Capítulo 16

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Recién despertaba y sentía mi cuerpo demasiado pesado. Intenté abrir mis ojos y enseguida volví a cerrarlos, no aguantaba esa luz blanca que daba directo a mi rostro. Un sonido molesto se escuchaba cerca de mi y quería que se detuviera.

-No te muevas mucho Tabi. -Escuché la voz algo lejana de Marco. -¿Quieres agua? Debes estar sedienta. 

¿Desde cuando tanta amabilidad?

Quería hablar pero mi garganta estaba tan seca que ni un jadeo podía salir. Marco tocó un botón de la cama en la que estaba y esta se acomodo de manera que quedara sentada, fue entonces cuando me di cuenta que estaba en un hospital y que tenía muchos cables extraños en mi brazo, manos y nariz. Luego de beber un poco de agua y satisfacer a mi garganta, por fin pude hablar. 

-¿Qué demonios hago acá? No recuerdo que me dispararan, mucho menos que haya recibido una golpiza que me mandara al hospital. 

-Yo... -Balbuceó y se notaba a leguas que no le parecía fácil hablar. -Mira, yo no soy el que deba decirte esto. Llamaré al doctor y a los chicos. 

Y sin más, se fue de la habitación, dejándome sola y consternada. 

Minutos más tarde entró un señor que aparentaba tener unos 40 o 45 años, seguido de Marco, Richard, Ibrahim y los gemelos. 

-Buenas noches Alexandra. -Comenzó a hablar el doctor. -Bien, la situación es un tanto delicada y quisiera saber si estás en disposición de oír lo que...

-Hable ya. -Interrumpí. Me molestaban los rodeos y ese señor me hablaba como si tuviera 6 años, por dios. 

-Bien. Tuviste un trauma en el área pélvica que comprometió gravemente tu útero, lamentablemente el sangrado fue provocado porque uno de los embriones se desprendió...

-¿¡Uno de los qué!¡? -No, no podía ser, esto tiene que ser una maldita broma. El sonido que hacía la maquina reguladora de latidos empezó a descontrolarse. -No...-Enseguida intenté quitarme las vías y levantarme de la cama. 

Las enfermeras entraron y buscaron la manera de mantenerme en la cama, pero ninguna podía. y Richard tuvo que abrazarme y ubicarme nuevamente en la cama. 

-Tabitha tienes que tranquilizarte...

-¿COMO QUIERES QUE ME CALME, ARMANDO? ESTUVE EMBARAZADA, JODER.

-De hecho... -Interrumpió el doctor. -Aún lo estás. -Me puse peor. 

No... nononononono dios mio, esto no... 

Empecé a llorar, esto no... Yo... 

-Sin embargo... -Volvió a interrumpir el doctor. -Este embarazo es de alto riesgo. Es muy posible que pierdas a este bebé si no guardas reposo absoluto.

-No lo quiero. -Hablé firme, tanto que solo el doctor me miraba de manera sorprendida, el resto me conocía bien y sabía que cuando yo decía algo, era en serio. 

-Debe entender señorita Alexandra que... 

-Doc, será mejor que dejemos esta conversación para después. -Marco miró al doctor y esa pareció ser la mejor señal para que el aludido saliera de la habitación. -¿Estás segura que no...?

-A menos que sea contigo, no quiero ningún hijo. -Le dije mirándolo a los ojos y no mentía. -Estoy segura que ya todos saben lo que sucedió. 

-Sé que es algo egoísta considerando todo por lo que pasaste... Pero, es un bebé... Hijo de Gabriel y, bueno... -Mi sangre comenzó a hervir. 

-No puedes pedirme que traiga al mundo a un bebé producto de una violación. No quiero, no me da la gana y mucho menos si es para que Gabriel tenga descendencia... ¡MALDICIÓN APAGUEN ESA COSA O LA REVIENTO YO MISMA! 

-Señorita tiene que calmarse porque le está subiendo la presión arterial y eso no es bueno ni para usted ni para el bebé. -Me regañó una enfermera y esta vez fue armando el que la corrió, no antes de que me inyectara algo, supongo que algún medicamento. 

