Capítulo 14

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Desperté por el dolor sumamente agudo que sentía en mi hombro y di un respingo cuando se incrementó de la nada. 

-¡No te muevas! Necesito sacar la bala para suturar. -Gabriel me miró por unos cuantos segundos y volvió a introducir una fina pinza en mi hombro. Maldición, dolía horrores y la incomodidad del asiento de trasero no ayudaba en nada.  

-Agh. -Cerré mis ojos con fuerza y traté de no moverme. -No muevas tanto la pinza, cierrala e introdúcela hasta el fondo, cuando sientas el metal la abres y sacas la bala. 

Gabriel hizo exactamente lo que le dije y consiguió la endemoniada bala, el problema es que yo seguía sangrando demasiado. 

-¡Demonios! La de la pierna no estaba tan profunda. 

-¿Cómo conseguiste material quirúrgico? -Pregunté cuando noté una bolsa llena con ampollas, jeringas, material de sutura, pinzas, tijeras, betadine, solución, gerdex, agua oxigenada, etc. -Dame una gasa y algodón. 

-Lo compré. -Respondió como si nada. Empezó a tomar lo que le había pedido y aproveche para ver donde estábamos. -Aquí tienes. 

-¿Donde estamos? -Tome la gasa, la abrí y corte un trozo para cubrir un pedazo pequeño de algodón, hice que tomara la forma de un tubo pequeño y no tan grueso para introducirlo en la herida de mi hombro, así trataría de limpiar y detener el sangrado. -Haz otro como este y saca varias gasas. 

-Estamos en Nirgua. -Hizo lo que le ordene y siguió hablando. -Nos costó mucho perder a esos malditos y cuando lo hicimos ya estábamos más allá de Caracas. Tomamos la ruta por valencia, compramos las cosas para curarlos a ti y a Marco. Leo ya se debe haber curado solo. 

El sangrado iba deteniéndose a medida que limpiaba con abundante solución y betadine. Solo cuando dejé de sangrar le dije a Gabriel que preparara el material de sutura. 

-¿Qué tan grave estaba Marco? -Tomé la aguja y comencé a suturar. Dolía horrible, quería cerrar mis ojos pero si lo hacía capaz y dañaba todo así que me tocó ser fuerte. 

-Tenía un disparo en abdomen, otro en el brazo, pierna y un poco más abajo del hombro. Leonardo se encargó de curarlo, ya está estable, por así decirlo, pero sigue inconsciente. Llamé al viejo y le expliqué todo antes de que saliera en las noticias.

-Mi padre cumplió su promesa. Vaya, al menos con el  nuevo miembro de la familia aprendió algo. -Dije de manera irónica. Culminé mi tarea y coloqué todo en la bolsa. 

-Es una niña Tabi. Tiene dos años, se llama...

-No me interesa saber cómo se llama. -Mi voz sonó más dura de lo que pretendía, sin embargo, no les presté atención. -Tengo hambre. ¿Podemos ir a comer? 

-De hecho no. Compré pan, chucherías y varias pizzas para el camino, tenemos que llegar a Colombia cuanto antes y no podemos perder tiempo, ya está anocheciendo, tendremos que quedarnos en un hotel porque prácticamente todos están heridos menos yo...

-Tú estás herido, lo que sucede es que no es nada grave. -Su labio estaba roto, ojo morado, pómulo inflamado, ropa vuelta un desastre y sangre seca por doquier. ¿Cómo compraste luciendo así?

-Entré, pedí, pagué, salí. Todo se basa en ignorar, inténtalo de vez en cuando y verás la mejoría en tu vida. 

-Imbécil. Maneja y deja de perder el tiempo.

-Vale, déjame sacar algunas pizzas del maletero. -Se bajó del auto y a los minutos volvió. -Buscaré un hotel cuando me canse de manejar. 

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Dos de la madrugada y seguíamos en la carretera. No sé en que parte de Venezuela estábamos, solo sé que el cansancio podía conmigo y el dolor de la pierna también. 

La Chica StormDonde viven las historias. Descúbrelo ahora