Capítulo 10: Te veo (I see you)

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Sigo con el simpático Mika y sus excentricidades, aunque La llamada de Leiva me ha hecho mucho bien hoy. Así que podría ser un poco de todo.

Te veo (I see you)

Florencia se dejó acariciar - ¡Ay Jaz! – suspiró - ¿por qué hoy? ¿Qué paso para que, de repente, me alejes de todo y me digas todo esto?

Jazmín se perdió en el roce de sus dedos sobre la piel de Flor, en la fricción suave y familiar – no sé, no pude más – explicó sonriendo de medio lado – no quería pasarme otro día sin vos.

-¿Sin mí? – preguntó Flor como quién necesita volver a oír lo oído para hacerse una idea más clara.

-Sin vos... - le susurró Jazmín acercándose a ella, acortando el estrecho espacio que ya las separaba antes de empezar a andar – sentí que no podía pasar más tiempo sin tenerte cerca, sin acariciarte así... - hizo una pausa – y, ahora, te veo acá conmigo y sé que no podría pasar ni un minuto más sin  amarte como te amo.

Florencia abrió los ojos y tragó saliva - ¿me amas?

-Más que a cualquier cosa que haya amado jamás – contestó la pelirroja.

Las palabras dieron paso al silencio, el silencio dio paso a la necesidad y la necesidad al movimiento. Poco a poco, como si existieran entre ellas miles de kilómetros, las dos se acercaron y sellaron aquel pacto mudo con un roce de sus labios. Un roce tímido, pero tan despojado de temor que terminó en arrojo, en la osadía azarosa de quien encuentra, por fin, ese destino que se negaba a llegar. Que parecía imposible. Un brío de labios y suspiros que trasmutaba la tierra donde posaban sus pies, porque ambas sabían que aquella confesión y aquel beso eran el final de lo que conocían como vida para ambas. Su historia no sería la misma después de este día y ambas lo sabían.

Se separaron, ruidosamente, cuando sus labios terminaron de romper ese beso lleno de revelaciones. Florencia acarició el rostro de Jazmín con las dos manos – decime que no estoy soñando otra vez.

-¿Para qué soñar si podemos vivir? – le preguntó Jaz y se derritió en la sonrisa, en los ojos agitados, llenos de ilusión de Florencia. No pudo reprimir las ganas de volver a besarla, así que lo hizo. Conjugó todos sus deseos reprimidos, confusos y asustados en un solo beso. En uno que, lejos de callar, gritaba.

Flor se separó en busca de aire – Te veo, te veo y no lo creo – confesó – llegó un punto en que pensé que no había manera de que esto saliera bien, que tendría que dejarte ir.

-No me lo habría permitido – contestó Jazmín – no me habría permitido el cuerpo, ni el corazón, alejarme de vos – reveló angustiándose levemente, quizás con el pensamiento de lo que podría ser y no era – por favor, estaba tan ciega, ¿cómo pude pensar que podría seguir sin tenerte?

-No pienses en esto ahora – le pidió Flor.

-Te lastime un montón – Jazmín parecía imposibilitada de detenerse – te hice un sufrir, Flor, que tonta que fui – reveló – todo por alguien que hace tiempo no me importa.

-Pero estás acá, venciste lo que sea que te hiciera falta y me alcanzaste, me volviste a sentir – Florencia se ocupó de contenerla – yo no me porté bien con vos tampoco, no me decidí a jugármela y te puse en una situación complicada – suspiró con cierta tristeza – Elena fue el empujón que faltaba...

-Elena... - la pelirroja miró a Flor – voy a hablar con ella, no sé lo dije, todavía, porque casi salí corriendo del hotel, primero tenías que estar vos, pero te lo juro, le voy a poner las cosas bien en claro, voy a decirle que yo a la que amo es a vos.

-No importa – Flor tragó saliva – hoy, por lo que queda de hoy, que sea de las dos, dejemos a los terceros, las hermanas y los líos del hotel para otro día – y añadió con una sonrisa – vos me esperaste una vez, yo puedo esperarte también.

-Bueno, no fui tan comprensiva al final de cuentas – comentó la pelirroja – podría haberlo hecho mejor, quizás no te presione, pero tampoco te di garantías y me comporté como una idiota.

-Yo tampoco te di garantías, Jaz, tranquila, ya pasó, acá estamos... juntas.

-Es igual – Jazmín meneó la cabeza y la apoyó contra Flor – tendría que haber sido más comprensiva, tendría que haber sido como Inés, estar con vos y acompañarte mientras tomabas tantas decisiones  importantes – soltó el aire que contenía mientras hablaba – Inés... tengo suerte de que seas lo suficientemente tonta cómo para dejarla escapar...

-¡Ey! ¡Que atrevida! – Flor se río del comentario de Jazmín – no la deje escapar por tonta, no te niego que es demasiado... - busco la palabra – irreal – dijeron las dos a la vez y sonrieron –, pero no es la mujer de la que me enamoré perdidamente.

-¿No?

-No – respondió Flor de manera contundente.

-Qué suerte tengo de haberte encontrado, Florencia Estrella – dijo Jazmín.

-No, la suerte hoy está de mi lado, Jaz, hoy, por fin, nos volvemos a ver...

Los labios de ambas se volvieron a rozar y todo aquel sitio donde estaban, sitio que nunca importo, desapareció. Y con él desaparecieron cualquiera de las dudas que ambas tuvieron nunca. Estaban hechas para amarse. Se habían elegido hacía mucho más tiempo del que pensaban. Las había elegido el destino aquel día que se encontraron en el hotel y se rieron de las coincidencias que tenía la vida. Desde aquel día y en cada uno de los siguientes, con vueltas o sin vueltas, se volvieron a elegir. Flor le eligió a Jaz, el día que huyó de la iglesia. Jaz la elegía a Flor, hoy mismo. En una calle cualquiera, cuando abandonaba la comodidad de lo conocido por soltarse al amor y fluir con su estrella.

Deseando a una ESTRELLA - FLOZMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora