Sin Límites

14. No quiero dañarlos.

¡Maldita sea! ¿Por qué no corrí la cortina?, siento una pulsación constante en la cabeza, la claridad fuerte invade mi habitación, me siento sobre la cama y todo me da vuelta, ¿qué tanto bebí ayer? Hace calor, estoy helada y pegajosa. ¿Qué diablos?

Bajo la almohada busco la liga que siempre dejo en ese sitio para atar mi pelo, el sudor recorre mi cuello, me siento mal. Aparto las sabanas de mi cuerpo, ¡estoy desnuda! Ni siquiera sé como llegué hasta mi cama.

Paso las manos por mi cara para despejarme de una maldita vez, pocas veces amanezco de mal humor, esta mañana es una de esas donde todo pinta mal.

Respiro profundo uno y otra vez, veo a mi alrededor, no hay nada extraño, llevo las manos hasta mi cuello para limpiar esa leve capa de sudor que ha vuelto a aparecer. Veo mis senos y entonces descubro por qué me siento pegajosa. ¿Qué hice ayer?

"Quiero correrme en tus senos".

¡Alexis! Puedo recordar su rostro, él me trajo a casa, confusas imágenes llegan a mi mente, yo bajando de su auto riendo como una tarada, le di mis llaves... Nosotros besándonos en el sofá, él encima de mí y mi boca llena con su...

—Despertaste. —Parpadeo varias veces viéndolo, pasa la mano por su pelo húmedo y sonríe al ver mi expresión de confusión.

Cierra la puerta del baño pero el olor a ducha fresca aún permanece en el ambiente. Se ve tan guapo, tan estúpidamente sexy, envuelto en mi toalla rosa. Algunas gotas recorren su pecho y otro recuerdo viene a mi mente: yo pasando mi lengua por esa perfecta anatomía.

Apoya un brazo en la pared y sonríe con encanto sin dejar de verme, debo de estar horrible, con resaca seguro tengo la cara hinchada, y apesto a sexo.

—Parece que estás en otro mundo. —Se acerca a la cama y me sobresalto—. Espero que no te moleste que haya usado tu baño, necesitaba una ducha. ¿Estás bien? —Se inclina frente a mí y solo asiento, besa mi frente y se aleja nuevamente.

—Recuerdo poco de lo que pasó ayer —digo al fin, sueno tan ronca que no parezco yo.

—Tomamos mucho alcohol, por eso no recuerdas. —De mi cama toma un bóxer negro y se lo pone rápido—. Necesitas comer, te prepararé algo.

—¡Alex, espera! —Doy un salto de la cama, se detiene y me ve de pies a cabeza, estoy desnuda y sin nada a la mano con que cubrirme—. No puedes salir así, vivo con Emma, ¿recuerdas?

—Mis pantalones quedaron tirados en el pasillo, Emma sabe que estoy aquí, vino a tocarnos la puerta porque estábamos haciendo mucho ruido.

—Me muero... qué vergüenza. —Me siento sobre la cama y él se ríe de mí—. No es gracioso, Alexis, Emma es discreta y seguro se sintió incómoda.

—Pues ayer no parecía incómoda, más bien molesta contigo porque la despertaste, me pidió que te tapara la boca y se fue... Iré a preparar algo, tengo hambre, date una ducha, te espero afuera.

Quiero morir de la vergüenza, ¿cómo me pasaba algo así?

El agua se siente helada sobre mi piel, a medida que me voy despejando, los recuerdos van apareciendo, ¡David!... No pude terminar de hablar con él, Alexis llegó por mí para bailar, luego tomamos un shot, luego otro y después otro.

Quiero vomitar, ¿cuánto alcohol tomé? Nos besamos en el auto, él me trajo hasta aquí... Su rostro entre mis piernas, Emma gritando desde afuera...

Al terminar de ducharme ya tengo una idea de todo lo que ocurrió, no quiero salir y enfrentarme a Emma, pero no tengo opción, mi estómago tiembla por el hambre y necesito tomar algo para el dolor de cabeza.