Me grabaré su rostro en la mente y en cuanto tenga oportunidad, la mataré, a ella y al doctor. 

No sé porque... solo lo haré y ya. 

-Mira, no te obligaremos a nada... Solo piénsalo bien. -Richard se sentó a mi lado y tomó mi mano. -El doctor nos mencionó algo y no te lo dijo porque prácticamente no le diste tiempo. 

-¿Que otra cosa debo saber? -Me estaba comenzando a dar sueño. 

-Tu... Como dijo el doctor, este es un embarazo de alto riesgo. Cualquier movimiento en falso hará que pierdas el bebé... deberán hacerte una histerotomía para sacar al bebé y a tu útero. 

Fruncí el ceño. Mierda, esto va de mal en peor. 

-¿Me estás jodiendo, viejo? -Ahora si iba a llorar con más ganas. 

-No, Tabitha. Si esto sale mal, no podrás tener hijos en el futuro. 

El karma le llega a todas las personas en el mundo sin importar la edad, sexo o raza. A mi me estaba llegando y no podía hacer nada para evitarla. 

.

.

.

Estuve hospitalizada por 2 días más, les ordené a todos que este embarazo se mantuviera en completo secreto y con eso me refería a que no quería que Gabriel se enterara. No lo soportaría. 

Por ahora tenía prohibido viajar, pero iba a hacer lo posible por regresar a Venezuela y alejarme lo más posible de él. No quería tenerlo cerca, no aún. 

Marco compró un apartamento para ambos y se ha hecho a la idea de que este bebé es suyo. 

¿Quien diría que después de odiarnos estaríamos en esta situación? 

Yo no estaba contenta con esto, de hecho, cada vez se me hacía más difícil estar tranquila, sin realizar ni un solo movimiento y hacerme a la idea de que este era el único bebe que tendría y lo peor, que es hijo de Gabriel. No puedo ni pensarlo con la claridad que amerita. Los meses pasaban demasiado rápido y ya solo faltaban 3 meses para dar a luz. 

Los gemelos y Richard me venían a visitar de vez en cuando y Rafael, Tony, Nick y Leo apenas se enteraron me llamaron. 

-Leonardo, se que tengo que quedarme acostada pero quiero hacer algo, que fastidio. 

-Si enana, pero si te levantas y haces algo, adiós bebé ¿y luego a quien consiento? 

Sonreí a través de la pantalla de mi celular. Estábamos hablando por videollamada, él estaba en Perú. 

-A mi. -Sonreí, pero él no me siguió el rollo. -Ya, ok. 

-No. Cuídate ¿si? Esos dolores que te dan me preocupan. 

-Los tengo desde siempre, ya es algo normal. 

-Igual Tabi. Te llamaré pronto. 

La llamada finalizó y pese a las ordenes de Leo y de todos, me levanté de la cama y fui directo a la cocina. Tenía hambre, como cosa rara y empecé a cocinar. Luego de darme un banquete con las panquecas y las empanadas que cociné, me maree y tuve que quedarme sentada un rato más. Fui al balcón, observé el atardecer y estuve un rato allí mientras se me pasaba el mareo y el dolor de cabeza, espalda y vientre. Eso sucedía cada vez que me levantaba así fuera al baño. 

Me aburrí y caminé por todo el apartamento hasta que sentí algo húmedo en mis piernas. 

Mierda, me oriné. 

No, no era líquido producto de la micción... Era sangre. Me asusté demasiado y dentro de mi pánico me llevé una silla por delante. Observé el suelo y había un camino de sangre por donde había pasado. Me quité el pantalón holgado que tenía puesto y en el proceso llené mis manos de sangre. Me estaba desesperando y el dolor se hacía más fuerte y agudo. Cuando iba al baño llegó Marco. 

-Te traje com... ¡TABITHA! 

Salió corriendo en mi dirección y me tomó en brazos. 

-Llévame al hospital. 

Fue lo último que dije, o al menos lo último que recuerdo. 

Una vez lo dije, la felicidad no dura para siempre. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora