Capitulo 2

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Mi incertidumbre hacia estas personas había crecido demasiado, así que a fin de cuentas terminé por salir de mi escondite improvisado y hacer como si no hubiese escuchado absolutamente nada. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que alguien si se había dado cuenta de mi presencia.

-¿Por qué has tardado tanto en el baño Tabi? Pensamos que el inodoro te había llevado o algo parecido. -Bromeó el Sr Cubillan, supongo que para aligerar el tenso ambiente que se había formado antes y durante mi presencia.

-Lo siento, quería hacer algo por mi cabello, pero me rendí en el proceso. -Me encogí de hombros e iba a sentarme al lado de mi madre, pero el Sr Cubillan se hizo a un lado y extendió su mano para que yo me sentara a su lado. Sabía que no debía hacerle caso y las palabras de advertencia de mi nana estaba rondando mi cabeza, pero tampoco quería mostrar mi desconfianza tan rápido, sabrían que escuche su conversación si me muestro indiferente cuando hace apenas unos minutos compartía amablemente con ellos. Puede que sea solo una niña, pero no soy estúpida.

Me senté a su lado bajo la mirada atenta de sus hijos y la temblorosa de mi madre. Siguieron hablando por lo que creo que fue una hora más, obviamente de temas variados de los cuales yo no entendía nada y tampoco me esforzaba por entender. Mi mente maquinaba la manera correcta para saber más de los supuestos Storm y su parentesco con estas personas.

-Bueno Cubillan, nos veremos en unos días y discúlpeme, pero mi marido está por llegar y tengo que organizar una cena familiar. -Dijo mi madre aparentando seguridad, aunque no estaba haciendo un buen trabajo. Hasta yo me dí cuenta que mentía.

-Si... Claro, Amanda. Esperaremos que nos des buenas noticias en los próximos días. -Los 3 se levantaron del gran sofá, se despidieron de mi con un leve asentimiento y a mi madre ni la volvieron a mirar. El personal de servicio apareció en el momento idóneo para acompañarlos a la salida de nuestra enorme casa y luego de que se fueron, mi mamá pudo respirar correctamente otra vez.

-Dios mío.- Mamá cayó al suelo de rodillas y sus lágrimas comenzaron a salir de repente. Corrí hasta ella y la abrace, preguntándole que era lo que pasaba, aún cuando ya lo sabía todo o bueno, casi todo. -Hija... No puedes contarle a tu padre sobre estas visitas ¿de acuerdo?

-¿Pero por qué...?

-Sólo no ¿ok?. Y... Mi niña se que no he sido una madre ejemplar, pero soy tu madre y te amo aunque no lo demuestre mucho. Quiero que tengas eso presente ¿si? -Me abrazó con fuerza y depositó besos por toda mi cara. Seguía llorando y yo la abrazaba, pero había algo que estaba comenzando a darme miedo, mucho miedo.

Cualquier persona que viera a su madre en ese estado emocional, respondería de la misma forma, sentiría al menos algo de afecto por lo menos. Yo... No sentía nada. La abrazaba por compromiso, pero no sentía ni siquiera lástima y eso no era normal.

Yo no era normal

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Cómo de costumbre, mi padre no llegó esa noche y si lo hizo yo no me di cuenta. Después de mi cena solitaria, simplemente me fui a dormir. Mi mamá no salió de su habitación en todo lo que restó del día y mi papá estaba en una cena de negocios, ni siquiera respetaba la palabra "cena familiar".

Eran las 7 am de un día de escuela y mi último año en ese lugar. En unos meses pasaría a la secundaria y ya no tenía ganas de seguir. Ni siquiera me preocupé en ducharme, solo me levante de mi cama, lavé mi cara y cepille mis dientes. Dejé que mi desordenado cabello cayera en cascada por mis hombros, no era tan largo pero cómo sabía joderme.

Tenía que llevar un uniforme, era parte fundamental y reglamentaria de la escuela y era horrible. Constaba de una camisa blanca con el logotipo de la institución en la zona derecha del pecho. Era un dibujo horrendo a mi parecer, un sol extraño con el nombre de la institución grabado en la parte superior. El colegio "Luz de la caridad" era uno de los mejores en la ciudad de Valencia, lugar donde nací y crecí. Solo los niños de familias pudientes podían estudiar allí, pues era demasiado costoso y no cualquiera podía permitirse pagar las cuotas que exigía el colegio. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora