Capítulo 24

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Lo empujé como pude y alejé de mi cuerpo. El quedó tumbado boca arriba en la cama y yo me levanté lo antes posible. No quería estar en posiciones que pudieran comprometernos más de lo que ya estábamos.

-Si oculto algo o no, no es tu problema. Es mi habitación, mi espacio, mi privacidad. Si quisiera que te enteres de mi vida simplemente me pongo a hablar en la sala o en cualquier lugar de la casa, del resto, nada te incumbe. -Di por zanjado el altercado y me dispuse a salir de aquella gloriosa habitación que aún llamaba mucho mi atención.

-Claro, como digas señorita misterios. -Se sentó y sonrió con malicia, ese característico gesto de que me va a joder hasta el final de los tiempos. -Pero cuando vayas a decirle a Leonardo que nuestro hermano quiere enterrarsela hasta el fondo o, mejor, dejar que él mismo se la entierre, asegúrate de que yo esté presente. Quiero ver su expresión.

Mierda, lo escuchó.

Mi cara se desfiguró por completo y no sabía que hacer. Tenía varias opciones, unas más atractivas que las otras.

1: Matarlo sin dejar huellas antes de que se le ocurriera abrir su bocota
2: Hacer como si no me importa que sepa nada y matarlo mientras duerme
3: Esperar un descuido y matarlo rápida pero dolorosamente

Estaba tan ensimismada analizando mis opciones que ni cuenta me di cuando Gabriel caminó en mi dirección y me tomó por los hombros de manera suave.

-No es necesario que me mates Tabitha, no es como si ninguno de nosotros no supiera que Marco es bisexual. -¿Que?

-¿Lo sabían? -Pregunté perpleja. Él se alejó y se sentó en su cama muy relajado de la vida.

-Por supuesto, somos sus hermanos. Prácticamente le hemos criado, sabemos hasta la manera en cómo cepilla sus dientes. No sólo somos minuciosos y observadores con nuestros enemigos Tabi.

-Eso quiere decir que...

-Si, Leonardo sabe que tiene un hermano menor que le gustan las vaginas y las vergas. No es como si el no fuera igual... Todos hemos pasado por eso, bueno, casi todos. 

Ok, fuertes declaraciones de una noche de verano. 

-Como sea, solo... No digas nada de lo que escuchaste y ya está . ¿Si?

-Entendido mi comandante. -Ahora si, iba a salir de la habitación cuando volvió a hablar. -Si te vas a coger al entrenador, que no sea aquí por favor. 

Me giré en seguida, esta vez más tímida que molesta. 

-No pensaba traerlo de todas maneras. 

Salí de allí como alma que lleva el diablo y me encerré en mi habitación. No sé que clase de conversaciones tenemos los Storm, pero cada vez se vuelven más y más raras. 

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Después de esa rara conversación, me cambie de ropa y salimos de la casa para encontrarnos con unos policías corruptos que nos estaban jodiendo el territorio. 

Según Gabriel, estaba interfiriendo demasiado en sus asuntos y cada vez pedían más dinero de lo acordado y ok, tenemos mucho dinero, pero no podemos malgastarlo en esos imbéciles. 

-Pensé que iríamos en auto. 

-No es necesario, uno de esos malditos vive por aquí cerca. -Gabriel metió ambas manos en los bolsillos de su chaqueta negra y caminaba con chulería sabiendo que era intocable. Yo por mi parte, solo tenía un pantalón ajustado algo gastado , blusa de tirantes gris, zapatos deportivos con un poco de tacón y mi cabello recogido como siempre. Hacía algo de frío pero era tolerable. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora