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Hola Suga!

La concentración que posees al atar mi corbata me llena de ternura. Mis ojos te miran atentamente, cada uno de los movimientos que haces, sin perder detalle alguno y el pensar que así hubiéramos sido de lograr estar juntos no puedo evitar sonreír, sin embargo es en tu suave rostro que se forma una mueca dolida.

No entiendo el porqué de esta, pero algo en mí me dice que soy el responsable de ella; sin darme cuenta ya te tengo atrapado entre mis brazos con la intención de reparar todo el daño que te he causado aunque eso fuera imposible.

Dudosos tus brazos me rodean la espalda, te siento temblar, no comprendo lo que sucede hasta que el primer sollozo se hace presente y lo único que soy capaz de hacer es besar con ternura esa bella cabeza. El abrazo se vuelve más apretado después de esa acción e inevitablemente todos los horribles momentos que te hice pasar cruzan con tortura por mi cabeza, todo el sufrimiento innecesario, todas las estupideces que cometí y es por eso que de mis labios se escapan en suaves susurros los más sinceros «Lo siento» que he llegado a decir. En respuesta las lágrimas sólo aumentan, pero aún así con una voz completamente rota que estruja a mí corazón, un murmullo casi perdido me responde que «Ya es pasado», y en mí pecho se cierne una presión asfixiante por esas tres simples palabras.

Y aunque para ti puede que eso ya no debe importar, yo jamás me podré perdonar el cómo fui tan imbécil para herir a la persona más importante de mí mundo; soy consciente que ni todas las disculpas del mundo serán suficientes para disminuir la culpa en mí porque el recuerdo seguirá quemando en mí memoria.

Consciente de que está será mi última oportunidad de ser completamente tuyo, con voz diminuta consigo decir parte de lo que llevo guardando durante tanto tiempo en un pequeño «Te quiero», nos unimos aún más si es posible, y el «Te amo» que sale de tus labios me robó el aliento por unos segundos, en mi interior las mariposas revolotean emocionadas; sin pensarlo beso con suavidad esa hermosa cabellera, los dulces párpados que esconden los secretos del universo, de mí universo, esa naricita respingona que posees y las ganas de besar igualmente esos apetecibles labios no me faltan, sin embargo sé que la manera en que me lo dices no es la misma que yo poseo, así que desvío mi cabeza hacia las suaves mejillas, terminando con un «Lo sé» susurrado, claro que lo sé, sé que no hay manera de que me ames cómo yo lo hago.

Me separó de inmediato, porque soy consciente que puedo cambiar de opinión si sigo a tu lado, limpió tus lágrimas con mis manos ásperas, intentando ser lo más cuidadoso posible; levantó levemente mis labios, «Es hora de irnos», agarró tu mano como si de una reliquia se tratase y te llevo hacía afuera, evitando que de alguna manera mires mi rostro lleno de dolor.

«Porque tu sonrisa logra que mí corazón se destruya al saber que nunca serás mío»

Hola Suga!  [Daisuga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora