirme y contar lo que me pasa, nadie mejor donde buscar consejo o refugio que ustedes – se le llenaron los ojos de lágrimas y se sorprendió al notar que sus hermanas mantenían un silencio casi ceremonial – siempre fui señalada, me señalaron en la escuela, en la calle, en mi propia casa; siempre Florencia, la chica especial, pero no porque fuera algo lindo, sino porque era diferente, la que siempre se hacía notar por estar puteando o haciendo cosas raras- señaló a sus hermanas – ustedes mismas se avergonzaban de mi cuando estaba en el velorio de papá y no podía dejar de putear – meneó la cabeza – desde los 6 años, cuando mi mamá me dijo que papá tenía otra familia y que, incluso, tenía una hermana que había nacido el mismo día que yo, y tuve mi primera manifestación de tourette...

-¿O sea que es por mi culpa que tenes tourette? – Carla estaba pálida y angustiada.

-No, Carla, ¿cómo va a ser tu culpa? – Florencia sollozó –si vos era una nena igual que yo, sin culpa, sin errores, no, no te lo digo por eso – suspiró con fuerza – en todo caso, fue culpa de Mario y su incapacidad para ser sincero y leal consigo mismo – Flor se limpió las lágrimas que brotaron de sus ojos – desde ese momento, siempre quise ser invisible, desaparecer – se llevó las manos al bolsillo y estrujó el pañuelo que, desde Inés, guardaba allí – cada vez que veía a mi mamá mirarme con esa expresión de espanto que ponía cuando soltaba algún insulto espontaneo o tenía un espasmo, esa – cerró los ojos como si quisiera pasar un mal trago – expresión de sus ojos de disgusto y vergüenza me persigue siempre que me pongo nerviosa; Florencia... la peor hija que una madre podría tener.

Deseando a una ESTRELLA - FLOZMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora