Capítulo 10

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Me quedé acostado en el suelo del gimnasio por un largo rato con los ojos cerrados. Estaba a nada de quedarme dormido cuando escuché como alguien abría la puerta y la cerraba tras su paso. Pronto los pasos se escucharon más cerca y tuve que abrir los ojos cuando alguien se sentó justo encima de mi miembro y la verdad casi me da algo cuando vi que ese alguien era Tabitha. 

Sus manos se posicionaron en mis hombros y bajaba lentamente hasta mis pectorales siguiendo un contacto visual interminable. Mi voz se había quedado atascada en la garganta y todo empeoró cuando Tabi comenzó a moverse encima de mi, estimulando mi miembro e incitándolo a despertar. Instintivamente mis manos fueron a su cadera. 

-¿Qué estás...?

-Shh. -Se acercó a mi, haciendo que su cabello sirviera como una cortina entre ambos rostros, como si quisiera evitar que alguien viera algún roce en nuestros labios. -Nos van a escuchar. 

Sus labios se unieron a los míos y juro por dios que con solo ese pequeño impacto estaba llegando al cielo, eso aunado al hecho de que seguía moviéndose lenta y tortuosamente. 

-Debimos hacer esto hace mucho tiempo. -Dije al separarnos un poco. Solo llegué a observar su sonrisa maliciosa por unos segundos hasta que oí un fuerte portazo. 

El sonido hizo que me levantara del suelo muy alterado, pero esa emoción cambio al instante cuando me di cuenta de un pequeño detalle. 

Tabitha no estaba en el gimnasio, la puerta nunca sonó... Todo fue un maldito sueño. 

Tenía demasiada rabia en mi ser y fui directo al saco de boxeo para arremeter contra el. 

-AAAAHHHH ¡COÑO DE SU MADREEEEEE! -Con ese gran insulto sentí como la ira cesaba, mis chakras se alineaban, mi espíritu se llenaba de gozo y me tranquilizaba un poco. 

Empecé a mover la cabeza de un lado a otro, negando y riéndome a la vez. ¿Qué más podía tocarme? Tenía que reír para no llorar. 

Como sea, dejé todo como estaba en el gimnasio y salí de ahí. Me costaba demasiado ver el suelo y no recordarme de ese vívido sueño. 

-Oye, andamos felices ¿No? -Armando me pasó por el frente, entrando al gym mientras yo salía. -ve al baño y bájate eso Gabriel, ya el almuerzo va a estar listo. 

Ignoré su comentario y me fui directo a la cocina. No era la primera vez que andaba empalmado por la casa y tampoco sería la última, además, me gustaba provocar a Tabitha de vez en cuando. Claro, mis intenciones se vieron truncadas cuando al pasar por la cocina la vi a ella y a Marco cocinando juntos, riendo de cualquier estupidez y siendo aparentemente felices. 

ECO. 

-Si dejas que la carne se seque, voy a golpearte tan fuerte que te acordarás de mi primer puñetazo Marco, hablo en serio. -Tabi lo estaba amenazando con una cuchara de madera bañada en una salsa casera que a mi parecer, olía delicioso. ¿Cómo lo se? Vamos, la cocina tenía un aroma increíble y mi hambre se estaba alborotando. 

-Cada vez que te veo recuerdo ese golpe, fuiste la primera niña en golpearme así. -Ella negó y siguió cocinando, ambos ignoraban mi presencia. 

Tabitha y Marco eran los menores de los Storm. Este ultimo ya tenía 18 años y era el único hijo legitimo de Richard. Había crecido mucho, ya su cuerpo estaba totalmente formado y con músculos marcados, pero no exagerados y había adoptado la misma rutina que todos aquí, andar en pantalones, monos o bermudas, zapatos deportivos y con el pecho al descubierto. 

Tabitha por otro lado... Ya no era una niña. Definitivamente había crecido en todos los aspectos, estaba hermosa y totalmente loca. En la calle todos los temían, al igual que a nosotros. En su secundaria fingía ser una mas del montón pero si alguien se metía con ella, las pagaba. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora