Sin Límites

8. Sospechosa

El lápiz golpeando el escritorio está logrando fastidiarme, Alejandro no aparta su vista de la pantalla de la laptop, lee con cuidado cada línea escrita, se me hace imposible descifrar su mirada. No hay expresión alguna, parece solo estar muy concentrado.

Las dudas me atacan una vez más, temo ponerme en riesgo, pero también temo por ellos, es contradictorio lo que siento, más aún lo que tengo en mente hacer.

—Paulina, me parece un gran avance, pero aún le falta algo más a esta investigación para cerrarla.

—Yo considero que ya tenemos todo para poder armar una historia completa, sabemos cómo operan, donde lo hacen y el final que tiene todo lo robado.

—Dijiste que hay más cosas, que no sólo son robos... Adéntrate más, Paulina, tu destapas algo así y todos los ojos estarán sobre ti, vendrían cosas grandes, no solo para el diario. Para ti, eres una reportera joven, tienes tanto que avanzar, este sería un gran inicio de lo que puede ser una gran carrera —insiste con los ojos brillantes.

Solo puedo observarlo, pienso en un sin fin de cosas. No puedo hacer esto, al menos no así, hace tres días sentí casi morir, cuando pensé que me habían descubierto.

Ni Alex, ni Amber le dieron mucha importancia a lo que dijo ese chico, pero sé que es cuestión de tiempo, cuando todo explote me van a odiar, o simplemente pueden tomar venganza.

No sé por qué me metí en esto, ya siento haber olvidado todos mis motivos, estos días con ellos me han dado toda la adrenalina que necesitaba, una cosa más no sé si pueda resistir.

—Creo que me estoy arriesgando de más —respondo sincera.

—No, haremos las cosas bien. El reportaje saldrá en unos meses, le vamos a dar tiempo, tú te puedes mudar y hacer las cosas necesarias para tomar precauciones.

Asiento escuchándolo, Alejandro Maciel sabe que a esta historia se le puede sacar mucho provecho, sé que no va ser fácil quitármelo de encima en este momento.

—Veré en que otra cosa puedo involucrarme, ahora solo quiero saber si cuento con el permiso para ausentarme tres días del periódico.

—He reducido tus horas presenciales aquí, porque sé que estás trabajando en el caso, no entiendo por qué tienes que ausentarte por completo. Tiene que ver con la investigación?

— No —miento—. Tengo un problema familiar, estar tan inmersa en el caso me ha ocasionado problemas en casa, como todo se extenderá un poco más, me gustaría ir y arreglar la situación.

—No lo sé —dice pensativo.

—Solo serán un par de días, por favor.

—Está bien —responde con dudas—. Pero en cuanto vuelvas, encuentra la manera de ver qué más podemos sacar de todo esto.

—Así será —digo con seguridad, le doy una falsa sonrisa y me pongo de pie para salir de la oficina.

Todo se ve tan distinto ahora, Diana, mi compañera más cercana, me ve y sonríe mostrándome mi cubículo, me acerco y abro los ojos al ver esas flores sobre mi mesa.

—Te dejaron esto por aquí. —Sonríe y me quedo helada.

¿Quién me manda flores? Con las manos temblorosas tomo la tarjeta, no tengo a ningún sospechoso en mente, miro hacia los lados, todos parecen estar en su mundo.

Que tu día sea igual de hermoso que tu sonrisa.
Matt.

—¿Matt? —digo en voz alta.

Diana salta de la silla y se coloca tras de mí, lee la tarjeta pegando su cabeza a mi hombro, grita en mi oído y me alejo rápidamente.

—No puedo creer que aún insista, no pierde las esperanzas —dice riendo tras de mí.