THE FALLEN OF EVERYTHING

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CHAPTER TWENTY-NINE | THE FALLEN OF EVERYTHING

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CHAPTER TWENTY-NINE | THE FALLEN OF EVERYTHING


31 de diciembre de 1919, Nueva Orleans.

Marcel sacó su reloj de bolsillo para ver la hora: la 23:50. Faltaban diez minutos para la medianoche la gente bailaba eufóricamente de la misma forma que bebían de la torre de champagne, que constantemente estaba siendo abastecida, sin embargo, no había presencia alguna de Genévieve que era la anfitriona. Miró al frente desde la planta superior al patio como los invitados formados por todas las clases que habitaban la ciudad entraban sin parar, algunos se detenían a mirar a lo alto encontrándose con la mirada del vampiro impaciente quien les regalaba una sonrisa de vez en cuando.

Los lobos, que eran fáciles de reconocer y que habían sido invitados por la vampira, rápidamente entablaban conversaciones amenas y divertidas con el resto de la gente. Parecían que de ellos dependía la fiesta. Sacaban a bailar a las mujeres, hacían reír a las personas y daban espectáculos en la pista de baile; su amiga bien le había dicho que los lobos lograrían hacer olvidar a todos los últimos terribles sucesos, sin embargo, no surgía efecto en todos.

Viendo que restaban únicamente cinco minutos ordenó a las camareras servir copas de champagne a los invitados sin excepción alguna, para que cuando quedase un minuto la gente tuviese al menos una mano en alto con una de las copas doradas que se servían. Una de las mujeres subió la escalera y al pasar por su lado le entregó una desapareciendo por su izquierda.

Cuando faltaban tres minutos la sala cayó en un tremendo y ensordecedor silencio. Las miradas de hombres y mujeres, vampiros y brujas y lobos miraron a una de las esquinas de la planta superior. Por la puerta que daba al interior de la casa salió Genévieve en un largo vestido negro de tirantes con pedrería que dibujaba elementos geométricos por todo su cuerpo, con un enorme collar de perlas que llegaba hasta más abajo de su ombligo y una diadema de diamantes del mismo estilo que decoraba su recién cortado cabello en ondas. Marcel no pudo disimular su asombro ante tal cambio y sonrió cuando vio que ella esperaba una respuesta a su nuevo estilo. Por primera vez en meses la vio sonreír de manera genuina, no era ni una sonrisa falsa y ni forzada, sino que en verdad estaba feliz.

La ojiazul miró a su fiesta y con un gesto ascendente de su mano todo volvió como era hace un segundo, mientras, ella se acercaba gracilmente a su amigo y le posaba un beso en la mejilla y él le respondía de la misma manera. Al finalizar agarró sus manos enguantadas y enjoyadas para acercarlas a sí, pero en ningún momento le quitó la mirada de encima suyo.

-¡Qué gran cambio, Genévieve! -exclamó, besando sus manos.

-No más Genévieve -dijo pausadamente, atrayendo la atención del moreno bruscamente que la miró con desconcierto-. Genévieve es cosa del pasado, un invento de los Mikaelson ahora soy la nueva Lilly Briand -se nombró a sí misma con orgullo y entusiasmo, a pesar de que la mirada de su amigo no era la que esperaba, aún así continuó-. De ahora en adelante el mundo me conocerá de esta manera, Marcel. Cuando escuchen mi nombre inmediatamente sabrán que se trata de la reina de Nueva Orleans, la salvadora y protectora de su ciudad, la que nunca les abandonará y la que los llevará a la gloria. Mientras yo viva ni un Mikaelson pisará esta ciudad, y nos aseguraremos de ello, porque no vamos a dejar que nuestra gente vuelva a sufrir.

The Guardian Girl | The Originals #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora