Capítulo 27

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Corrí como nunca antes lo había hecho. Llegar a ese almacén en estas condiciones era lo último que quería. En mi mente aún veía a los gemelos sonriéndome y diciendo que se cuidarían, que volverían.

La imagen era... Era simplemente devastadora. Ese canalla... Mi padre... Alexander había utilizado mis propias técnicas con mis hermanos y eso me dejó en un estado de shock severo. 

Nunca, jamás pensé que llegaría a sentir este tipo de dolor. Gabriel estaba igual o peor que yo, llorando, llenando su cuerpo de sangre mientras trataba de unir los cuerpos de mis hermanos caídos. 

-¡¡¡¡NOOOOOOO!!!!  -Su cara estaba roja por la ira, dolor, angustia y rabia. La escena era escalofriante y dolorosa a la vez. No podía, no quería estar allí, pero solo nosotros podíamos limpiar todo y sacar a nuestros hermanos antes de que la policía llegara y todo se terminara de joder. 

Traté de tragarme mis lágrimas, pero por más que lo intenté, no pude. 

-Tenemos que sacarlos de aquí y llamar al viejo. Esto no se va a quedar así- Le hablé a Gabriel. este último asintió, igual de devastado y emprendimos nuestro trabajo, ese que nunca pensamos cumplir. 

No nos importó que el lugar fuera publico y que para el día de mañana sería noticia local. Quemamos todo. El almacén, las pruebas... Y nuestros hermanos. 

Y allí estábamos los dos, parados frente al almacén en llamas y viendo como el fuego consumía poco a poco los cuerpos de Armando y Alejandro, los más revoltosos de los Storm, los que me consintieron desde el primer momento en el que pisé aquella casa en Mérida. 

Mientras observaba las llamas, recordaba cada momento icónico con mis hermanos, las peleas ridículas y los mimos que estos le hacían a mi hijo. Las lágrimas caían solas por mis mejillas y el desespero e impotencia porque no pude hacer nada, es lo que me mata poco a poco. 

Me di la vuelta y me encaminé al auto, saqué el teléfono y observé todas esas llamadas perdidas y mensajes del viejo. 

"Dime que esta mierda es mentira" y adjunto al mensaje, una foto muy de mal gusto de los gemelos que seguramente le envió mi padre. Seguido de toda la retaila de mensajes de Richard, estaban los del resto de mis hermanos y de otros colegas. 

-Tu padre las va a pagar y esta vez no podrás hacer nada para impedirlo. ¿Lo sabes, verdad? -Mencionó Gabriel con voz gélida. 

-Lo sé, no pienso interferir en tu camino ni en el del viejo. Estoy cansada de huir. 

Y no era mentira, estaba cansada de él. Tenía una fijación extraña en mi desde que voló nuestra casa en Caracas, ha tratado de matarme en incontables ocasiones pero esta vez... Esta vez fue muy lejos. La muerte de mi madre no me dolió para nada, pero la de los gemelos estaba destrozando la poca alma que me quedaba. 

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Luego de haber llamado al viejo y darle detalles de lo que encontramos y como dejamos el lugar, nos fuimos a casa. 

Estábamos agotados y no precisamente física, sino mentalmente. Nos habíamos acostumbrado a ver miles de cadáveres desde edades tempranas, nosotros mismos eramos los verdugos, pero esto era diferente. Era nuestra familia la que habían despedazado con nuestras propias técnicas. 

Entré a mi habitación, tenía que bañarme y sacarme toda la sangre que tenía encima. La penumbra de mi habitación me estaba incomodando y en el momento en el que encendí la luz, mi mente me jugó una mala pasada. Juro que vi los cuerpos de Armando y Alejandro en mi cama por una fracción de segundos. Cerré los ojos y moví mi cabeza de un lado a otro, tratando de alejar esa escena de mi mente. Entré al baño, me bañé y al volver a mi cuarto, esa maldita escena se repetía una y otra vez. Tomé mi cabeza con ambas manos y me arrodillé en el suelo con los ojos cerrados, buscando que todo acabara. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora