El Adiós.

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Su vida se había mantenido tranquila desde que dejó el pueblo y se mudó a Tokio, no fue una decisión difícil, claro que no, él sabía que ahí ya no tenía nada que hacer, nada que le atara a ese tranquilo pueblecito; claro que siempre mantuvo el contacto con sus pequeños cuervos que ahora crecieron y son todos unos adultos ya, graduados de la carrera de sus sueños, trabajando en lo que más les apasiona, haciendo lo que más aman, un ejemplo eran Kageyama y Hinata, con sus impresionantes habilidades lograron entrar, además de ser titulares de la selección nacional de Voleibol de Japón, y por supuesto él no pudo sentirse más que orgulloso, sus cuervecitos nunca se rindieron, siempre dieron lo mejor de ellos y al fin después de trabajar tan duro cumplieron su meta, él no podía estar más que feliz.

Por su parte Nishinoya y Asahi también lo consiguieron hace dos años, después de recibir un excelente entrenamiento en el extranjero, que logró que ambos superarán aún más sus habilidades, convirtiéndolos en un dúo dinámico y único, con una excelente coordinación y complicidad que consiguieron en los diez años que llevan saliendo juntos. Y él de verdad que se alegraba por ellos, de saber que habían seguido a su corazón, de que ellos se encuentran dónde siempre han querido estar, se alegra de que ellos jamás llegaron a comerte sus mismos errores, que lo único bien que él pudo hacer fue guiarlos, además de alentarlos a seguir sus sueños y a ser felices, cosas que él nunca pudo lograr.

A pesar de que nunca tuvo complicaciones en Tokio, él sabía que está no era la vida que siempre deseó, nunca quiso ser un contador con un sueldo regular que le permitía vivir con lo necesario, un trabajo dónde se mantenía sentado por largas horas en una misma posición. Él hubiera deseado seguir con su carrera deportiva, poder seguir en la cancha un poco más de tiempo, pero no lo hizo, quiso seguir las expectativas de sus padres, tratando de convencerse a si mismo que esto era lo que quería, que era lo que realmente le apasionaba, sin embargo muy tarde entendió que en realidad ya no estaba viviendo su vida, era la vida que sus padres querían para él, una vida que él no deseaba, mas cuando ellos murieron en un accidente automovilístico decidió que iba a seguir por ellos, aunque no fuera feliz aprendería a querer su trabajo, nuevamente se volvió a equivocar.

Consiguió su trabajo, había pasado siete años en el y aún lo odiaba como la primera vez, pero no podía renunciar, era lo único que le generaba ingresos, le encantaría volver a estudiar, esta vez sí seguir a su corazón, pero estudiar y trabajar no era una opción, lo que le dejaba en dónde ahora estaba, sentado en esa silla de plástico, partiéndose la jodida columna junto con su cuello, mientras acomoda números, o eso creía que era lo que estaba haciendo, la parte buena era que le faltaban diez minutos para salir de ese horrible infierno, la parte mala es que el tiempo parecía ir más lento de lo normal, añadiendo también que en ese pequeño cubículo hacía demasiado calor que él creía que ya era más carne cocinada que humano.

Aunque igual no sabía porque se apresuraba para llegar a su casa, en esa pocilga no había nadie que lo estuviera esperando, ya no y nunca lo hubo.

Aunque hubo un tiempo en el que creyó que si había alguien, siempre le buscaba en todas las personas con las que se acostaba, no importaba si no las conocía o si era hombre o mujer, nunca era con la misma, todos los días siempre era con alguien diferente, creyendo ingenuamente que así le llegaría a encontrar, pero no sucedió, jamás le encontró y con el tiempo entendió que era mejor así, sin tener idea de su paradero o de su vida, no valía la pena torturarse de esa manera, él merecía aunque fuera un poco de felicidad y paz en su vida, pensar en esa persona no le haría bien, así que poco a poco le fue olvidando, al mes ya no recordaba como se conocieron, a los tres meses olvidó su rostro y al año ya no tenía idea de quién era la persona que buscaba con desesperación.

Su vida no tuvo muchos cambios después de ello, pero al menos él estaba más tranquilo, como nunca estuvo en esos siete años.

Hasta que ese día, llegó a su casa y en la entrada se encontraba un paquete, él nunca recibía paquetes; Nishinoya, Tanaka y Hinata eran los únicos que le daban regalos, pero siempre se los entregaban personalmente, porque tenían la estúpida teoría de que los envíos por correo eran cosas de la CIA para poder espiar a las personas con total libertad y pues ¿Quién era él para hacerles cambiar de opinión?.

Tomó el paquete y entró a su casa con un poco de dificultad, le dejó en una esquina de su pequeño departamento, dónde quedó olvidado por un año entero, agarrando polvo y humedad, pero un día mientras empacaba sus cosas para la mudanza, (ya que renunció a su muy "querido trabajo" debía mudarse, decidió iniciar desde cero en Kõbe), Hinata lo encontró, la caja que lo guardaba se encontraba totalmente deshecha, con sus esquinas húmedas y rotas; le quitó la caja a Hinata antes de que este quisiera averiguar lo que había dentro, aunque él no tenía idea de que era el contenido, pero no quería arriesgarse a pasar situaciones incómodas; ya con todas las cosas en el camión y Tanaka de conductor iniciaron su viaje de casi cuatro horas; encima de sus piernas iba la destrozada caja, algo en ella le mantenía nervioso, eso le recordaba el porqué nunca llegó a averiguar que era lo que había en el interior o quién la envió, aunque ahora moría de curiosidad ya no había manera de saber quién es el remitente ya que el nombre se había borrado con el pasar del tiempo.

Cuando al fin llegó a su nuevo hogar y hubo dejado todas sus cosas en el interior, decidió de una vez por todas abrir la deshecha caja, se sorprendió al ver mucho poliestireno, sacó este hasta tocar una superficie de papel, tomó lo que parecía ser otra caja y arrancó el envoltorio encontrándose una pila considerable de sobres, unos ya con signos de ser muy viejos, cómo de hace unos diez u once años, los bordes estaban un poco arrugados, la tinta se había corrido pero aún así se podía entender lo que estaba escrito, el primero que decidió abrir fue el que tenía pinta de ser el más reciente, la curiosidad le mataba por saber quién le escribiría esas cartas y porqué a él en concreto.

Al leer la primera palabra su corazón se detuvo por un segundo, él conocía esa letra desprolija, no tenía idea de dónde se le hacía familiar, pero sabía que esa letra en algún momento fue algo hermoso para él. 

Conforme más leía las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, los sollozos se escapaban de sus labios y las ganas de dejar de leer esa carta, agarrar esa pila de sobres y botarlos a la basura se hacia cada vez mucho más tentador que seguir con esa tortura, él no quería recordar, quería olvidar todo lo relacionado con esa persona, porque él se merecía la felicidad, y con el recuerdo de esa persona él nunca lo conseguiría, sin embargo había algo que le obligó a leer cada una de esas cartas, a volver a sufrir cada trauma y dolor, a revivir todo aquello que con tanto esfuerzo olvidó, a leer esos sentimientos que jamás tomaron valentía para ser mostrados, a leer a una persona que siempre tuvo miedo y nunca pudo ser quién era en realidad, lloró por ambos, por un amor que pudo ser, pero que no fue, por los dos niños que se perdieron en el camino de la vida, por los adultos que no fueron valientes y sufrieron las consecuencias.

Él jamás pensó que recordar a esa persona sería algo doloroso, porque para él, esa persona siempre fue luz, siempre fue la esperanza que lo mantenía de pie, pero nunca imaginó todo el caos que había en el interior de él.

Terminó de leer la última carta que quedaba, las lágrimas se habían secado hacía horas ya, no tenía idea de cómo sentirse, no quería recordar, por eso fue que decidió olvidarle en primer lugar, y eso sería lo que haría otra vez, le olvidaría, no lo iría a buscar, lo arrancaría de su memoria las veces que fueran necesarias hasta que ya no quede rastro de él.

 Y Suga sabía que no era fácil, pero el era feliz hasta que Daichi regreso a su vida, no iba a sacrificar su felicidad, no de nuevo, por eso va a esforzarse el máximo en olvidarle de nuevo.

Porque Suga quería empezar a vivir por él y sólo por él.             

Hola Suga!  [Daisuga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora