Sin Límites

7. Más que involucrada

Mis manos se mueven lentamente sobre su espalda, intento reconfortarlo, pero él no me da más acceso a su cuerpo.

—¿Qué haces? —pregunta sujetando mis muñecas.

Me aleja de él, me ve con la respiración agitada.

—Solo te...

—No necesito esto —interrumpe—. No me gusta causar lastima, no tolero los abrazos.

—Perdón, yo no quise incomodar, tampoco siento lastima por ti, solamente, no se... quise reconfortarte un poco, me acabas de decir algo que es muy fuerte, solo fue un impulso... Lo siento. —Me disculpo una vez más.

—Gracias, pero no era necesario —responde frio.

Vuelve su vista hacia la autopista, exhala, aprieta sus ojos y
pone en marcha al fin el auto.

No sé qué decirle, quisiera saber más de él, y ya no por el reportaje, me llena de intriga, la tristeza en su mirada, la soledad que transmite... Me recuesto sobre el asiento y me pierdo en el camino, veo todo sin observar nada, suspiro y él aumenta la velocidad.

—Lo que hiciste fue una estupidez —vocifera—. Pero una que agradezco —dice en tono más bajo.

—¿Tú crees que nos sigan? —pregunto.

Niega y aprieta con más fuerza el volante del auto, sus fuertes brazos lucen tensos, está extraño, lo puedo notar.

No tengo idea a donde vamos, veo los edificios, no creo que Amber viva en un sitio así, la renta ha de costar una fortuna, detiene el auto y aparto mi vista del imponente edificio, para verlo a él.

Respira profundo y pasa las manos por su cara, apaga el motor y deja caer la cabeza hacia atrás. Ansias, nervios o preocupación, no tengo idea de que tenga.

—Gracias María Paulina —dice, viendo hacia el frente.

—No hice la gran cosa —respondo.

Giro mi rostro para verlo al oír su risa, pasa una mano por su barbilla y niega sin dejar de reír.

—Mañana hay trabajo, iremos a un sitio como el de la ultima vez, con Amber, a las ocho en la tienda, por favor no llegues tarde.

Me ve y asiento, hace el intento de salir del auto, y en un impulso que no logro controlar, detengo su brazo. Ladea su rostro, está tan tenso que me da miedo hablar.

—Solo quiero que sepas que puedes contar conmigo, digo si alguna vez necesitas ayuda, ya sabes que...

—¿Por qué me estás diciendo esto? —me interrumpe.

Me ve confundido y yo sonrío para tranquilizarlo.

—Me contaste algo, que supongo es una especie de secreto, ¿no?

—No como tal, simplemente son cosas que dejé atrás, no tengo por qué hablar de ello... Nunca lo hago en realidad —dijo pensativo.

—Entiendo, agradezco tu confianza y solo quiero retribuirla.

Me escucha con atención, hace el intento de sonreír y baja del auto, sin despedirse, sin decir nada.

Bajo yo también para subir al asiento del piloto, enciendo el motor, acomodo el espejo retrovisor y siento esa mirada, no ha entrado al edificio, está recostado en una pared, con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans.

Le hago un gesto con la mano, que no corresponde, y me alejo al fin. Se abrió conmigo, Amber había dicho que era reservado y él me contó algo, que posiblemente lo atormente aún.