NOTHING STAYS BURIED

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CHAPTER FIFTEEN  | NOTHING STAYS BURIED

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CHAPTER FIFTEEN  | NOTHING STAYS BURIED

Desde que Lucien había abandonado el apartamento dejando a la rubia al cuidado de uno de sus vampiros más allegados, esta no hizo más que observar a su "niñera" -como su captor lo había llamado- deambular de un lado a otro con una cerveza en la mano mientras veía el fútbol en la televisión. Como sí no tuviera más remedio, lo observó junto a Anton hasta que su estomago empezó a rugir ahí fue cuando se levantó para servirse del gran bufete que le habían preparado para ella sola.

Mientras picaba cualquier cosa no dejaba de mirar a su cuidador, planeando de algún modo el poder escaparse pero no había muchas maneras de que saliesen como ella quería. Camille suspiró. Sabía que hizo bien el no haber abandonado su ciudad cuando se lo pidieron, no obstante, el quedarse le traía ciertas consecuencias cuando una estaba involucrada con gente como los Mikaelson. Todo ello le daba la sensación de que no era más que un medio para un fin, toda su vida en ese instante parecía serlo y temía acabar como su gemelo, de cierta manera. Acongojada con aquel recuerdo apartó su mirada hacia la ventana desde donde se podía ver toda la ciudad. Era interesante ese echo. No había tantas casas que presentasen una vista como aquella y que diesen la sensación de tener a todos bajo su atenta mirada. Y eso le hacía pensar que era lo que su dueño buscaba. El tener a todos vigilados y saber sus siguientes pasos, o eso último era lo que acostumbraba saber.

Se sirvió un trozo de pastel en un plato y volvió a la butaca, en donde había estado gran parte de la mañana, mirando concertada en otra cosa que no fuera quien estuviera ganando. Pensó en las palabras de Lucien antes de que se fuera dejándola a cargo del otro vampiro, que no era para nada amigable, «...si no sabes nada de mi al anochecer, mátala.» fue lo que le dijo antes de abandonar el penthouse con esa sonrisa burlona en su cara. ¡Dios! No soportaba a aquel tipo y cada vez que lo tenía cerca la ponía enferma. Era cierto que su forma de ser se parecía a la de su creador, pero a diferencia de él este no tenía salvación como Klaus. En el vampiro no había más que maldad, sangre y poder a los que abrazaba con cariño.

Anton la sacó de sí misma cuando empezó a abuchear al televisor, al parecer su equipo no estaba ganando como el deseaba y Camille puso los ojos en blanco el ver el tal fanatismo por un deporte por aquel que para ella no tenía nada de fantástico ni de entretenido.

-¿De verdad? ¿Fútbol? Eres un vampiro.

-Cállate y tráeme otra cerveza - le ordenó Anton sin quitar la vista del partido. Tras unos segundos sin sentir que ella respondiera a su orden, miró a la mujer de soslayo seriamente-. ¿Busco otra manera de calmar la sed?

No queriendo ser su comida de Acción de gracias se levantó hacia una de las mesas de bufete donde estaban las cervezas en hielo junto con otras bebidas como un jugo de naranja y alcohol, que dedujo ser bourbon la cual parecía ser la bebida favorita de los vampiros. Agarró de las botellas y al mirar al frente observó la puerta entre-abierta de una de las habitaciones donde estaban sus objetos mágicos apilados. De repente tuvo una idea y antes siquiera de llevarla a cabo miró por encima de su hombro, y al no ver peligro alguno trató de entrar.

The Guardian Girl | The Originals #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora