Aún algo nerviosa tocó dos veces la puerta. A pesar de ser amigas desde hace ya varios años, sentía que estaba a punto de hablar con una desconocida. Desde aquella vez en el funeral, notó que Luka había cambiado, no sabía cómo estaría ahora.
—Meiko, hola —saludó con un beso a la castaña y después cerró la puerta de su casa con cerrojo—. Lamento si me tardé en salir, no encontraba mis llaves.
—Ay, no te preocupes por eso —le sonrió con dulzura mientras cerraba los ojos—. Esas cosas siempre se pierden.
—¡Kiyo! —abrazó al castaño que las esperaba apoyado en el auto—. ¡Cuánto tiempo!
—Lo mismo digo —las miró a ambas unos momentos y luego añadió—: ambas están irreconocibles.
—¿Por qué dices eso? —rieron divertidas.
—Una porque se ha dejado crecer el cabello —miró especialmente a Meiko y luego a Luka—, y la otra por hacerse una cola de caballo.
—Hey, no te acostumbres a verme así—advirtió Meiko apuntando con el índice—. Pronto me lo cortaré.
—Yo sólo quería estar a gusto hoy —comenzó a acaricia su rosada cabellera y poner un mechón sobre su hombro.
—Da igual —se encogió de hombros—. Se siguen viendo bien hermosas.
Kiyoteru le abrió la puerta del copiloto a Meiko y Luka tomó lugar en la parte trasera.
—¿Han sabido algo de Kaito? —inquirió la castaña
—Creo que dijo que no iba a venir —respondió el varón—. Le pregunté si algo ocurría pero dijo que sólo estaba cansado.
—¿Por qué? ¿Ha estado haciendo algo?
—No lo sé, no quise insistir.
—Deberíamos ir por él —habló Luka—. Siquiera debería ir a verlos a todos un rato.
—No creo que sea buena idea —admitió Kiyoteru—. Tal vez en verdad necesita descansar.
—Kiyo, somos sus amigos. ¿Cuándo fue la última vez que todos estuvimos juntos?
Por un momento la situación se vio bañada en silencio. El castaño miraba el camino pensando en posibles respuestas para aquella pregunta. Respuestas que en lugar de responder, seguramente abrirían más incógnitas poco relacionadas al tema.
—Bueno —habló titubeante la chica que había sido espectadora hasta entonces—, ¿No crees que Kaito, ya sepa eso?
—En realidad creo que no lo sabe —contradijo con certeza—. Creo que necesita que alguien se lo diga.
Meiko miró a Kiyoteru cómo si en él se hallase un instructivo de “qué hacer en caso de”. Pero ni él sabía qué hacer, siempre preferiría respetar el espacio personal de sus amigos y no entrometerse. Y le gustaba ser tratado igual. Mas la rebeldía que Luka irradiaba era esa pequeña piedra que provocaba que todos los engranes de su cerebro fallaran.
—Muy bien —habló por fin—. Te llevaré con Kaito, pero Gumi, y los demás ya nos están esperando…
—No te preocupes —le interrumpió, ya se imaginaba lo que acompañaría a la oración—. Kaito y yo los alcanzaremos después.
Me dediqué a soltar un suspiro. Ese espíritu afable de Luka siempre me hechizó, era sumamente maternal y cariñosa con sus allegados. Estaba convencido de que sería una magnífica mamá el día en que tuviéramos hijos.
Por supuesto, eso jamás pasó. Pero esa actitud de familiaridad seguía ferviente y viva. Tan característico de ella.
—¿Cómo van las cosas allá abajo? —hablaron por detrás de mí. Al girarme pude ver a Kanon que doblaba un poco su postura para alcanzar a ver al lago por encima de mi hombro.
—No sabría decirte aún —confesé moviéndome a un lado para que se sentara junto a mí—. Están menos mal que antes, pero yo no diría que precisamente están bien.
—¿Quién es ella?
—Es mi esposa.
—Era —corrigió—. Si quieres que ella siga adelante tienes que empezar a aceptar que estás muerto.
Preferí guardar silencio. No hacía falta decir que eso me hizo enojar, más también sabía que ella tenía razón. La verdad no mata, pero incomoda.
—¿Quién es él? —preguntó cuando Kaito medio abrió la puerta de su casa, lo suficiente para permitir que uno de sus ojos viera a la persona que había llamado.
—Es mi mejor amigo.
—Era.
La miré tratando de ocultar lo cabreado que empezaba a sentirme, mas nuevamente guardé silencio. Sentí que no estaba en la posición adecuada para tratar de contraatacar. Aún con molestia volví a plantar la vista en el lago, ya me había perdido de algunas palabras que ellos intercambiaron.
—¿Por mí? —dijo Kaito dudatibo—. ¿Por qué?
—Hoy es la parrillada —soltó sonriente—. Andando, nos esperan en casa de Gumi.
La oscuridad que las cortinas cerradas brindaban y la obstrucción de la puerta apenas le dejaron ver cuándo Kaito meneo la cabeza en ademán de negación.
—Estoy algo cansado…
—¿Por qué? ¿Tony estás bien?
—¿Tony? —le tomó unos instantes que su memoria hiciera de las suyas—. ¡Ah, Tony! —subió su tono—. Él... él escapó hace cuatro días.
—Oh. Lo lamento, Kaito —bajó la cabeza sintiéndose un poco tonta por haber dicho algo que tal vez no debía. Mas con la misma rapidez se recordó a sí misma el porqué había ido y alzó nuevamente la mirada—. Kiyoteru me dijo que te sentías cansado.
—A-ah, eso —ahora era él quien cohibido bajaba la cabeza—. Yo estoy un poco enfermo. Pesqué un resfriado y...
—Kaito —le interrumpió posando su mano en la orilla de la entrada—. Tú realmente no quieres ir, ¿No es así?
—Luka abrió un poco la puerta, dejando que un rayo de luz alcanzara la cara de Kaito, marcando una línea justo por la mitad de su rostro entre la luz del día y la oscuridad de su fría casa—. ¿Sabes? Todos estaban emocionados de verte hoy, incluso yo creí que irías, y me alegré de pensar que podría hablar contigo. Es extraño, siento que en estos momentos solo puedo confiar en tí, en el mejor amigo de Gakupo.—Luka...
—Sé que es un poco egoísta de mi parte pedirte esto, pero por favor acompáñame. Me siento fuerte si te tengo conmigo, y justo ahora necesito ser fuerte...
Aunque él quisiera hablar, las palabras dejaron de fluir, veía hipnotizado los ojos celestes de Luka dedicarle una dulce mirada. La trayectoria de la luz pegaba de tal manera en su cabello que parecía que ella misma era quien brillaba. Y sobretodo, sintió que nunca podría cansarse de escuchar su melodiosa y suave voz. Un tono que lo reconfortaba en sobremanera, un simple sonido que le llegó al alma de la forma mas cariñosa posible. Una suave caricia que tomado su mano abrió por completo la puerta para dejarla entrar.
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Cuídala Bien [KaiLuka]
Fanfiction«Las personas suelen decir que todos tenemos un ángel que nos protege desde el cielo... Yo soy prueba de ello». -------------- •Totalmente prohibida cualquier tipo de copia y/o adaptación sin consentimiento previo. •Hermosa portada creada por @-Lonc...