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4. Una noche divertida.

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Los robos a plena calle se han convertido en el pan de día a día en nuestra ciudad, tan solo en los primeros meses del año, la policía de Los Ángeles ha registrado más 47,000 casos reportados.

Este índice tiende solamente aumentar, las bajas penas y las ganancias que pueden dejar este tipo de robos, hace que sea altamente atractivo y rentable para banda criminales.

Está en nuestras manos, de alguna forma, detener esto. ¿Cómo hacerlo? Es sencillo, aunque no parezca. La mayoría de estos robos ocurren por nuestra negligencia, ¡sí señores! Negligencia. Es triste pero es nuestra realidad, hoy por hoy no debemos confiar ni en nuestra propia sombra, si la policía no hace nada, nosotros, los ciudadanos comunes, debemos tomar medidas, para evitar este tipo de crímenes.

Nos roban en nuestras narices, de una forma tan rápida que parece irreal. Este tipo de ladrones son verdaderos maestros del engaño, por eso debemos abrir bien los ojos, a continuación les dejo una pequeña lista que puede ayudarlos a evitar que sean víctimas de estos crímenes.

1. Evitar la aglomeración de gente. Si no hay nada que puedan hacer para evitarlo, tomen medidas, sus objetos de valor y dinero tiene que estar en algún bolsillo o delantero de su cartera, mochila, etc.

2. Nunca cuenten dinero en público. No sabemos si alguien nos esté vigilando, esperando por hacernos sus víctimas.

3. No descuides nada. No cuelgues tu bolsa de una silla (como en un restaurante o café internet), y mucho menos la dejes atrás cuando te vayas. Si tienes que ir a algún lado (al baño, por ejemplo), llévala contigo sin importar nada, ¡o corre el riesgo de que te la roben!

4. La más importante: abre bien los ojos, los ladrones se mueven al lado de nosotros, captan nuestra atención para luego robar nuestras pertenecías, hacen de nuestra distracción su ingreso de dinero.

¡Nos leemos en la próxima!
Little Doll

—¡Listo! —Doy un pequeño grito y me levanto de ese sillón.

Ponerle orden al blog, que había dejado abandonado desde tiempo atrás, se me había hecho muy difícil.

Pongo la laptop sobre la mesa frente a mí y muerta de hambre camino a la cocina. Leche, huevos... no, eso no, pastel de manzana, ¡sí!

—¿Paulina, que haces? —Suelto el pastel nerviosa y mi cabeza golpea la parte superior del interior del refrigerador.

—Emma, por Dios, no me hagas esto. —Giro sobando el golpe que me di en la cabeza.

Me ve riendo y tuerza los ojos enojada.

—¡No te burles!, me dolió, tonta —me quejo, pero ella no para de reír.

—¿Por qué tan nerviosilla? ¿Aún no te recuperas del susto de ayer? —Le doy la espalda y recojo dentro del refrigerador el pastel hecho pedazos.

—Creo que mientras esté en esto, voy a tener pánico cada vez que escuche una sirena —respondí sentándome frente a la mesa—. No sabes lo que sentí cuando la patrulla me detuvo, pensé que sabían que había estado "robando". Tanto susto por una tonta multa.

—No es una tonta multa, debes aprender a manejar de una buena vez, no puedes pasarte señales y creer que nada malo va a pasar.

—Ya, por favor, no me regañes más —pido juntando las manos.

—¿En serio te comerás eso? —Mira con asco mi plato lleno de pastel en pedazos.

—Tengo hambre y no hay nada decente que comer... Además, esto está delicioso —respondo llevándome la cuchara a la boca.

Sin LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora