Capítulo II
‘Drunk’ Septiembre 2015, Niall Horan.What didn’t kill me it never
made me stronger at all…
Mis pasos eran dudosos, mi vista nublada y el amontonamiento de gente junto con el humo y las luces no ayudaban a mantener mi estabilidad. Con un andar tambaleante me dirigí a lo que sería la gran barra que se encargaba de llevarnos a todos a nuestro máximo punto de ebriedad, o al menos a unos cuantos, y yo no era excluyente.
Empujé a unas cuantas parejas que se encontraban en el medio de mi camino y me senté en uno de los taburetes que rodeaban la mesa que esa noche me brindaría el pasaje a mi desconcierto, a mi perdición y a la que yo pensaba que era la salvación a mis problemas, mi vía de escape a todo lo que sucedía en mi desastrosa vida.
El brebaje ya estaba pedido, no había marcha atrás, mi vida estaba tirada por la borda. El barman dejó el pequeño vaso delante de mí, ya había perdido la cuenta de cuantos habían pasado por mis manos esa noche. Lo examiné detenidamente, perdiéndome en él, para luego llevarlo a mis labios y dejar que el transparente líquido corra por mi garganta, dando una placentera quemazón, aumentando mi nivel de alcohol.
Cerré fuertemente mis ojos, evitando que todo recuerdo vuelva, se suponía que el alcohol borraría todo aquello por unos momentos, pero no, no era todo tan fácil.
Hacía un tiempo ya que todo había empeorado, que esto se había transformado en mi vida, creándome una dependencia, una adicción, de la cual no sería para nada fácil salir, pero creo que tampoco lo quería, estaba borracho una vez más.Una débil lágrima comenzó a trazar un recorrido bastante doloroso, cayendo por mi mejilla. ¿En qué había llegado a convertirme? Pero aquellas imágenes llegaron una vez más, era inútil. Las lágrimas de mi madre aquella mañana, la mañana que mi padre nos dejó, llevándose consigo una gran valija, junto a la hermosa sonrisa y felicidad de mamá. Siempre habían sido eternas peleas que culminaban con un portazo por parte de mi padre y lágrimas y arrepentimientos por parte de la dulce señora arropada en el sillón mientras se lamentaba y preguntaba que había hecho mal. Demonios, cada imagen se repetía como una película vista miles de veces.
Sacudí fuertemente mi cabeza, no quería recordar eso, no hoy. Le di un último trago a mi vaso, generando un mareo aún peor. Y más recuerdos llegaron, dándome una mayor jaqueca que se acrecentaba por el poderoso láser que se las ingeniaba para chocar frecuentemente en mí.
Su rostro, su cabello, sus manos junto a las mías, sus labios, su engaño. Esa misma tarde, en la que el hombre que hacía llamarse mi padre dejo la casa, había buscado consuelo en la persona por la cual yo habría dado mi vida, pero ese día definitivamente no había sido el mío. Había caminado en compañía de mi soledad durante largas horas, hasta que mis pies me habían llevado por un camino que conocía a la perfección, su casa, la casa de Amy. Llevábamos un año de novios, y realmente la amaba, me sentía dichoso de poder decirme ser su novio, pero esa tarde todo se fue a la basura.
Uno, dos, tres golpes en la puerta, intentando llamar la atención de mi hermosa novia, rogando que este en su hogar. Sin embargo los minutos pasaban, el frío aumentaba y nadie salía de allí. Al parecer nadie se encontraba en casa. La idea de esperarla dentro no me disgustaba, tiempo atrás Amy me había regalado una copia de la llave cuando esperé durante dos horas bajo la lluvia el día de nuestro medio año juntos. Pero mis planes se vieron drásticamente modificados al verla en el sofá de su sala principal, en los brazos de quien yo creía un buen amigo.
A partir de ese maldito día todo había cambiado, yo no era el mismo. Ese Niall sonriente, lleno de vida que intentaba ayudar a todos sin importar las circunstancias se transformaba en uno sombrío, duro, triste y dependiente a ese estúpido vicio que con el correr de los días se iba convirtiendo en una adicción sin control, mi papá se había llevado mi sonrisa, y Amy se había adueñado de mi corazón.
A fin de cuentas, y aunque detestaba admitirlo, lo que no te mata nunca te vuelve lo suficientemente fuerte.
Al parecer esa noche los recuerdos no iban a borrarse con alcohol, y mientras terminaba mi última cerveza, más lágrimas surcaban mi rostro, convirtiéndose en una persistente corriente de agua salada, que no parecía parar nunca. Sólo quería despertar borracho al día siguiente en el lado correcto de la cama equivocada, quería sentir un poco de amor. Sin más que decir, dejé el envase junto al dinero que había desperdiciado y levantándome con un gran desconcierto caminé hacia la salida, ya nada quedaba por delante, simplemente, estaba borracho de nuevo.
Días después…
Caminar por el parque me traía innumerables recuerdos cargados de felicidad, de momentos que siempre quedarían marcados de mi infancia, de los hermosos momentos que pasaba cuando aún éramos una familia.
Estaba cansado de mi vida, estaba desilusionado de mí mismo, en vez de ayudar, traía más disgustos, más lágrimas, dolor, decepción, eso era lo que veía en los ojos de la hermosa mujer que me había dado la vida cada noche que llegaba en mi inconsciente estado de ebriedad, estaba decidido a cambiar, a esforzarme por ello, aunque verdaderamente no sabía cómo hacerlo. Seguí caminando por allí, pensando. Había perdido a todos mis amigos por esta estúpida actitud que había tomado, me encontraba solo y ya no quería eso. Niños jugando, adolescentes reunidos, abuelos disfrutando de su día a día y parejas caminando entrelazados de las manos, sería tan lindo poder compartir ese lugar con alguien. Pero no, no iba a dejarme caer otra vez, no volvería a tenerla en mis brazos como solía hacerlo. De repente, mientras analizaba el lugar, vi unos jóvenes que llamaron mi atención, debajo de un gran árbol, al que solía ir con mamá. Un chico de rizados cabellos tomaba dulcemente a la chica que se encontraba a su lado, podía ver sonrisas en sus rostros pero no en sus ojos, algo los perturbaba. Y sin tener motivo alguno me encaminé a ellos, sin saber, que luego no sólo se convertirían en mis mejores amigos, sino serian mi soporte, mi ayuda para salir de este gran problema que me amenazaba día a día.
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Help you, help me {+} One Direction
Teen FictionDistintos caminos, diversas realidades. Vidas difíciles que buscan salidas fáciles. Es así cómo la vida nos pasa? Sólo es esto? Nunca has querido que todo se calme y sencillamente desaparecer? Los problemas comienzan a atosigarnos hasta dejarnos pr...